Se pasean con total tranquilidad, globos en mano y animando a los jóvenes a inhalar su contenido: óxido de nitrógeno.
Son unos 100 inmigrantes subsaharianos que, según denuncia el programa ‘Espejo Público‘, venden el llamado ‘gas de la risa’ a tres euros la dosis. Lo compran en ferreterías y se los quitan de las manos. Se ha convertido en la droga de moda.
Entre otros usos, se utiliza normalmente para anestesia, pero se vende en las playas de Ibiza. Su efecto es muy potente, y no tiene nada de gracioso porque puede ser mortal.
Los consumidores pueden llegar a la pérdida del conocimiento o al colapso pulmonar.