No tiene suerte Sánchez. O hay un gafe en el gobierno, o él mismo es el gafe. Todo se le pone en contra.

Dice: «hemos tenido que responder a situaciones y emergencias insólitas en estos años».

Así es. Belarra lo pone en ridículo ante el mundo entero, cada vez que dice algo o dicta una ley. No sólo por el hecho de que haya hecho ministra a una mujer tan necia, sino porque nadie le para los pies. La Montero de Igualdad hunde su prestigio nacional e internacional, por ser la responsable de la excarcelación de peligrosos delincuentes, amén de otras barbaridades. Garzón hace pensar que en España cualquiera puede ser ministro. Bolaños siempre está pendiente por si ha de salir en su defensa, siempre con falsedades e idioteces, a pesar de que sabe, como todo el mundo -bueno, a lo mejor no se ha dado cuenta-, que en cualquier momento le puede dar una patada en el culo, como ha hecho con otros. Ha cometido varios errores de bulto, y su cargo pende de un hilo.

«Ayer mismo, la ciencia nos dijo que el núcleo de la Tierra… En fin, me voy a quedar ahí». Otro problema al que tiene que responder.

El caso es que hace lo que puede en hundir la economía, en gastarse todo el dinero de la Sanidad y la Educación, en viajes en Falcon, en lujos sin cuento, en ministerios inútiles, en subvenciones a los separatistas, a los medios afines, a los sindicatos, etcétera.

Pero no se lo reconocen, sólo le aplauden sus ministras y ministros. Con mucho entusiasmo, eso sí. Y Tezanos le dice lo que guapo que es. Fuera de ahí, nada. Chapote se está volviendo muy popular. Y Otegui.

Ayuso lo pone de los nervios. Por donde pasa, la aplauden. Y encima los podemitas, queriendo perjudicarla, consiguen lo contrario.

Pero, en fin, esperemos que consiga revertir la situación del núcleo. Un día saldrá Calviño a decir que lo ha conseguido. Y nos lo creeremos.

Esos libros míos