Ellos, como todos los políticos, están pendientes de las encuestas que se hacen periódicamente. Las escrutan con mucho más detalle que un ciudadano normal, que se limita a dar un vistazo, sin pasar casi nunca de la primera página.
No es que a Podemas se le vaticine una pérdida considerable de votos, si las elecciones se celebraran hoy, si que la tendencia indica que hacia final de año aún tendrá muchos menos.
Ya no saben cómo hacer para llamar la atención y salir en los medios. Uno, al que Ayuso cortó las coletas, opina que Sánchez adelantará las elecciones a la primavera. Pero ese no tiene mucho talento. Si lo tuviera, su partido no estaría tan mal. Entonces, cabe pensar que quizá tenga información privilegiada, en virtud de la cual sepa que Chimo Puig tiene las horas contadas y que su caída puede propiciar una sacudida en el PSOE. Si no fuera eso, quedan dos opciones: o quiere acaparar la atención de los medios o es tonto, y las dos son compatibles. La intención de Sánchez la conoce todo el mundo: apurar su estancia en la Moncloa todo lo que pueda.
Pero no es el único podemita buscando atención, sino que todos, incluso compitiendo entre sí, porque hay varios partidos con la misma o muy parecida ideología comunista, diciéndolas bien gordas, tergiversando y mintiendo, como es lo propio en ellos, tratando de captar electores entre los tontos, los resentidos y los malvados.
Las hay que se suben al Falcon, sin más, inventándose cometidos en viajes innecesarios y costosos para los contribuyentes, porque saben que eso les garantiza presencia en los medios.
Salir del gobierno y quedarse además con muchos menos escaños significa para ellos la pérdida del modo de vida dulce del que disfrutan actualmente a costa del esfuerzo de los trabajadores a los esquilman y toman el pelo.
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