Sobrecoge la historia de aquellos hombres en cuyo honor se celebra la fiesta del Trabajo cada año. Demostraron dignidad y coraje. Uno de ellos, Albert Parsons, no había estado en el lugar de los hechos, pero se entregó para ser juzgado con sus compañeros. Arriesgaron sus vidas y cinco de ellos la perdieron, por defender a los trabajadores.
¡Qué diferencia con los sindicalistas de hoy, que no defienden a los trabajadores, sino que los utilizan en su beneficio! Quien paga manda y los sindicatos reciben cuantiosas subvenciones de la Administración, no sujetas a ninguna norma o ley, sino de forma discrecional. Esta ministra que habla y habla sin decir nada, y mejor así, les ha dado hace poco 17 millones de euros. De este modo, los sindicatos son correas de transmisión de los partidos. Al no depender de los trabajadores, no les sirven, sino que los utilizan.
La anteriormente citada ministra, a la que se la conoce como Lady Paro, ha empleado una gran cantidad de dinero en publicidad engañosa para los trabajadores, puesto que vende humo. Y los sindicatos no protestan.
La dignidad de los trabajadores se defiende procurando que haya empleo, pero si todas las medidas que toma el gobierno destruyen puestos de trabajo, de lo que tendrá que hablar esta señora será de la dignidad de los parados.
He afirmado antes que es mejor que esta señora es mejor que hable sin decir nada, porque cuando dice algo es una barbaridad del calibre máximo, como la de que el comunismo es libertad y democracia.
Lo mismo hicieron los sindicatos en los sindicatos en los tiempos de Zapatero, porque tenían economistas preparados que vieron venir el estallido de la burbuja inmobiliaria, e incluso escribieron algún libro sobre el asunto, y no hicieron nada para defender a los trabajadores que, como consecuencia de ello, iban a perder sus empleos.
Los sindicatos son imprescindibles en democracia, pero es necesario que sean libres. No deben dejarse sobornar por ningún gobierno.
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