Una visita del Papa a España en agosto supondría un millón de jóvenes de toda Europa, y una mínima organización. Y eso, a día de hoy, es imposible prepararlo en ocho meses
(Jesús Bastante). Todo el mundo espera que el Papa Francisco visite nuestro país el próximo año, coincidiendo con el V Centenario de Santa Teresa de Ávila. Se barajan varias fechas: el 28 de marzo, el mes de agosto o mediados de octubre, y se habla de Ávila, Alba de Tormes, Santiago, incluso Madrid o Barcelona… Sin embargo, a día de hoy, la Santa Sede todavía no ha confirmado, ni oficial ni oficiosamente, el viaje. ¿por qué?
Hay varias razones que hacen que, a día de hoy, la visita de Francisco a nuestro país esté en el aire. La primera, y más evidente, es que el Papa no quiere que su llegada coincida con las diversas convocatorias electorales que tendrán lugar en nuestro país en los próximos meses. Bergoglio se niega a que se repita el ambiente previo a la histórica primera visita de Juan Pablo II en 1982, que se preparó con el gobierno de UCD y se celebró con el primer Ejecutivo de Felipe González en ciernes.
En mayo se celebran las elecciones autonómicas y municipales y, si no hay adelanto electoral, las generales tendrán lugar en noviembre. Ello imposibilitaría, en la práctica, dos de las fechas que se barajaban con mayor fuerza: el 28 de marzo y mediados de octubre, dos fechas imprescindibles en el calendario del Año dedicado a Teresa de Jesús.
«Francisco ha estado a punto de cancelar su visita a Sri Lanka por su cercanía con las elecciones. Y eso que allí el impacto del clericalismo y el anticlericalismo no tiene comparación con lo que sucede en España», subraya a RD un obispo que está viviendo de cerca la preparación de este viaje, aún sin fecha ni orden del día.
Así las cosas, únicamente restaría la posibilidad de una visita en pleno mes de agosto, quizá coincidiendo con el Encuentro de jóvenes que organiza la CEE en Ávila. «Pero para eso ya deberíamos tener una confirmación oficiosa, porque una visita del Papa a España en agosto supondría un millón de jóvenes de toda Europa, y una mínima organización. Y eso, a día de hoy, es imposible prepararlo en ocho meses», subrayan expertos que han participado en la organización de las últimas visitas papales a nuestro país.
La otra razón, nada desdeñable, para que Francisco aún no haya confirmado su visita a España, está en la necesaria renovación del Episcopado español. Tras el fulgurante nombramiento de monseñor Jiménez Zamora como arzobispo de Zaragoza, para tratar de frenar el escándalo surgido en la diócesis, el Papa ha hecho llegar a las autoridades eclesiásticas españolas que no viajará a nuestro país si antes no se solucionan los otros conflictos, algunos ya conocidos (Granada) y otros en ciernes.
Así las cosas, se espera que en los próximos meses, junto a algún nombramiento cardenalicio -se da por hecha la birreta para Carlos Osoro- se produzcan los relevos de Granada, Barcelona y Burgos, a las que habrá que sumar las posibles diócesis relevantes que quedarán vacantes en el juego de cambios episcopales: el Arzobispado Castrense, Compostela, Santander, Barbastro y los auxiliares de Madrid y la Ciudad Condal. «España debe ser un ejemplo de cómo ha de funcionar la Iglesia ante los escándalos que surjan. Al Papa no le ha temblado el pulso en lo tocante a Zaragoza, no le temblará en Granada ni en otros lugares donde los obispos no hagan lo que tienen que hacer», afirma, categórico, un responsable episcopal.
Así las cosas, el Comité Ejecutivo reunido el pasado jueves baraja la posibilidad de un viaje fugaz, de varias horas, a Alba de Tormes, en primavera. Sin actos políticos ni recepciones oficiales -salvo las imprescindibles-, con una misa en Ávila y una visita al convento de la Santa. En las próximas semanas conoceremos los planes del Papa Francisco para España. Claros, y contundentes.