Jóvenes indígenas exigen "el respeto de nuestra diversidad, cosmovisiones y nuestros modos de vivir"

«¡Ha llegado el momento de vivir con alegría el rostro indígena de la Iglesia!»

Piden respeto a sus teologías particulares y "que se reconozcan y demarquen los territorios indígenas"

"¡Ha llegado el momento de vivir con alegría el rostro indígena de la Iglesia!"
Encuentro de las poblaciones indígenas Luis Miguel Modino

Escuchamos de las invasiones y explotación de territorios originarios, gobiernos que violan las leyes de protección ciudadana, las transnacionales y los grandes proyectos económicos que violan a la Casa Común

(J. B.).- «¡Ha llegado el momento de vivir con alegría el rostro indígena de la Iglesia!» Jóvenes indígenas procedentes de 12 países, y representantes de 40 pueblos originarios, han firmado un manifiesto tras el encuentro de Soloy, previo a la JMJ de Panamá.

En el mismo, quieren dirigirse «a los pueblos indígenas del mundo» para «compartir nuestra fe en Jesucristo desde la riqueza milenaria de nuestras culturas». Entre los temas tratados, afirman, se encontraban «la memoria viva de nuestros pueblos, la importancia de vivir en armonía con la Madre tierra y ser protagonistas en la construcción del otro mundo posible».

Los participantes agradecen en la nota el mensaje del Papa Francisco en el que les invitaba a «hacerse cargo de las raíces, porque de las raíces viene la fuerza que los va a hacer crecer, florecer y fructificar».

Fue un encuentro festivo y testimonial, pero también de «luchas, anhelos, sueños, esperanzas y dolores, de los cuales brota un grito de la Madre Tierra y de sus hijos oprimidos».

 

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«Entre las numerosas violaciones a la dignidad de nuestros pueblos, escuchamos de las invasiones y explotación de territorios originarios, gobiernos que violan las leyes de protección ciudadana, las transnacionales y los grandes proyectos económicos que violan a la Casa Común a través de la minería, deforestación, construcción de hidroeléctricas y el turismo invasivo», sostienen.

En este sentido, denuncian «con dolor que las autoridades y gobiernos, quienes deberían de cuidar a la población en general, especialmente a los más débiles, crean alianzas con poderes económicos para llevar a cabo sus intereses individuales marginando a los demás».

«Nosotros los jóvenes indígenas, reunidos en una sola voz, exigimos el respeto de nuestra diversidad, cosmovisiones y nuestros modos de vivir, manifestados en las practicas del Buen Vivir», subraya el comunicado, que reclama «que todos los pueblos tengan vida y un futuro que ofrecer a las nuevas generaciones debido a que en esta tierra estamos entretejidos».

«Hacemos un llamado a los gobiernos y a la sociedad en general que se reconozcan y demarquen los territorios indígenas, y proporcionen una educación que respete las culturas de nuestros pueblos como culturas distintas, con sus propias riquezas y sabidurías», prosiguen los jóvenes indígenas, que piden a la Iglesia «los espacios apropiados para vivir nuestras espiritualidades, desde nuestras cosmovisiones, herencias de nuestras abuelas y abuelos, y el respeto a las teologías particulares de nuestros pueblos, frutos de la síntesis entre nuestra fe ancestral y la plenitud de nuestra esperanza en la persona de Jesucristo».

 

 

 

Mensaje desde el Encuentro Mundial de la Juventud Indígena

«Asumimos la memoria de nuestro pasado para construir la esperanza con valentía»

 

A los pueblos indígenas del mundo, a los hermanos y hermanas que comparten con nosotros la fe católica y a las personas de buena voluntad:

Nos hemos reunido, llenos de esperanza, jóvenes indígenas de 12 países representando a 40 pueblos originarios, del 17 al 21 de enero de 2019 en Soloy, Comarca Ngäbe-Bugle, Panamá, para compartir nuestra fe en Jesucristo desde la riqueza milenaria de nuestras culturas. Tratamos temas como de la memoria viva de nuestros pueblos, la importancia de vivir en armonía con la Madre tierra y ser protagonistas en la construcción del otro mundo posible. Nos alegró recibir el mensaje del Papa Francisco al inicio del EMJI donde invita a la juventud indígena «hacerse cargo de las raíces, porque de las raíces viene la fuerza que los va a hacer crecer, florecer y fructificar».

En un ambiente de danza, música y oración, también compartimos impactantes testimonios que nacen de las realidades de nuestros pueblos, como sus luchas, anhelos, sueños, esperanzas y dolores, de los cuales brota un grito de la Madre Tierra y de sus hijos oprimidos. Entre las numerosas violaciones a la dignidad de nuestros pueblos, escuchamos de las invasiones y explotación de territorios originarios, gobiernos que violan las leyes de protección ciudadana, las transnacionales y los grandes proyectos económicos que violan a la Casa Común a través de la minería, deforestación, construcción de hidroeléctricas y el turismo invasivo. Así mismo, reconocemos con dolor que las autoridades y gobiernos, quienes deberían de cuidar a la población en general, especialmente a los más débiles, crean alianzas con poderes económicos para llevar a cabo sus intereses individuales marginando a los demás.

Sentimos el sufrimiento que vive particularmente el pueblo Naso y Emberá en Panamá por la falta de respuesta del gobierno para la demarcación de su territorio, la masacre de los pueblos indígenas en Brasil, especialmente los Guarani, Kaiowa y Karipuna que viven con una amenaza inmediata de genocidio y la masacre de los jóvenes nicaragüenses por defender los derechos de sus pueblos. De igual manera nos preocupa la amenaza y el asesinato de líderes indígenas cuando defienden los derechos de sus pueblos y la Madre Tierra.

Por eso, nosotros los jóvenes indígenas, reunidos en una sola voz, exigimos el respeto de nuestra diversidad, cosmovisiones y nuestros modos de vivir, manifestados en las practicas del Buen Vivir. De la misma forma nosotros como pueblos indígenas reconocemos que la tierra es nuestra madre, por eso demandamos el cuidado de la Casa Común para que todos los pueblos tengan vida y un futuro que ofrecer a las nuevas generaciones debido a que en esta tierra estamos entretejidos.

Hacemos un llamado a los gobiernos y a la sociedad en general que se reconozcan y demarquen los territorios indígenas, y proporcionen una educación que respete las culturas de nuestros pueblos como culturas distintas, con sus propias riquezas y sabidurías.

A nuestra querida Iglesia, pedimos los espacios apropiados para vivir nuestras espiritualidades, desde nuestras cosmovisiones, herencias de nuestras abuelas y abuelos, y el respeto a las teologías particulares de nuestros pueblos, frutos de la síntesis entre nuestra fe ancestral y la plenitud de nuestra esperanza en la persona de Jesucristo.

¡Ha llegado el momento de vivir con alegría el rostro indígena de la Iglesia!

 

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Autor

Jesús Bastante

Escritor, periodista y maratoniano. Es subdirector de Religión Digital.

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