El Superior General de los jesuitas, en el Congreso de la Federación Internacional en Madrid

Sosa alaba a ‘Fe y Alegría’ como «ejemplo emblemático del esfuerzo educativo que promueve la justicia»

"Se ha convertido en una de las redes en las fronteras que da un nuevo rostro a la Compañía de Jesús"

Sosa alaba a 'Fe y Alegría' como "ejemplo emblemático del esfuerzo educativo que promueve la justicia"
El padre Sosa, en el Congreso de 'Fe y Alegría' Twitter/@Entreculturas

Fe y Alegría puede contribuir en la misión de reconciliación y justicia. Porque ayuda a abrir los ojos a la realidad de la gente que sufre, de los excluidos; la realidad de quienes viven en situación de pobreza, marginación o discriminación

(Entreculturas).- Esta mañana ha dado comienzo el núcleo del 47 Congreso de la Federación Internacional de Fe y Alegría que estamos celebrando estos días en Madrid. Hemos tenido el privilegio de contar con la presencia de Arturo Sosa SJ, Padre General de la Compañía de Jesús que se ha dirigido a los más de 350 personas provenientes de 33 países con un discurso inspirador y motivador en torno a los retos de Fe y Alegría como red universal y en el que ha instado a soñar con una acción capaz de impactar en el nivel global, sin perder ni un ápice de la opción radical por las personas más vulnerables y excluidas.

Texto completo del discurso del padre Arturo Sosa:

Me siento feliz de poder compartir la inauguración de este Congreso Internacional de Fe y Alegría que me permite volver a ser testigo del renovado dinamismo que tiene este movimiento de educación popular. Recuerdo con emoción las primeras visitas a la Escuela de Fe y Alegría del Barrio Unión de Petare en Caracas. Podría decir que empecé a conocer los barrios de la mano de Fe y Alegría. Cómo imaginar que aquella semillita sembrada por un grupo de estudiantes universitarios guiados por la intuición del P. José María Vélaz, S.I., sembrada en la parcela fecunda que fue la casa de Abraham y Patricia Reyes en Catia, Caracas, produciría esta magnífica red internacional que conecta ya más de millón y medio de estudiantes en más de tres mil centros educativos en veintidós países del mundo y no tiene la más mínima intención de frenar su crecimiento.

 

 



Colaboradores en la única misión

Fe y Alegría nace de una fina sensibilidad por las necesidades de los niños y jóvenes sin acceso a la educación. Nace de la fe en las capacidades de todos los jóvenes; de la fe en la eficacia de la educación como instrumento de crecimiento personal integral y de transformación social. Fe y Alegría madura porque tiene una fuerte identidad, una misión clara y ha sabido desarrollar su organización para atender las exigencias de su propuesta educativa y social. Fe y Alegría aprendió a enredarse; encontró en el funcionamiento en red el modo de mejorar el uso de sus recursos.

La red educativa y popular de Fe y Alegría, sostenida por más de 43 mil laicos y laicas, cerca de novecientas religiosas y religiosos entre ellos un centenar de jesuitas, es un signo palpable de la Iglesia como cuerpo y de cómo la identidad se construye colaborando en la única misión. Los innumerables carismas laicales y de más de ciento treinta congregaciones religiosas representan una asombrosa variedad capaz de complementarse y contribuir a hacer de este movimiento de educación popular un testimonio vivo de la colaboración en la misión de reconciliación y justicia a la que somos llamados.

Fe y Alegría se ha convertido en una de las redes de educación en las fronteras que da un nuevo rostro al apostolado educativo de la Compañía de Jesús. Me atrevo a decir que Fe y Alegría es la red internacional de educación de calidad para los sectores populares más significativa que la Compañía de Jesús, en colaboración con tantas otras congregaciones y personas, le ofrece a la Iglesia y al mundo. Fe y Alegría es también un gran desafío y una enorme responsabilidad compartida. Su historia e identidad la empujan a no detenerse sino aceptar el reto de ir más allá de sus propios logros porque sabe que lo mucho que se ha hecho es más bien poco en relación a lo que se puede hacer para seguir abriendo oportunidades de educación de calidad a los millones de jóvenes que aún no la tienen.

José María Vélaz siempre se atrevió a más. Como los papás de Jesús, con cuyos nombres fue bautizado, creyó que para Dios nada es imposible e impulso la aventura que dio pie a esta impresionante red educativa posible por la colaboración de miles de personas junto a muy variadas instituciones públicas y privadas.

Fe y Alegría, junto con el Servicio Jesuita a Refugiados y las redes de Colegios y Universidades jesuitas forman el corazón del servicio educativo de la Compañía de Jesús. Es cierto que cada una de las redes tiene finalidades específicas y hasta elementos proféticos distintos. Sin embargo, cada día que pasa es más difícil comprenderlas por separado y se hace más clara la potencialidad transformadora de una red de redes de escuelas e instituciones educativas de todos los niveles que luchan por la transformación el mundo.

Esta intuición se expresa en las últimas Congregaciones Generales de la Compañía de Jesús cuando han mencionado a Fe y Alegría como ejemplo emblemático del esfuerzo educativo que promueve la justicia, funcionando como red de redes y posible porque se abre a muchas formas de colaboración.

Espero que este Congreso recoja el mensaje de la reciente Congregación General 36 que subraya la importancia de la cercanía a los pobres, invita a multiplicar y profundizar la colaboración a través del trabajo en red y señala el discernimiento como el modo de tomar decisiones que lleva a descubrir nuevas fronteras en la contribución a todas las dimensiones de la reconciliación y la justicia desde la educación.

 

 



Servir al pueblo sin fronteras: llamados a una misión universal

Desde su nacimiento la Compañía de Jesús se conforma como un cuerpo internacional llamado a una misión que no conoce fronteras nacionales o continentales. Quienes participan en la misión actual de la Compañía, jesuitas, religiosas, laicos(as), son personas de muchas naciones formando un mismo cuerpo internacional y multicultural. El crecimiento del trabajo en redes nos ha permito trascender también los límites de las obras apostólicas, de la provincias y de las regiones. Esa es la razón por la cual la CG 36 (D2, 8) insiste en el trabajo en red como modo de proceder privilegiado para hacer más universal el servicio de la Compañía. La Compañía se siente llamada a renovar su característica tensión entre echar raíces inculturándose en las comunidades locales y ofrecer una respuesta con horizontes universales, cada vez más articulada, enrededada, que contribuya a hacer de la interculturalidad una dimensión enriquecedora de la humanidad globalizada.

Es cada vez más importante el papel de las redes como Fe y Alegría porque alientan, cultivan y dinamizan nuestra misión compartida y nos permiten soñar con una acción capaz de impactar a nivel global, sin perder ni un ápice de la opción radical por hacer valer el derecho a las oportunidades educativas de las personas más vulnerables y excluidas. Les animo a mantener, fortalecer y desarrollar esta presencia global de Fe y Alegría contribuyendo a que cada persona en el mundo pueda acceder a una educación que le permita desarrollarse como ser humano en libertad, superando las limitaciones que impone la vulnerabilidad y la pobreza fruto de la injusticia estructural.

 

 



La falta de educación de calidad se convierte en la manera de perpetuar la discriminación y la pobreza. En la nueva época del conocimiento, bloquear el acceso a la formación humana que ofrece la educación a los más pobres significa limitar el crecimiento personal de miles de millones de personas y obstaculizar las oportunidades participación ciudadana en la transformación de las estructuras de injusticia. La presencia local, la atención directa de las personas en donde se necesita, es un polo de la tensión de la tarea de Fe y Alegría en tensión con el otro polo, la incidencia a nivel global. Fe y Alegría puede y debe mantenerse en esta tensión, buscando renovarse a sí misma en el modo de responder tanto a nivel local como global. Este Congreso es una oportunidad para iluminar la visión universal y la incidencia global de Fe y Alegría desde sus prácticas innovadoras en lo local. Al mismo tiempo sus prácticas locales se pueden enriquecer y fortalecer si se crece en la visión universal. Es una tensión creativa capaz de producir frutos de transformación de las personas, las comunidades y el conjunto de la sociedad.

En este sentido me parece muy sugerente y audaz la propuesta de renovación de su modo de proceder, a través del cambio de los programas federativos a la nube de redes, buscando una mayor implicación y participación de los países, impulsando la comunicación y, especialmente, ayudando a gestar un nuevo modo de liderazgo más abierto, inclusivo y dinamizador. Pocas organizaciones tienen la capacidad de reinventarse y arriesgar tan creativamente en aras de una proyección estratégica innovadora y de futuro. El trabajo en red es una de las intuiciones más poderosas que hemos ido vislumbrando en estas últimas décadas que se ha convertido en una dimensión central del modo nuestro de proceder. Se necesitan nuevas formas de vertebrar la misión internacional de forma coordinada, dinámica, ágil, con la participación de Fe y Alegría, en alianza con otros actores, personas o instituciones que persiguen objetivos similares.

La Federación Internacional de Fe y Alegría vive la tensión entre la autonomía nacional y el fortalecimiento de la dimensión federativa; del trabajo continuo por la identidad y la visión compartida; de la puesta en común de los recursos de cada país y los esfuerzos por llevar propuestas hasta las últimas fronteras del movimiento. Les animo a continuar en esta dirección incorporando cada vez mayor diversidad de género, cultura y lengua en los distintos lugares en los que siembran, cultivan y recogen frutos.

 

 



Fe y Alegría es educación transformadora

La misión de Fe y Alegría no es hacer escuelas como fin último, sino transformar con la educación las estructuras sociales, sostuvo desde el comienzo el P. Vélaz. Fe y Alegría educa contribuyendo a transformar tanto las personas como las estructuras sociales. El Movimiento de Educación Popular Fe y Alegría nace con vocación de luchar por la justicia social. Una vocación que no sólo se ha confirmado con los años de experiencia sino que se va haciendo cada vez más compleja y focalizada.

La propuesta pedagógica de Fe y Alegría no se entiende sino en el horizonte de la transformación personal y social. No hablamos de una propuesta de contenido, metodología educativa o una tipología de escuelas; Fe y Alegría es un movimiento de Educación Popular que lleva consigo una intencionalidad política, que pretende generar propuestas de transformación social y acompañar a las personas, comunidades e instituciones a conformarse como sujeto social que contribuye a la consecución del Bien Común.

Fe y Alegría es educación formal y, al mismo tiempo, educación ciudadana y corriente de promoción social. Es trabajo con y en la comunidad. Está comprometida con la transformación de las estructuras para mejorar las condiciones de vida de las comunidades, la defensa de los derechos humanos y ampliar la participación ciudadana. Fe y Alegría ofrece una educación que fundamenta el cambio dirigido a construir sociedades libres, democráticas, equitativas, promotoras de paz, en las que la violencia no encuentre lugar. Sociedades en las que todas las personas puedan desarrollar plenamente sus capacidades y vivir con dignidad. Quien no comprende esto, no entenderá jamás la esencia de este movimiento, la razón de su arraigo popular y su potencial transformador.

Por consiguiente, dos de los aportes de Fe y Alegría al servicio educativo de la Compañía de Jesús son: una educación popular para la ciudadanía universal y el trabajo por la defensa del derecho a la educación de calidad. Permítanme compartir algunas breves reflexiones sobre ellos.

 

 



Educación Popular para la Ciudadanía Universal

La educación popular que encarna Fe y Alegría, fuertemente anclada en el Evangelio, es una educación orientada a que las personas excluidas puedan transformar su historia personal y contribuir a transformar la historia colectiva de su comunidad, de su país y de la familia humana. Los retos acuciantes que afronta nuestro mundo, y conforman la crisis socio-ambiental y espiritual a la que el Papa Francisco alude continuamente, nos lleva a plantear los desafíos de la educación popular en el contexto mundial. ¿Cómo podría ser una educación liberadora en un mundo complejo, velozmente cambiante e interconectado? Cada niño y cada niña, cada adolescente y joven que pase por los centros de Fe y Alegría debe comprender la complejidad de este mundo y disponerse a participar activamente en su transformación, en lugar de quedarse fuera como víctima de sus graves injusticias, fracturas y heridas. Cada uno de ellos puede ser parte de la solución de los problemas desde su propia historia y asumiendo un papel comprometido en la lucha por la justicia. Este sería el núcleo de una educación popular para la ciudadanía global.

Aquí aparece de nuevo la audacia de Fe y Alegría: la Red Generación 21. Un proceso que encontró su germen en el trabajo con adolescentes y jóvenes de Fe y Alegría en diversos lugares. Partió del reconocimiento y la escucha a los jóvenes mismos. Los y las jóvenes de esta Red se sienten parte de un movimiento en el que las barreras culturales, socioeconómicas y geográficas se diluyen y la frontera renace como lugar de encuentro, de crecimiento personal, de enriquecimiento mutuo y de transformación social. La Red de Jóvenes de Fe y Alegría encarna en su experiencia vital, el significado de hacer parte de una ciudadanía global que quiere tener una palabra en los principales problemas de la humanidad. Los jóvenes de Fe y Alegría, articulados en esta red, son signo de reconciliación y de trabajo por la justicia. Es una de esas iniciativas educativas que ayudan a «pensar y actuar local y globalmente, sin dicotomías entre ambas dimensiones, que caminan en la línea de la interculturalidad asumiendo como un hecho enriquecedor la diversidad cultural, social y religiosa de nuestro mundo», como compartía con los Delegados de Educación de la Compañía durante el Congreso Internacional en Río de Janeiro en octubre de 2017.

La educación, y nuestras instituciones educativas, forman parte del esfuerzo humano por hacer germinar la semilla del Reino de Dios en la Historia. Nuestra presencia en tantos lugares, culturas y esferas nos sitúa ante una oportunidad única para seguir construyendo en conjunto Fe y Alegría, los Colegios de la Compañía y todos los programas educativos por ella inspirados, este tipo de iniciativas. Sólo actuando de modo conjunto y coordinado podremos asumir desafíos universales y profundizar nuestro servicio a la reconciliación y la justicia.

Sigo con mucho interés las semillas que comienzan a germinar en esta línea. La Red de Innovación Educativa para la Transformación Social entre Fe y Alegría y EDUCSI, los colegios de la Compañía de Jesús en España, Educate Magis… y otras. Tenemos enormes posibilidades de «alentar la esperanza en nuestro mundo contribuyendo a la formación de hombres y mujeres justos, verdaderos ciudadanos del mundo, capaces de generar diálogo y reconciliación entre los pueblos y de estos con la Creación.»

 

 



La Acción Pública en el corazón de la misión Educativa

Quizás no hace falta que lo diga, pero no dejen de levantar su voz desde las fronteras de la exclusión de manera profética y sin perder su independencia. Fe y Alegría gestiona fondos públicos y aspira a fortalecer los sistemas educativos públicos. Sin embargo, es fundamental no renunciar a la denuncia cuando esta sea necesaria para propiciar el Bien Común. Es clave defender, exigir y promover el derecho a una educación de calidad para todas las personas. Les animo a seguir proclamando que no es posible la calidad sin escuelas inclusivas, seguras, escuelas que acojan e integren, escuelas que atiendan la diversidad, innovadoras, contextualizadas y pertinentes… No es fácil este papel, pero Fe y Alegría tiene la responsabilidad de la defensa de la educación como bien público y el fortalecimiento de los sistemas y las políticas públicas que garanticen la justicia social. Este papel es especialmente importante frente a tendencias que se hacen cada vez más frecuentes. Por un lado las privatizadoras, que reducen la educación a un producto de mercado. En el otro extremo las tendencias estatatizadoras que pretenden convertir la educación en instrumento del poder dominante.

No se comprendería el trabajo de Fe y Alegría si no incide de manera gradual y medible tanto en la transformación de la educación pública como en las definiciones y puesta en práctica de políticas públicas que hagan realidad el derecho a la educación de calidad, en cualquier lugar del mundo. Es una lucha local y simultáneamente global. A pesar de las posibilidades técnicas con las que contamos y de todas las declaraciones oficiales asumiendo el acceso a una educación de calidad como un derecho de toda persona, la falta de acceso a ella de millones de niños y niñas sigue siendo una realidad escandalosa en el mundo de hoy. Es una frontera global en la que estamos presentes de diversos modos, en la que Fe y Alegría es de hecho un actor con voz propia.

Aprovecho la ocasión para agradecer el liderazgo que Fe y Alegría tiene en la dinamización de la Red de Incidencia Global por el Derecho a la Educación (GIAN). Fe y Alegría está llamada a vincularse cada vez más a las redes educativas y sociales de la Compañía de Jesús universal. Desde esa vinculación puede profundizar el liderazgo en las iniciativas necesarias y posibles de acción pública para estimular un movimiento global por el derecho a la educación de calidad para todos y todas. Háganlo como lo saben hacer, colaborando entre ustedes y con otros; sigan buscando el apoyo privado responsable, la implicación de los Estados, la incidencia en organismos del sistema internacional y respondiendo a las necesidades de las comunidades locales. La defensa de este derecho como puerta y cauce al resto de derechos es una estrategia de impacto estructural y complemento esencial a la propuesta educativa de la Compañía de Jesús. Ayúdennos a seguir uniéndonos a iniciativas colectivas, y plurales – eclesiales o más allá de la iglesia – en la defensa y consecución de esta Educación para Todos y Todas, marco en el que nuestro trabajo apostólico, al lado del resto de actores, adquiere aún más sentido. Cuenten conmigo y con la Compañía de Jesús Universal para este propósito.

 

 



Fe y Alegría y la Misión de Reconciliación

Quiero reiterar que la labor de los educadores y educadoras y de nuestras instituciones educativas es la de ayudar a las jóvenes generaciones a situarse ante el mundo y ante Dios para que puedan proyectar su desarrollo personal y social contribuyendo a la construcción de un mundo mejor. La Educación Popular de Fe y Alegría lleva en sus entrañas el servicio a la reconciliación: comienza por el propio proceso de transformación personal de quienes participan en el movimiento, continúa por la comprensión del mundo en el que vivimos que convertimos en nuestro hogar y culmina en la acción transformadora del conjunto del proyecto educativo que se lleva adelante.

La reconciliación consigo mismo, con sus propias capacidades, recuperando su dignidad es una dimensión clave. La Educación Popular más que una metodología es una apuesta por las personas, por su transformación y su crecimiento. Cada persona es única e irrepetible, el punto de referencia es su propio potencial y su capacidad de convertirse a la fraternidad que la hace hija de Dios. No sólo hablo de los alumnos/as, sino de todas las personas que entran en contacto con el proyecto educativo y social que es el movimiento Fe y Alegría. Cuidar a cada persona y su relación fraterna con los demás es una opción que requiere planes y acciones concretos. Todos somos parte de esta humanidad, necesitamos ser acompañados y podemos acompañar, ser cuidados y cuidar.

Me quiero hacer eco aquí de compleja preocupación de la Iglesia, del Papa Francisco en particular y también de la Compañía: la protección de los menores y la salvaguarda de su dignidad. Es necesario poner todos los medios necesarios para que los espacios educativos de Fe y Alegría sean espacios seguros para todos los niños y niñas. Es intolerable que se produzca un solo caso de abuso en el ámbito escolar o en el familiar. El trabajo que hay que hacer para lograrlo es ingente. Les pido de corazón que no desmayen en él y no caigan en la ingenuidad de pensar que este tipo de problemas solo afecta a otros. Les pido tolerancia cero en cuanto a abusos de menores o personas vulnerables se refiere. Qué alegría sentiremos si podemos contribuir eficientemente a que la mirada y la sonrisa de los niños y niñas expresen un ambiente seguro en el que pueden vivir confiados.

Fe y Alegría puede contribuir mucho en la misión de reconciliación y justicia. Porque ayuda a abrir los ojos a la realidad de la gente que sufre, de los excluidos; la realidad de quienes viven en situación de pobreza, marginación o discriminación social, cultural, política, religiosa, de género, o hasta generacional. También porque contribuye con su investigación a buscar soluciones a los problemas que nos plantean los diversos contextos en los cuales se encarna; forma educadores y líderes para el cambio que promueven la convivencia fraterna y solidaria; forma estudiantes y sus familias, docentes y comunidades portadores del germen de valores humanos que quiere contagiar a toda la sociedad. Fe y Alegría está llamada a generar espacios en los que se extiende la mano solidaria al inmigrante, a la mujer discriminada, al niño o niña, a quien cree y a quien no cree…; en los que se abran los ojos y los corazones de quienes perciben al distinto como enemigo y no como hermano.

La educación popular hecha vida en instituciones, prácticas y personas concretas puede ser esperanza de transformación en medio de tanta desesperanza que viven los pueblos de América Latina y el mundo. Es un modo de devolver la esperanza a quienes pusieron el sueño de una vida mejor en autoproclamados «movimientos revolucionarios» y quedaron desilusionados porque las promesas no se hicieron realidad. Fe y Alegría es mensajera de confianza en el futuro, enviada a curar heridas personales y sociales, a promover nuevos caminos hacia una vida digna. La Educación Popular busca que las personas y comunidades que padecen la injusticia de nuestro mundo se conviertan en agentes de transformación. Decir la propia palabra y escribir la propia historia, como propuso Paulo Freire, no es otra cosa que ejercer la libertad y la dignidad de hijos e hijas de Dios, al servicio de la construcción del reino de justicia, de paz y de amor. La Educación Popular de Fe y Alegría contribuye a la acción educativa de la Compañía promoviendo la reconciliación y la justicia desde las fronteras de nuestro mundo, donde acaba el asfalto…

 

 



Creciendo en otras tierras

Ha sido una intuición central en Fe y Alegría que abrir nuevos espacios y recrear modos de acción, dinamiza y enriquece todo lo que hacemos. Un movimiento con más de 60 años de historia, mantiene el dinamismo de moverse hacia nuevas fronteras. Soy consciente del trabajo que se viene desarrollando en África y Madagascar en los últimos diez años. Allí también Fe y Alegría se esfuerza por inculturar el movimiento, coherente con el carisma original y con audacia y creatividad bajo liderazgos locales. Me llegan noticias sobre los avances considerables desde Fe y Alegría en Chad, Madagascar, R. D. Congo y del progresivo acercamiento de Guinea, Kenia, Mozambique, Nigeria y Liberia… una Fe y Alegría con marcos de comprensión y estrategias cada vez más abiertas a nuevas intuiciones, cada vez más global y afrontando no sólo nuevas fronteras geográficas sino nuevas iniciativas socio- educativas en fronteras de mayor exclusión: personas en situación de discapacidad, migrantes, refugiados, personas en situación de calle, personas con escolaridad inconclusa o pueblos amazónicos e indígenas…

En mi último viaje a Camboya, hace poco más de un año, pude ser testigo de los primeros diálogos de lo que podría ser el comienzo del movimiento en Asia, enorme continente lleno de vida y de iniciativas que seguro puede aprovechar grandemente las oportunidades que Fe y Alegría ofrece y aportar muchísimo a la cosmovisión y ampliar alcance internacional del movimiento.

Fe y Alegría nace de la iniciativa y la sensibilidad local y así está sucediendo en los nuevos continentes donde va surgiendo. Le corresponde a la Federación Internacional acompañar con delicadeza y paciencia los momentos fundacionales en estos nuevos contextos. Fe y Alegría no es una multinacional de la educación sino una red de procesos socio-educativos transformadores y de calidad, con y para las comunidades locales. Acompañar el nacimiento y desarrollo de nuevas iniciativas requiere ser conscientes de la necesidad de cuidar el ritmo y la sostenibilidad de cada proyecto para ir asegurando el crecimiento orgánico a la medida de las posibilidades reales de las estructuras locales. Por supuesto, sin dejar de soñar y poniendo la esperanza en Dios para quien nada es imposible.

 

 



Visitemos juntos el futuro

Después de la Congregación General 36, la Compañía de Jesús está en un proceso de discernimiento en común que quiere dar forma y dirección a la misión compartida de los próximos años. Obras apostólicas, comunidades, Provincias y Conferencias Regionales están implicadas en un proceso que nos llevará a la definición de las Preferencias Apostólicas Universales. Redes como Fe y Alegría tienen una especial importancia en esta dinámica de escucha y participación en la que el cuerpo apostólico de la Compañía está tratando de leer conjuntamente los signos de los tiempos. Las necesitamos para poder escuchar los sueños de quienes en aulas, claustros y comunidades donde el Espíritu se mueve a sus anchas y nuestra misión se recrea y actualiza. Redes como está son espacios claves en el discernimiento del cuerpo de la Compañía.

Es muy necesario que Fe y Alegría continúe alimentando su dinamismo interno y responda de forma creativa a los retos que se le están planteando. Es necesario ir un paso por delante en una realidad dinámica que cambia velozmente. Hay que evitar que las estructuras se anquilosen y se vuelvan rígidas, o que la complejidad interna las haga pesadas y pierdan agilidad y dinamismo. No hay que perder de vista la intuición fundacional de Fe y Alegría: ningún niño, ninguna niña fuera de una buena escuela. No hay que descuidar la opción preferencial por los más abandonados y rezagados ni decaer en la radicalidad que el P. Vélaz impulsó desde los orígenes. Vale la pena seguir siendo espacio donde miles de maestros y maestras reavivan su vocación para el cambio social y la convergencia de decisiones personales se convierte en movimiento verdaderamente transformador. Fe y Alegría camina confiada porque mantiene su apertura al soplo del Espíritu. Si incorporan el discernimiento en común en su modo ordinario de proceder podrán desarrollar la sensibilidad necesaria para encontrar dónde el Señor les pide estar. Confíen en el Dios enteramente bueno que los hará mejor instrumento de su obra de reconciliación de todas las cosas en Cristo.

 

 



Con ustedes la Compañía quiere visitar el futuro. La Compañía de Jesús está agradecida a Papá-Dios por el regalo que es Fe y Alegría. Agradecida por tantas comunidades en el mundo que encuentran en Fe y Alegría el medio concreto o el modelo para vertebrar su opción por la educación de calidad para personas excluidas. Agradecida por tantas provincias de la Compañía que reconocen la educación popular como parte esencial de su misión. Desearía que Fe y Alegría se mantenga dispuesta y preparada para acompañar y alentar nuevas iniciativas, respetando la idiosincrasia de cada contexto, construyendo desde la subsidiariedad, pero «enredando», vinculando ágilmente cada proyecto a su red global. Ojalá Fe y Alegría pueda continuar construyendo este movimiento allá donde el Espíritu inspire respuestas apostólicas educativas de frontera.

Termino agradeciendo a Dios todo el trabajo que todos y cada uno de ustedes hace y por la inspiración que suponen para todos nosotros. Ayúdennos a aprender de su experiencia educativa. Es un tesoro para ser compartido con otras instituciones de la Compañía.

Deseo que en este Congreso sea un paso más en la comprensión de su propia experiencia para que nuestra tradición educativa se pueda seguir enriqueciendo. Ojalá que la educación popular ayude a todas las obras educativas a formar personas conscientes, compasivas, competentes y comprometidas con la construcción de un mundo nuevo. Ojalá que, en este contexto de globalización de crisis ambientales, sociales y espirituales, sepan mantener el profetismo e irradien modos de hacer concretos para educar y conformar una ciudadanía global que cambien el mundo y nos recuerden el auténtico poder transformador de la educación cuando se pone al servicio de los más vulnerables.

Muchas gracias.

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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