"Ojalá que se logre más justicia a través del diálogo en Nicaragua"

Maradiaga: «No están previstos cambios en el C9 o el colegio cardenalicio»

"Nunca he visto deprimido al Papa, porque es un hombre de oración, aunque, a veces, le 'sale el aborígen'"

Maradiaga: "No están previstos cambios en el C9 o el colegio cardenalicio"
Cardenal Maradiaga

Del infierno que discutan los que tienen interés en estar chamuscándose. Para nosotros, lo importante es encontrar a Jesús personalmente, y vivirlo de cerca

(José M. Vidal).- Como buen músico que es, Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga, está ayudando a su amigo, el Papa Francisco, a ponerle música y letra a la primavera eclesial que, de su mano, florece en la Iglesia, a pesar de las críticas, que nunca lo deprimen. Moderador del C9, asegura que no se prevén cambios a corto plazo ni en ese organismo ni en el colegio cardenalicio. El purpurado hondureño muestra su preocupación por los acontecimientos de la vecina Nicaragua y hace votos para «que se logre más justicia a través del diálogo».

¿Podría haber cambio de cardenales en el C9 en breve?

No está previsto a un corto plazo.

¿Podrían cambiar algunas normas referentes el colegio cardenalicio? Por ejemplo, que el Papa subiese el número de cardenales a 180 o que participasen en el cónclave los presidentes de las conferencias episcopales.

Explícitamente, el Papa ha expresado que no quiere superar el numero de cardenales electores que actualmente es de 120. Tampoco, con este criterio, se puede prever que participen los Presidentes de las Conferencias Episcopales que no son Cardenales.

¿Cómo está viviendo los acontecimientos de la vecina Nicaragua?

Con mucha preocupación y tristeza puesto que se trata de siempre de manifestaciones protestas que, cuando son reprimidas por la fuerza, producen víctimas inocentes, y no vale la pena que se pierdan vidas jóvenes tan valiosas para el futuro del país. Ojalá que se logre más justicia a través del diálogo. Apoyamos a nuestros hermanos con la oración y con el afecto fraterno.

¿Qué le parece la ‘Gaudete et exsultate’?

La exhortación continúa un tema clave en el Papa: la alegría. Porque nuestra fe no es simplemente un elenco de verdades que o te las crees o te vas. Y el Papa lo trae a colación continuamente. Alguien me preguntaba no hace mucho por qué tanta alegría… ¡Porque es lo que nos faltaba! Una exhortación, en la que, además, el Papa recuerda que hay una vocación universal de cada bautizado a la santidad, incluidos los jóvenes. Porque, proponer la santidad a los jóvenes hoy en día no está fuera de sitio, sino que es un tema bien aterrizado.

¿Conoció el texto de la exhortación, antes de su publicación oficial?

No. El Papa tiene una gran capacidad de guardar los secretos. Por ejemplo, cuando tiene que nombrar nuevos cardenales, nadie sabe sus nombres. Pero nadie. Y el día que lo va a hacer, saca un papelito que tiene en el bolsillo y lo lee; ni el Secretario de Estado lo sabe. Mucho menos los candidatos a cardenales; se enteran a través del teléfono. Me tocó con el cardenal de San Salvador, Gregorio Rosa Chávez, cuyo nombramiento escuché por la radio. Entonces, le llamé por teléfono y me dice:

-¿Cómo? Eso no es cierto

-Es cierto, le digo.

-Pero si no me han dicho nada

-Es que ahora te lo están diciendo

Con el de Panamá me tocó lo mismo.

¿Cómo valora el momento en el que estamos, con los cambios de la Iglesia que el Papa Francisco intenta poner en marcha?

El papa Benedicto XV se da cuenta de que, hasta entonces, el papel de los nuncios era casi una fuerza como la de los grandes emperadores para influir en la elección de los papas. En cambio, él desarrolló un cuerpo diplomático que se ha hecho enorme; son cerca de 182 las nunciaturas. Y los gobiernos las quieren tener, porque es un prestigio tener relaciones diplomáticas con la Santa Sede.

Pero hay muchas cosas que aún son punto de discusión. Una de ellas es el papel de las conferencias episcopales en el nombramiento de nuevos obispos que, en general, parece que tienen más fuerza en él las nunciaturas que las mismas conferencias.

¿Se podría llegar a nombrar nuncios laicos?

Ha habido propuestas en este sentido, y yo creo que no sería imposible.

¿Qué le dicen las próximas canonizaciones de Pablo VI y Oscar Romero?

Yo creo que no podemos prescindir de las circunstancias de la historia. Cuando asesinaron a Romero eran tiempos de una guerra civil espantosa, que tuvo más de setenta mil muertos. Y estaban las consiguientes polarizaciones que había entre grupos. Esta canonización era muy deseada; cuando Juan Pablo II fue a Guatemala a la canonización del hermano Pedro de Betancourt, había un rótulo enorme que decía: «Y Romero ¿cuándo?»

Pero, precisamente, lo que nos decía san Juan Pablo II era que un santo debe contribuir a la unidad y no a la polarización. Y en aquél tiempo todavía había mucha oposición.

Ahora, en cambio, no. Yo creo que ha sido el tiempo. Y el papa Francisco, inspirado por el espíritu Santo, porque, en uno de mis primeros coloquios con él, le dije que cuándo iba a canonizar al papa Juan Pablo II. Y él me contestó: «Es que los quiero canonizar a los dos: a Juan XXIII y a Juan Pablo II».

Fue un signo precioso, porque el Papa también considera que el concilio Vaticano II es el gran acontecimiento de la vida de la Iglesia, que no pasa de moda. Más bien, que tenemos que seguir aplicándolo. La beatificación de Romero fue un signo grandísimo para toda América Latina. Y la canonización ahí está. La contraseña de Dios es el milagro y el milagro está y es patente. Los médicos dijeron que no se puede negar.

¿Y la canonización de Pablo VI?

También. Es algo que esperábamos desde hace muchísimo tiempo. Yo tuve ocasión de conocerle, aunque no personalmente, pero por toda su historia y por todo lo que trabajó.

¿Hay atisbo de lugar o fecha?

Se dice, aunque no oficialmente, que será durante el Sínodo. En el mes de octubre. Y posiblemente en el tercer domingo; el día 21.

¿En Roma?

Sí.

Como centroamericano, ¿no le gustaría que fuera en San Salvador?

Claro. Me encantaría. Pero creo que la ocasión es magnífica. Se trata de un acontecimiento eclesial y nada mejor para celebrarlo que teniendo representantes de toda la Iglesia en el Sínodo.

Hace poco, se celebró un Congreso, a pocos metros del Vaticano, titulado «¿Iglesia Católica, adónde vas? Solo un ciego puede negar que hay una gran confusión en la Iglesia». En él participaron los cardenales Brandmüller, Burke y Zen, el arzobispo de Astaná, entre otros.

Sí, lo leí y me dió tristeza, porque creo que no podemos encerrarnos en una determinada línea de opinión, debemos ser abiertos y escuchar las distintas opiniones. El hecho de considerar que ‘Amoris laetitia’ pueda contener una herejía es una equivocación muy grande, que no solo contradice al Papa, sino a dos Sínodos.

¿Cree que con otro Papa este acto se celebraría?

No sabría decirlo. Pero a mí me parece que el Papa tiene mucha paciencia y que estos hermanos están perdiendo su tiempo.

¿Qué propuesta puede hacer la Iglesia ante la situación tan problemática de la emigración de centroamericanos y hondureños hacia el Norte?

Una de ellas es lo que se llama la pastoral de los migrantes. Que no es simplemente abogar para que los reciban en otro país, sino darles soluciones a los jóvenes de tal manera que no tengan que migrar. La gran mayoría migran por dos causas principales: la primera es que no tienen horizonte, porque no tienen trabajo, y los gobiernos se suceden y no se incrementa la auténtica solución, que es el desarrollo. Siguen en el mismo modelo, que es favorecer a unas cuantas industrias de los más ricos, para que sigan enriqueciéndose y exportando capitales, en lugar de invertir. Pero, por otro lado, cómo se va a invertir, si no hay justicia y hay impunidad.

Humildemente les digo que uno de los puntos muy débiles que tenemos en Centroamérica es la falta de justicia. La impunidad, por un poder judicial que está de acuerdo con lo que el gobierno de turno le pida. Y esto no puede favorecer que haya inversión y desarrollo. Y el desarrollo es la única respuesta. Nadie migra por su propio gusto. Pero no se puede quedar esclavizado por una pobreza que se va perpetuando. Son las dos causas principales de la migración: la falta del desarrollo y la falta de justicia por la impunidad.

¿Y qué le parecen las respuestas a la emigración que estamos viendo en Europa y en EE.UU. de la guardia nacional en fronteras, muros y alambradas?

Para mí, es un dolor que, llegado el siglo XXI, estemos construyendo muros en lugar de construir puentes. Es una de las tareas en las que el Papa insiste con firmeza: hay que construir puentes. Pero, ¿qué responde la gran potencia? Que hay que construir muros. Y no solo físicos, porque hay otro tipo de muros como el racismo, por ejemplo, que en algunos países es muy fuerte todavía. Y la esclavitud de una pobreza a la que no se le busca solución.

Volviendo a los jóvenes. Ahora se habla de los milennials, que casi llegan hasta los treinta años. ¿Las personas de treinta-cuarenta años que están alejadas de la Iglesia, son una generación perdida?

Yo no diría perdida, pero sí una generación a la cual se le debe prestar atención. También ellos esperan una respuesta de una madre, que se llama Iglesia. Por eso es tan importante lo que el Santo Padre nos dice de una Iglesia en salida: no podemos quedarnos esperando a que vengan a nosotros. Tenemos que salir a buscar a aquellos que, tal vez, no se animan a llegar a una Iglesia que, consideraron, no daba respuestas. Ahora es una Iglesia que ha cambiado y que tiene otro tipo de actitudes.

El Papa, en «Evangelii Gaudium», nos dice que no nos dejemos robar la misión. Que tenemos que ser una Iglesia capaz de llevar una buena noticia, para compartirla con la gente y para que encuentre nuevos horizontes.

¿Ve a la Iglesia española suficientemente movilizada y en salida?

No es que tenga tanta cercanía, pero lo que sí veo es que hay nuevos horizontes en muchas de las diócesis. Hay otro espíritu, que me gusta, con muchas iniciativas de los jóvenes. Y me parece que hay que seguir por ese camino.

Antes decía que «Amoris Laetitia» tiene que entrar por todas partes.

Estoy convencido.

¿En su recorrido por todo el mundo ve que «Amoris laetitia» vaya calando?

Sí, y más entre los laicos que entre los curas. Los laicos, cuando entran en ella y la conocen, se enamoran.

Me da tristeza que se quede reducida a un capítulo, el octavo, y a una nota al pie de página, hablando que si es o no es herejía. Basta conocer la historia de la teología, para ver claro que esto que dice el Papa no es ninguna cosa que se sacó de la manga. Es continuidad con el magisterio de la Iglesia; con santo Tomás, con san Agustín, con san Alfonso. Quedarse en una supuesta herejía es verdaderamente tiempo perdido, para mí.

Podría compartirnos cómo vive el Papa estas situaciones de tanta crítica.

Con una enorme paz, porque es un hombre de oración.

Una de las grandes enseñanzas que he recibido del papa Francisco es que, cada mañana, se levanta prontísimo para dedicarse a la oración. Luego, a las siete, viene a la santa eucaristía y sus homilías son, todas, una meditación sobre la palabra. Al terminar la jornada, hace una hora de oración al Santísimo, entre las siete y las ocho de la noche. Él vive en sintonía con el Señor y, de ahí, su gran paz.

Alguna vez, como nosotros decimos, «le sale el aborigen», pero es instantáneo. Yo nunca le he visto deprimido. Y uno, a veces piensa: «Caray, si yo tuviese ese colaborador, ya le hubiese mandado a paseo». Pero él tiene otra manera.

¿Qué le parece la polémica sobre el infierno, a propósito de la entrevista de Scalfari?

Que muchas veces se buscan polémicas donde no las hay. A mí no me interesa tanto el infierno. Me interesa cómo alcanzar a las personas, para que lleguen a encontrar a Jesús, que es lo más importante. Del infierno que discutan los que tienen interés en estar chamuscándose. Para nosotros, lo importante es encontrar a Jesús personalmente, y vivirlo de cerca.

Volviendo a «Amoris laetitia», el Papa aplaudió la nota de la Conferencia Episcopal Argentina. ¿Sería bueno que al ejemplo de esta conferencia cundiese y que otras conferencias episcopales sacasen instrucciones, sobre ese tema concreto?

Es muy importante. Y espero mucho del Encuentro Mundial de las Familias de Dublín (del 21 al 26 de agosto), porque lo que necesitamos es una reforma profunda de la pastoral familiar. Y «Amoris laetitia» es el instrumento adecuado.

La familiar tiene que ser como una línea transversal en todo tipo de pastoral. El Papa tuvo mucha razón, cuando escogió como el sínodo inicial de su pontificado el de la familia. Creo y espero, porque he sido invitado a participar en el congreso, que la línea será ésa: activar y vivificar una nueva pastoral familiar.

A nivel personal, ¿cómo se siente usted después de toda la polémica por un presunto mal uso de fondos procedentes de la Universidad Católica de Honduras?

Esto es una campaña contra el C-9, clarísimamente, porque el C 9 no ha sido del gusto de muchísimas personas, especialmente en Italia. Ahora se acabó. Muchos pensaban que el Santo Padre iba aceptar la renuncia de un corrupto que ya ha cumplido 75 años, y pondría a otro. Y resulta que me ha dicho que continúe. Así que ya pierden su tiempo con todas esas sucias maniobras.

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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