Carlos Osoro: "Llanos nos llama a todos a una opción preferencial por los pobres y oprimidos"
(José Manuel Vidal).- Descálzate que pisas tierra sagrada, le decía Yhavé a Moisés. Ayer, personalidades laicas y religiosas pisaron la tierra sagrada del compromiso del padre José María de Llanos en El Pozo y, en un homenaje por el 110 aniversario de su nacimiento, lo elevaron a los altares de la solidaridad y lo entronizaron como «referente de fraternidad, profeta y líder ciudadano».
Cada cual desde su óptica. Desde la religiosa del arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, a la laica y comunista, del líder de Comisiones Obreras, Ignacio Fernández Toxo o a la izquierdista de la alcaldesa, Manuel Carmena. Pero todos coincidieron en un denominado común: «Llanos fue un santo del pueblo».
La canonización religiosa comenzó por la mañana de la mano del prelado madrileño, Carlos Osoro, recibido con enorme cariño en el salón de actos de la Fundación José María de Llanos del Pozo (Madrid). La gente sencilla del barrio y las personalidades laicas se hacían cruces. Nada menos que monseñor Osoro venía a bendecir con su presencia y con su conferencia a la figura del jesuita con triple carnet: el de la Compañía, el de sacerdote y el de comunista.
Entre los asistentes de la mañana, los jesuitas Gabino Uribarri, Pedro Miguel Lamet o Juan José Rodríguez Ponce, junto a la presidenta de la Fundación del Movimiento por la Paz, Francisca Sauquillo, al vicario social de Madrid José Luis Segovia, al cura Lezama o a los sacerdotes comprometidos de la zona, como Javier Baeza, Mariano Gamo o Daniel Barbero.
El prólogo a la ‘canonización religiosa’ lo puso Federico Mayor Zaragoza, que, antes de la llegada de monseñor Osoro, disertó sobre ‘El Padre Llanos, referente de fraternidad y misericordia’. A su juicio, el jesuita «es un referente, que en estos momentos necesitamos en España, en Europa y en el mundo», para disponer de un «mañana mucho más iluminado» y para que «todos seamos iguales en dignidad».
Zaragoza insertó a Llanos «en la manera de entender el cristianismo de los jesuitas, que estuvo apartada del poder eclesiástico, hasta que llegó Francisco y declaró el Año de la Misericordia» e invitó a los presentes a compartir. «Pero para compartir y convivir, hay que desvivirse, como el padre Llanos, infatigable ejemplo de una Iglesia de corazón abierto» .
Tras el ex presidente de la UNESCO, le llegó el turno al arzobispo de Madrid, presentado por el ex vicario del Pozo y de Vallecas, el jesuita Rodríguez Ponce, que reivindicó la figura eclesial de Llanos. Porque «el vínculo más intenso que tuvo fue con la Iglesia y con la Compañía». Y como él mismo dejó dicho: «Entre Dios y los hombres reparto mi amor».
Rodríguez Ponce presentó a monseñor Osoro, como un obispo que tiene «un modo nuevo de ejercer el ministerio episcopal» y dijo que «quiere hacer en Madrid una Iglesia en salida y samaritana, a imagen y semejanza del Papa Francisco».
«Nos llama a una opción preferencial por los pobres»
El arzobispo dijo sentirse especialmente contento de poder estar en la tierra sagrada de Llanos, un «hombre que te hacía mirar el presente y el futuro, un personaje público, cuyas tomas de postura admiraron a muchos».
Osoro contó que vino a conocer a Llanos, cuando era seminarista en el Colegio Mayor de El Salvador de Salamanca, junto a otro compañero, para pedirle un artículo para un libro titulado ‘Universidad, teología y sociedad española’. «No sólo nos hizo el artículo, sino que nos recibió como si fuésemos dos personajes».
Y siguió deshilvanando sus recuerdos así: «Encontré a un Llanos que había dado un salto espectacular de un mundo cómodo al barro del barrio obrero, al suburbio del suburbio, donde vivió heroicamente como uno más, sin agua, si asfalto, sin luz eléctrica, sin árboles, sin nada. Y desde ahí, nos llamó a todos a una opción preferencial por los pobres y oprimidos».
Una especie de santo de la liberación, plenamente insertado, según Don Carlos, en «el misterio de la encarnación predicado, vivido y mostrado». Porque el cura «recibió el regalo de la fe de rodillas, un regalo que le hizo buscar a los demás y salir al camino donde están los hombres, para entregarse a los crucificados que reclaman una casa paterna».
Un hombre que, según Osoro, supo unir la fe y las obras, porque «la fe es el compromiso temporal del amor de Dios y Llanos hizo visible el Evangelio con sus obras y no sólo con sus palabras. Porque ése es, como dijo el Papa el domingo pasado, el carnet de identidad del cristiano».
Y el prelado madrileño terminó su intervención invitando a vivir como vivió «este jesuita singular y excepcional en tiempos no fáciles en España: el gozo de la confianza y tener las puertas abiertas de nuestra vida para todo los hombres sin excepción». El público, con su ovación, ratificaba la canonización religiosa del jesuita del Pozo.
Los ‘cardenales comunistas’ y Manuela Carmena
Por la tarde, la sala cambió de color y se tiñó del rojo de los comunistas del viejo PC o de Comisiones Obreras. Ellos también ‘arrodillados’ ante el jesuita Llanos, para proceder a su canonización laica, quizás incluso más solemne y más sentida que la religiosa de la mañana.
La primera piedra en la elevación de Llanos a los altares laicos la puso Francisca Sauquillo, presidenta del Movimiento por la Paz, que hizo un retrato del barrio de la época del jesuita y recordó que, como abogada, le ayudó desde los primeros años de la llegada del cura al Pozo.
«Aquí, Llanos se encuentra con los perdedores de la guerra, en un barrio de unas 1.700 chabolas de gente que huía del hambre y de la guerra y que hasta tenía que cambiar de identidad: las Libertad pasaron a llamarse Dolores y los Vladimiros, Blas». Según Sauquillo, «Llanos viene aquí a redimir y conquistar a la gente para Cristo y se siente redimido y conquistado por el pueblo». Y es que «a Llanos le convierte el barrio».
Tras Sauquillo y sentado en la misma mesa, Nicolás Sartorius, uno de los fundadores de Comisiones Obreras y dirigente, durante muchos años, del partido comunista, reconoce, con gozo, que «Llanos nos dio cobijo, para que las incipientes ‘Cocos’ se asentasen». Se conocieron en la Facultad de Derecho y, después, compartieron vivencias durante más de 33 años.
A Sartorius le planteó Llanos que quería entrar en Comisiones e ir a sus reuniones. «Me costó convencerlo de que nos era más útil así, sirviéndonos de refugio, pero se empeñó y vino a algunas reuniones, pero pronto lo dejó». Ya en democracia, pidió el carnet del Partido comunista y le dieron el del número 100. «Llanos es un ser irrepetible», concluyó Sartorius.
A continuación intervino el secretario general de CCOO, Ignacio Fernández Toxo, que también bendijo al cura Llanos, que, a su juicio, «sólo reconocía a dos superiores, el de la Compañía y el de Comisiones». Coincidió con Sauquillo en que «vino a convertir obreros y los obreros lo convirtieron en un gran activista del movimiento obrero en Madrid». Porque, como dijo de él Marcelino Camacho, «Llanos fue un hombre generoso y bondadoso que unió sus esfuerzos a los de la clase obrera». Por todo eso, concluyó el sindicalista, «le estamos eternamente agradecidos al padre Llanos».
Tras la intervención de los ‘popes de la izquierda’ se presentó el libro de Juan Antonio Delgado, ‘El profetismo del Padre Llanos 1906-1992. Entre la perplejidad y la frontera’. En la mesa, Cristina Almeida, el que esto suscribe, y el autor. La obra es un estudio profundo y documentado a la vida del jesuita revolucionario, un auténtico profeta de la clase obrera. Como señaló Cristina Almeida, que comenzó a trabajar con el jesuita en 1961, «Llanos me enseñó que lo importante en la vida es la lucha por los hombres y el libro refleja su personalidad a la perfección».
El broche de oro de la elevación a los altares del Padre Llanos lo puso la alcaldesa de Madrid, Manuel Carmena, ovacionada desde que llegó hasta que se fue, en una intervención de clausura de la Jornada breve, pero contundente. Lo primero que dijo es que no le gusta actuar como alcaldesa, pero que en esta ocasión lo iba a hacer. «Padre Llanos, aquí esta la alcaldesa de Madrid, para rendirte homenaje».
Carmena dijo que había venido al Pozo para reivindicar la figura del jesuita, porque «necesitamos santos civiles, personajes que sean encomiables y buenos. Y Llanos, además de ser profeta, era un hombre bueno».
Porque, en momentos como éstos en que «se critica el buenismo, hay que reivindicar la bondad». «Cuando no se tolera la bondad, acostumbrados a vivir en la confrontación. Cuando nos dicen constantemente que, en la política hay que ser duros, hipócritas y mentirosos, queremos reivindicar que no puede ser así. Por eso, necesitamos seguir la estela del padre Llanos y su figura». Y el auditorio, puesto en pie, prorrumpió en una enorme ovación. San José María de Llanos del Pozo del Tío Raimundo, orate pro nobis.