"El Sínodo de la Panamazonia va a escuchar la voz de los pueblos indígenas"

Erwin Kräutler: «La inmensa mayoría de la población de la Amazonia no tiene posibilidad de participar en la Eucaristía»

"El objetivo va a ser buscar nuevos caminos de evangelización y preservación de la naturaleza"

Erwin Kräutler: "La inmensa mayoría de la población de la Amazonia no tiene posibilidad de participar en la Eucaristía"
Monseñor Erwin Kräutler, obispo emérito de Xingú Agencias

Hoy estamos en un momento de auge de los mega proyectos, que son un insulto a la Amazonia, un golpe en el corazón de la Amazonia y, lógicamente, también un golpe a los pueblos de la Amazonia

(Luis Miguel Modino, corresponsal en Brasil).- La vida y misión de Monseñor Erwin Kräutler está profundamente unida a la Amazonia brasileña. Nacido en Austria, el religioso de la Congregación de los Misioneros de la Preciosísima Sangre, llegó a la Prelatura del Xingú en 1965. Después de trabajar como sacerdote en la región, fue ordenado obispo en enero de 1981, siendo obispo titular de la mayor circunscripción eclesiástica de Brasil, con una extensión de 311.000 kilómetros cuadrados, hasta 2016.

A lo largo de su ministerio episcopal ha desempeñado y continúa desempeñando diferentes labores al servicio de la Iglesia de Brasil y de los pueblos de la Amazonia. Fue por muchos años Presidente del Consejo Indigenista Misionero (CIMI) y de la Comisión Misionera de la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil (CNBB), participó como Delegado de las Conferencias del CELAM en Santo Domingo y Aparecida, así como del Sínodo de la Iglesia en América.

Actualmente es Secretario de la Comisión Episcopal para la Amazonia (entidad que forma parte de la CNBB), así como Presidente de la REPAM (Red Eclesial Panamazónica) en Brasil.

Por encima de esos servicios, lo que siempre ha prevalecido en la vida de Monseñor Kräutler, es su compromiso profético en la lucha por los derechos de las comunidades campesinas e indígenas y la preservación ambiental en la región amazónica, campo en el que actuó junto con una de las mártires de la Amazonia, la hermana Dorothy Stang, brutalmente asesinada en febrero de 2005.

El obispo emérito del Xingú tampoco se ha callado ante el abuso sexual de niñas y adolescentes por parte de algunos políticos, la ejecución de menores, las prácticas de los grandes propietarios de tierra, que incluían trabajo esclavo, así como contra la construcción de uno de los mega proyectos con un mayor impacto ambiental en la región amazónica, como es la Hidroeléctrica de Belo Monte, que ha acabado con la vida de muchas comunidades indígenas y campesinas.

Todo esto ha provocado amenazas contra su vida, que se concretaron en una tentativa de asesinato en 1987, en una de las carreteras de la región, donde murió un sacerdote que le acompañaba, y en el hecho de vivir durante muchos años bajo protección policial.

A partir de todo esto, podemos afirmar que Monseñor Kräutler va a tener un papel destacado en el Sínodo de los Obispos para la Panamazonia, que el Papa Francisco ha convocado para octubre de 2019 y que ya está en fase de preparación. El prelado considera el Sínodo como «algo inedito», con lo que «soñábamos», algo que nace de «una profunda admiración, un profundo cariño por la Amazonia», por parte del Papa Francisco.

En su opinión, el Sínodo va a ser un momento para reflexionar sobre algunos asuntos cada vez más presentes en la vida de la Iglesia de la Amazonia. Uno de ellos es la celebración de la Eucaristía en las comunidades, aspecto sobre el que habló en una entrevista con el Papa Francisco en abril de 2014.

Monseñor Kräutler afirma en la entrevista que «para esa gente la Eucaristía se convierte en algo extraño, que no conocen, no tienen una relación íntima con la Eucaristía», lo que es no es muy consecuente teniendo en cuenta que «lo específico de nuestra fe católica es la Eucaristía, y una comunidad que no tiene Eucaristía, hasta en los documentos conciliares, en los documentos de los Papas, se dice que no existe comunidad cristiana, a no ser alrededor de la mesa de la Eucaristía».

En ese sentido, el obispo señala que «no se trata de celibato sí o celibato no, el problema no está en ese punto. El problema es que tenemos una Iglesia en que la inmensa mayoría de la población de la Amazonia no tiene posibilidad de participar de la Eucaristía». Por eso, esta será una de las cuestiones que con gran seguridad debe formar parte de las discusiones sinodales, así como de su preparación.

Al mismo tiempo, la entrevista pone de manifiesto el destacado papel que los pueblos indígenas van a tener en el Sínodo, a quienes «vamos a escucharlos, como hemos escuchado a quien ha participado de los seminarios de la REPAM». No podemos olvidar que el Sínodo va a ser un nuevo paso en una dinámica iniciada en el Vaticano II y que se acentuó en la Laudato Si.

¿Qué es lo que puede suponer el Sínodo para la Iglesia de la Amazonia?

En primer lugar, que el Papa tomase la iniciativa de convocar el Sínodo, para nosotros es algo inedito. De hecho, soñábamos con eso, pues sabemos que la Amazonia es algo especial, que no se puede comparar con nada en todo el mundo. Sabemos también que los problemas de la Amazonia y la caminada de la Iglesia en la Amazonia tienen algo de especial. Hoy nos enfrentamos a grandes desafíos.

Descubrimos que el Papa, desde el principio, tiene una profunda admiración, un profundo cariño por la Amazonia. Yo estuve con el Papa el 4 de abril de 2014, y en ese momento yo cambié. Fui como Secretario de la Comisión Episcopal para la Amazonia (entidad que forma parte de la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil), y hablamos sobre la Amazonia, sobre los pueblos indígenas, sobre todos esos asuntos que se refieren a esa macro región.

En esa entrevista, usted habló con el Papa sobre cómo resolver el problema de la celebración eucarística en las comunidades. ¿Puede ser ese uno de los temas del Sínodo?

Puede ser. Cuando el Papa convocó el Sínodo, dijo que el objetivo del Sínodo sería buscar nuevos caminos de evangelización, con un enfoque especial para los pueblos indígenas, y la preservación de la Amazonia con respecto a la naturaleza, a la creación. En ese punto, la Amazonia tiene una función específica y peculiar para el Planeta Tierra, tiene una función reguladora del clima planetario. Dentro de ese contexto, para mí existen tres puntos importantes.

Aquel día que estuve con él, le hablé con claridad, sobre la escasez de clero, que en la Amazonia el 70% de las comunidades tienen Eucaristía tres o cuatro veces por año, o tal vez menos. Cuando se habla en nuevos caminos de evangelización, esa va a ser una de las preguntas, cómo podemos resolver esa situación, pues para esa gente la Eucaristía se convierte en algo extraño, que no conocen, no tienen una relación íntima con la Eucaristía, ya no saben cuál es la diferencia entre el culto dominical de la Iglesia católica y el culto de la Iglesia evangélica.

Lo específico de nuestra fe católica es la Eucaristía, y una comunidad que no tiene Eucaristía, hasta en los documentos conciliares, en los documentos de los Papas, se dice que no existe comunidad cristiana, a no ser alrededor de la mesa de la Eucaristía. Como eso va a quedar, ese es el punto de partida, no se trata de celibato sí o celibato no, el problema no está en ese punto. El problema es que tenemos una Iglesia en que la inmensa mayoría de la población de la Amazonia no tiene posibilidad de participar de la Eucaristía.

Eso es lo que le dije al Papa, ante lo que él me preguntó cuál sería mi solución. Yo le dije, Santo Padre, no tendría ahora una opinión al respecto, y tampoco estoy aquí para hacer propuestas. Él dijo que existen algunas ideas interesantes, pero que está esperando propuestas valientes de los obispos. Él ya había hablado sobre eso a los obispos en Brasil y me lo dijo de nuevo a mí.

Algunos obispos ya están haciendo esas propuestas. En una reciente entrevista con Monseñor Pedro Conti, obispo de Macapá, él me decía que está esperando una señal positiva para comenzar esta experiencia.

De hecho existen. Esa no es una idea mía. A veces piensan que es algo mío, pues estuve con el Papa y estoy aquí en la Comisión Episcopal para la Amazonia, donde soy Secretario, así como responsable por la REPAM (Red Eclesial Panamazónica) aquí en Brasil. Muchos obispos hablan sobre eso, aunque es verdad que el modo de llevarlo a cabo cambia. Cómo vamos a concretar eso, es algo que queda para el Sínodo.

¿Eso nos podría llevar a reconocer que la Eucaristía tiene una dimensión comunitaria, que forma parte de la propia comunidad y no es algo exclusivo del ministerio ordenado?

No, el ministerio ordenado está en función de la comunidad, y no podemos separar las dos cosas. Eso quiere decir que yo no soy padre u obispo para mí, yo soy obispo en función del Pueblo de Dios, o en favor del Pueblo de Dios. Fui ordenado padre para poder presidir la Eucaristía, y la Eucaristía es el momento más alto, el culmen, el centro de nuestra fe, el momento más alto de toda la vida de la comunidad.

En este Sínodo, ¿cuál es el papel que la REPAM puede tener?

Por lo que yo sé, el propio Secretario de los Sínodos, que es el ex-nuncio apostólico aquí en Brasil, el Cardenal Baldisseri, él espera que ayudemos en la preparación del Sínodo.

¿Y cuál puede ser el papel de los pueblos indígenas?

Como ya he dicho, el Sínodo pretende buscar nuevos caminos de evangelización con enfoque específico hacia los pueblos indígenas, y nosotros no vamos a hacer nada para los pueblos indígenas sin escucharlos.

¿Va a haber esa posibilidad?

Claro que la va a haber.

¿En la preparación previa?

Yo estoy pensando en la preparación previa, vamos a escucharlos, como hemos escuchado a quien ha participado de los seminarios de la REPAM, pero eso es algo sólo preliminar, es el inicio de las discusiones, lógicamente vamos a oír a los pueblos indígenas.

Pero tenemos que pensar, no son apenas los pueblos indígenas de Brasil, están los pueblos indígenas de Perú, de Ecuador, donde son mayoría, Bolivia, Colombia, Venezuela, las tres Guyanas, que forman parte de la Amazonia, ahí también hay pueblos indígenas. Tal vez estén en otra situación, pero los pueblos indígenas serán oídos.

Del mismo modo que el Documento de Santarem marcó un antes y un después en la evangelización de la Amazonia brasileña, ¿el Sínodo puede marcar un antes y un después en la vida de la Iglesia de la Amazonia?

Santarem es algo que no se puede entender sin el contexto anterior, que era el Concilio Vaticano II y Medellín. Después los obispos de la Amazonia se reunieron y decidieron, a partir de ahí, apostar por una evangelización encarnada, en la perspectiva de liberación del Pueblo de Dios, con cuatro prioridades.

La primera prioridad fue las comunidades, en aquel tiempo llamadas comunidades cristianas de base, después la formación de los laicos y laicas. La tercera prioridad en aquel tiempo ya fue la cuestión indígena, recordando que en 1972, en aquel mismo año fue fundado el CIMI (Consejo Indigenista Misionero), y el cuarto punto fue el de los mega proyectos. Imaginemos que en 1972 ya se hablaba de mega proyectos, que comenzaron por la carretera Panamazónica y la Perimetral Norte.

Hoy estamos en un momento de auge de los mega proyectos, que son un insulto a la Amazonia, un golpe en el corazón de la Amazonia y, lógicamente, también un golpe a los pueblos de la Amazonia, indígenas, ribereños, pescadores, recolectores de látex, todos los pueblos tradicionales, pero sobre todo a los pueblos indígenas, parte de los cuales todavía viven sin contacto voluntario.

¿El Sínodo será un buen momento para concretar todavía más la Laudato Si en la Amazonia?

Sin duda, no podemos entender el Sínodo sin la Laudato Si, pues tiene un enfoque hacia la Amazonia. Los párrafos 37-38 hablan sobre la Amazonia, así como 145-146 que hablan sobre los pueblos indígenas. Fue, en parte, consecuencia de mi conversación con el Papa.

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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