"Vamos a invitar al Papa Francisco" para conseguir la paz en el país

Bergoglio, en la agenda política del nuevo gobierno de México

El presidente electo ha convocado a los líderes religiosos a construir un diálogo común

Bergoglio, en la agenda política del nuevo gobierno de México
Andrés Manuel López Obrador (MÉXICO). EP

Andrés Manuel llega a la presidencia con una legitimación popular como nunca. Echar la mano de la figura papal es necesario para apuntalar su proyecto de nación hacia el 2024 en donde, según sus buenos propósitos, la violencia será un recuerdo

(Guillermo Gazanini, México).- La jornada electoral concluye con el refrendo de lo que se venía dando en las encuestas a lo largo de seis meses. Nunca estuvo por debajo y la máxima prueba fue el domingo 1 de julio. Tras doce años de lucha política, Andrés Manuel López Obrador se convierte en Presidente de México gracias una votación copiosa de más del 50 por ciento.

Las celebraciones espontáneas se dieron de inmediato y el pueblo en general mostró esa euforia como no se había visto en una noche de la victoria desde aquélla del dos de julio de 2000 cuando Vicente Fox dio la alternancia sacando al PRI de Los Pinos.

La victoria parecía cantada desde que sus adversarios se dedicaron más a denostar y a la guerra sucia para bajarlo de las encuestas a toda costa. Todavía en el fin de semana electoral hubo mensajes contra AMLO tratando de azuzar el miedo e incentivando la inquietud; sin embargo, los resultados no sólo dieron una victoria aplastante al próximo titular del Ejecutivo, también su Movimiento aglutinado en MORENA tuvo cifras que ni el mismo López Obrador habría imaginado lo que obligará al replanteamiento del sistema de partidos políticos.

¿Cuál será la agenda de la religión en el nuevo gobierno de México? Lejos de demostrar una aversión, la distinta campaña del próximo presidente de México demostró más señales de acercamiento que deslinde hacia jerarcas y líderes religiosos y en su discurso de la victoria en la madrugada del lunes 2 de julio agradeció a los «millones de católicos, millones de evangélicos, millones de libre pensadores» por haber confiando con él a través de su voto. Y aunque no puede hablarse de un sufragio católico duro, la campaña lopezobradorista echó mano de símbolos religiosos y de la imagen del Papa Francisco para ofrecerlo como potencial interlocutor en un eventual «proceso de paz» en México por el fin de la violencia. «Vamos a invitar al papa Francisco», recalcó.

 

 

Lo anterior lo confirmó en la 105 asamblea de la Conferencia del Episcopado Mexicano en abril pasado cuando en la pasarela de candidatos ante obispos, Andrés Manuel generó más preguntas que certidumbre en la cúpula de la jerarquía católica mexicana y en donde el hecho de comprometer al mismo Papa sería estrategia de campaña más que un recurso político efectivo.

En esa reunión «armónica», ante los prelados del país trazó la posibilidad de diálogo nacional donde el Papa Francisco estaría sentado como mediador. Según López Obrador, el Santo Padre ha participado «en otros procesos de paz y reconciliación, con otras características desde luego, como el restablecimiento de relaciones entre Cuba y Estados Unidos, o en el proceso de paz de Colombia, y en todo aquello que contribuye a la paz» diría después de su encuentro con los obispos. Propósito que pareció reafirmar esta noche cuando, por la construcción de este diálogo y pacto, reafirmó la convocatoria a líderes de las distintas confesiones religiosas.

Sin embargo, es contrastante que Andrés Manuel podría tener una agenda distinta a la de la izquierda más ultra que precisamente no tendría las mejores coincidencias con el virtual presidente electo. Cuando fue Jefe de Gobierno de la Ciudad de México (2000-2005), no aceptó ni hubo promoción de la legislación para la despenalización del aborto hasta que en la jefatura de Marcelo Ebrard (2006-2012) se aprobó la polémica legislación que condujo a un choque con la Iglesia de la Arquidiócesis de México. Hoy Marcelo Ebrard está en el equipo de transición del nuevo gobierno.

Sobre las uniones de parejas del mismo sexo, Andrés Manuel parece mantener una posición más cercana a lo conservador cuando en campaña sólo aclaró el respeto a la legislación vigente sin admitir la posibilidad de una apertura a los matrimonios homosexuales como intentó el gobierno de Enrique Peña Nieto al naufragar estrepitosamente. Más que de izquierda, Andrés Manuel parece coincidente a la plataforma del Partido Encuentro Social, unido en la coalición que le dio el triunfo, instituto de orígenes evangélicos con la misión de crear y encumbrar líderes políticos como Dios manda.

 

 

No obstante, los planes sociales de López Obrador parecen más orientados a sacar una raja política de la figura papal cuando la cuestión de la violencia e inseguridad, temas que son los más lacerantes en muchas comunidades de México, deben ponerse a la consulta pública donde el mismo Papa estaría invitado, aunque no se sabe de qué manera podría ser intermediario. Uno de los puntos más criticados en la campaña de Andrés Manuel fue la famosa amnistía a capos, delincuentes y líderes de los cárteles, sin embargo, con el triunfo en la bolsa, esta medida podría ser guardada en el baúl de las promesas como buen recurso que pudo servir para maniobrar votos.

Lo que es cierto es que cada Presidente de México insiste en tener al Pontífice de Roma por lo menos una vez durante su administración. Desde la época moderna de relaciones consentidas y después jurídicas, presidentes han estrechado la mano del Papa en las tierras del Tepeyac a excepción del gris Miguel de la Madrid Hurtado. Andrés Manuel no perderá la oportunidad de extender al Papa el mismo propósito para capturar el capital político que representa especialmente en este momento coyuntural donde está en juego la efectividad de la política de paz y de una nueva estrategia prometidas por López Obrador para suplir a la actual que considera como fallida en el combate a la violencia.

Andrés Manuel llega a la presidencia con una legitimación popular como nunca. Echar la mano de la figura papal es necesario para apuntalar su proyecto de nación hacia el 2024 en donde, según sus buenos propósitos, la violencia será un recuerdo y donde estaría consumada «la revolución de las conciencias que ayudará a impedir… el predominio del dinero, del engaño y de la corrupción y la imposición del afán de lucro sobre la dignidad, la verdad, la moral y al amor al prójimo» según ha escrito el próximo presidente de México. Al tiempo.

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Autor

Jesús Bastante

Escritor, periodista y maratoniano. Es subdirector de Religión Digital.

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