Bendiga el Señor el corazón de todos nosotros y que esto que compartimos enseñe también a compartir la vida y después el cielo
El papa Francisco concluyó la primera jornada oficial de su visita a Chile visitando el santuario del jesuita San Alberto Hurtado y probando uno de los productos típicos del país: las sopaipillas.
La larga jornada concluyó con una reunión con unos 90 miembros de la Compañía de Jesús, a la que pertenece el papa, y que es un acto habitual en sus viajes.
Después saludó e impartió su bendición a los miembros del «Hogar de Cristo», que se ocupa de los más desfavorecidos y que fundado por San Alberto Hurtado, y otras organizaciones.
Al papa Francisco se le hizo probar una de las miles de sopaipillas, unas croquetas a base harina de maíz y batata, que hizo Sonia Castro, cocinera y activa participante de la parroquia Jesús Obrero, ubicada junto al santuario, para distribuir en esta ocasión.
El papa pareció apreciar la sopaipilla, según lo hizo saber a Sonia Castro y su hija Isabel.
«El señor bendiga este alimento que fue hecho por ustedes mismos. Bendiga las manos que lo hicieron, las manos que lo reparten y las manos que lo reciben», dijo.
«Bendiga el Señor el corazón de todos nosotros y que esto que compartimos enseñe también a compartir la vida y después el cielo«, agregó.
Y concluyó bromeando: «Y ojo que en la bendición no pedí que no cayera mal al hígado porque tiene muy buen olor».