Publica un protocolo de prevención y actuación frente a la pederastia clerical

La diócesis de Plasencia cree que «la denuncia es la única vía de opción» ante los abusos

Muy similar al de Astorga, que ya han hecho suyo varios obispados españoles

La diócesis de Plasencia cree que "la denuncia es la única vía de opción" ante los abusos
José Luis Retana, obispo de Plasencia

Ante cualquier sospecha o revelación de abuso "será obligatorio informar a la Vicaría General", de tal forma que será el Obispado quien notifique a los servicios especializados la información (Institución de protección de menores) y al Ministerio Fiscal

El Obispado de Plasencia (Cáceres) ha hecho público un protocolo sobre prevención y actuación frente a abusos sexuales a menores en el que se señala que la denuncia «es la única vía de opción, aún sin tener la certeza de que el menor esté siendo víctima de violaciones».

Según ha informado el Obispado en el último número de la publicación «Iglesia en Plasencia», en el protocolo se marcan de una manera «sencilla y clara» las directrices a seguir en la Iglesia placentina para la prevención, detección, denuncia y actuación ante este tipo específico de maltrato infantil.

Las indicaciones están dirigidas «especialmente» a los sacerdotes pero también a todas aquellas personas que realizan una labor pastoral directa con niños y adolescentes, como catequistas, formadores, profesores o monitores de campamentos, entre otros.

El documento señala que la política de prevención «comienza con la selección de personal».

En este sentido, además de las oportunas entrevistas previas, se exige que todas las personas que entren en contacto con menores deberán presentar el certificado negativo del Registro Central de Delincuentes Sexuales.

 

 

 

Además, los sacerdotes, personal contratado y voluntarios firmarán un documento expreso donde señalan su repulsa a todo abuso contra menores y que si cometen cualquier acto de este tipo, «lo hacen engañando y traicionando la voluntad de la Iglesia, siendo responsables de los mismos única y exclusivamente quien los realiza».

La firma también conlleva participar en cursos de prevención y denuncia de estas prácticas.

El protocolo enumera, además, una serie de prácticas preventivas para evitar abusos, violaciones o estupros, entre ellas «eludir muestras físicas de afecto», «no examinar a un enfermo sin la presencia de otro adulto» o «llevar a cabo como norma una política de puerta nunca cerrada».

Asimismo, el documento prohíbe «absolutamente la práctica de juegos, bromas o castigos que puedan tener connotación sexual, evitando cualquier tipo de conductas que impliquen o sugieran desnudarse o besarse», así como «novatadas y otras dinámicas o juegos que puedan llevar actos vejatorios, denigrantes o sexistas».

El documento señala también la forma de actuar en caso de revelarse un caso de abuso a menores, «en los que la denuncia es la única vía de opción, aún sin tener la certeza de que el menor esté siendo víctima de violaciones», defiende el Obispado.

Así, ante cualquier sospecha o revelación de abuso «será obligatorio informar a la Vicaría General», de tal forma que será el Obispado quien notifique a los servicios especializados la información (Institución de protección de menores) y al Ministerio Fiscal.

Por lo que refiere al ámbito eclesial, el protocolo pide llevar a la práctica las medidas propuestas por la Santa Sede y la propia normativa de la Conferencia Episcopal Española.

 

 

Así, se debe proteger la libertad de los testigos y garantizar la buena marcha del proceso, imponer medidas temporales de carácter cautelar para prohibir al clérigo acusado el ejercicio del ministerio sagrado o del propio oficio, imponer o prohibir la residencia en determinados lugares, o incluso prohibirle la participación pública en la eucaristía.

(RD/Efe)

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Autor

Jesús Bastante

Escritor, periodista y maratoniano. Es subdirector de Religión Digital.

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