Racismo es simplemente no ver. O viendo, no entender
(Cameron Doody).- El arzobispo de Newark, cardenal Joseph Tobin, ha alzado la voz una vez más a favor de los refugiados y migrantes de Estados Unidos. «Esto no se trata de la seguridad de fronteras», ha afirmado a propósito de la reforma migratoria que tanto necesita EEUU, pero que rehuye el presidente Donald Trump. «Se trata de estar atentos a la realidad de gente que ya está en nuestras comunidades».
Hablando este miércoles en una conferencia con motivo del Día Mundial de Comunicación, el purpurado -famoso en todo el país por su defensa infatigable de los más marginados- criticó de nuevo la falta de voluntad de la actual Casa Blanca para arreglar el trasnochado sistema migratorio.
«Ahora mismo, especialmente con una mayoría absoluta en nuestro Gobierno, el Congreso y el presidente podrían aprobar mañana una reforma migratoria comprensiva, si quisieran», denunció Tobin a un nutrido grupo de periodistas. «Podrían sacar a casi doce millones de personas de entre las sombras, si quisieran», continuó, refiriéndose a este número espantoso de individuos -los llamados «indocumentados»-que carecen de papeles como para vivir en EEUU legalmente.
Pese a que se sigue alegando que la presencia de delincuentes comunes latinoamericanos o la amenaza yihadista hace necesarias políticas para denegar la entrada al país de refugiados y inmigrantes, Tobin descubrió a estas medidas por lo que son: una cortina de humo.
«Seamos serios: esto no se trata de la seguridad de fronteras», declaró el cardenal. «Se trata de ser atentos a la realidad de gente que ya está en nuestras comunidades, la mayoría saliendo adelante, incluso marginados en las sombras, y aportando mucho a sus comunidades».
Tobin reservó sus palabras más fuertes, sin embargo, para los que ni siquiera quieren ver lo que es una realidad ya existente. «Una persona no vinculada a la caridad cristiana diría que hay que de verdad creer en ser crueles con personas inocentes para elegir promover estas políticas que hemos visto en meses recientes, teniendo el poder de cambiar la ley», denunció el arzobispo de Newark.
El olvido del drama de estos millones de personas obedece, según el cardenal, a la xenofobia. «Racismo hoy no es un conjunto de personas montadas a caballo ataviadas en sábanas, quemando cruces y molestando a la gente», afirmó Tobin, en alusión de las actividades del Ku Klux Klan. «Racismo es simplemente no ver. O viendo, no entender», sentenció.
Al final de su intervenció, el purpurado se refirió al episodio que protagonizó hace escasas semanas, cuando acudió en persona a la vista judicial de un abuelo mexicano, Catalino Guerrero, a quien acabó salvando de ser deportado.
«El servicio de comunicar la esperanza parte de poner rostro a las situaciones aparentemente imposibles, situaciones como la de Catalino, quien sin la solidaridad de sus hermanos y hermanas, podría haberse llevado de su mujer, sus cuatro hijos, y sus nietos», contó Tobin a los reporteros reunidos. Acción de intervención social en la que además, dijo, hizo valer su dignidad de arzobispo y cardenal.
«Cuando acompañé al señor Guerrero a su vista de deportación, sería imposible negar que llevara conmigo los signos del oficio con el que el Papa Francisco me sorprendió el otoño pasado», confesó el purpurado. No para influir indebidamente en el que fue, al fin y al cabo, un proceso judicial, sino para hacer testimonio de «la naturaleza de la gracia», y también para marcar ejemplo para otros en la Iglesia. «¿Qué pasaría si cada cardenal acompañara a una persona indocumentada con la que cruzara caminos a su vista de deportación?», se preguntó el arzobispo. «¿Y si cada obispo lo hiciera? ¿Cada pastor? ¿Cada alcalde?».
«Desde luego, éstas no son las personas en nuestra sociedad quien ha sido otorgadas con poder verdadero como para marcar una diferencia positiva en la política de inmigración de nuestro país», lamentó por último el cardenal. «Éstas serían los miembros de nuestro Congreso y nuestro presidente»: gente que ya deben considerarse advertida. Y mientras tanto, el siguiente mensaje para los creyentes de a pie:
«Como cristianos, no tenemos más remedio que ser discípulos de la esperanza. Sugiero que la manera en la que lo hacemos es al poner rostro a las personas y situaciones que han sido ignoradas, o cuyos rostros han sido distorsionados».