La antropología que hoy se intenta imponer a toda costa es contraria a la razón natural y la visión cristiana del hombre
(José M. Vidal).- Representante del episcopado español en la COMECE, Adolfo González Montes, participó recientemente en el simposio vaticano ‘(Re)pensar Europa’, que clausuró el Papa. El obispo de Almería no concibe uan Europa sin sus «raíces cristianas», asegura que «los nacionalismos no son buenos» y advierte de que «los hechos consumados contra las leyes constitucionales legítimas de un Estado de derecho son ilegales e inmorales».
¿Qué impresión sacó de los trabajos y reuniones del simposio (Re)pensar Europa, como representante de la CEE en la COMECE?
Es preciso decir que veníamos preparando este Encuentro para el diálogo sobre Europa desde tiempo atrás, con motivo de los sesenta años de los Tratados de Roma. Mi impresión ha sido que en gran medida se ha logrado el objetivo propuesto. La crisis social y económica padecida y de la que sólo hemos empezado a salir, los problemas de la inmigración y el flujo de refugiados, el Brexit y la crítica y resistencia de algunos países del Este al rumbo ordenancista de la Unión y otros asuntos, nos preocupaban ciertamente. Los resultados han sido muy aceptables.
No es fácil juntar a 350 líderes europeos y obispos con el objetivo de repensar Europa. ¿Se nota el tirón del Papa Francisco?
No, no es fácil, pero por COMECE pasan líderes y políticos de los países de la Unión, y ejecutivos de Bruselas que son jefes de sección y departamento, responsables de áreas de la Comisión y del Parlamento. Les invitamos a nuestras reuniones y dialogamos sobre diversos temas, siguiendo, sobre todo, el ordenamiento jurídico que va configurando la Unión Europea. También invitamos a eclesiásticos de países que no pertenecen a COMECE, a los representantes de la Santa Sede en Estrasburgo y sede de Naciones Unidas en Ginebra, al Secretario del Consejo de Conferencias Episcopales de Europa. Por esto hemos podido preparar el Encuentro de Roma. Estamos atentos al magisterio del Papa, y a las reuniones de la COMECE asiste el Nuncio en la Unión Europea. La COMECE está en permanente relación con la Secretaría de Estado.
¿Puede haber Europa sin sus raíces cristianas?
Hay un empeño persistente por lograrlo por parte de ciertos sectores ideológicos y políticos, pero es suicida y, por lo demás, absurdo, porque el mundo de valores morales de la Unión Europea es impensable sin sus «raíces cristianas»; también sin algunos principios de la Ilustración, pero, de hecho, en la medida en que el ordenamiento jurídico europeo se aparta de las raíces cristianas, en esa misma medida se torna más problemática la Unión.
Y, sin embargo, el viejo continente está cada vez más secularizado. ¿Cuánto más ricos menos religiosos?
Es cierto, pero esto mismo va acrecentando la convicción de que, con la pérdida de la fe cristiana, nos vamos despojando del sentido trascendente de la vida; de que se van entregando las decisiones éticas a los intereses y condiciones de cada situación. En definitiva, se va diluyendo la conciencia moral, a pesar de las muchas protestas humanitarias que se invocan tantas veces de manera farisaica. Por otra parte, crece la convicción, incluso entre personas agnósticas, de que es contrario a la libertad y los principios de una sociedad verdaderamente democrática y abierta la intolerancia anticristiana. La antropología que hoy se intenta imponer a toda costa es contraria a la razón natural y la visión cristiana del hombre.
¿Tiene futuro una Europa que construye muros y da la espalda a los emigrantes y a los refugiados?
Creo que no se trata de construir muros, sino de intentos de regular la inmigración. Europa ha acogido a muchos millones de inmigrantes y refugiados en las tres últimas décadas. Es cierto que habrá que hacer todavía esfuerzos mayores, lo exige así el Evangelio y la caridad cristiana, pero hay que decir también que las sociedades europeas han realizado y siguen realizando grandes esfuerzos en razón de sus principios y valores morales, y no sólo en razón del mercado. Sería justo reconocerlo. Lo ha dicho así el Santo Padre en su magnífico discurso de clausura del Encuentro de Roma. Ha llamado, como siempre ha hecho, a la generosidad y a la recepción solidaria, y ha añadido además que es necesario regular los flujos migratorios y que los países receptores tienen derecho a que se respete su identidad y cultura.
En su discurso de clausura, el Papa criticó las «lógicas nacionales». ¿Se está contagiando España de esa lógica nacionalista a través de Cataluña?
Los nacionalismos no son buenos, ésta es la experiencia real de Europa. La autoafirmación y el expansionismo de los nacionalismos está en el origen no sólo de las grandes guerras europeas, también de muchas otras guerras regionales. Mi punto de vista como obispo es moral, no político. Los hechos consumados contra las leyes constitucionales legítimas de un Estado de derecho no son sólo faltos de legalidad, son también inmorales, porque de hecho lesionan gravemente el bien común. Esto es lo que hemos aprendido y enseñado en las clases de moral social y política conforme a los principios de la doctrina social de la Iglesia.
¿Le duele la falta de diálogo entre los dirigentes de Cataluña y de España?
El diálogo está para servir al entendimiento, dialogar no es partir de la imposición del propio punto de vista al interlocutor. Todo diálogo entre sectores políticos o sociales en una sociedad jurídicamente ordenada tiene un marco legal que lo sustenta y le da legitimidad.
¿La Iglesia catalana se está viendo afectada por la fractura, que está provocando el «procés»?
Si así fuera, sería doloroso, se pondría en riesgo la misión de la Iglesia.
¿Pueden hacer algo los obispos ante esta situación?
La Comisión Permanente de los Obispos ha manifestado la importancia que tiene todo lo que une y que nosotros estamos para promoverlo. Han dicho también y con claridad que se ha de hacer cuanto sea posible para hallar una solución a la grave crisis que está planteada, y que todo debe hacerse dentro del marco constitucional. El criterio moral no puede ser otro que preservar el bien común.
Se baraja su nombre, para cambiar de sede y acercarse a Madrid. ¿Le gustaría pastorear una diócesis como Getafe o son simples rumores?
No sé nada de esto.