Blázquez insta a "combatir la falta de responsabilidad y transparencia" de la Iglesia ante los abusos

Los obispos agradecen a las víctimas de la pederastia «la valentía de denunciar el mal padecido»

Invita al diálogo con el Gobierno, que no sea "una imposición disimulada ni un recurso cómodo para ganar imagen"

Los obispos agradecen a las víctimas de la pederastia "la valentía de denunciar el mal padecido"
Blázquez insta a "combatir la falta de responsabilidad y transparencia" de la Iglesia ante los abusos Agencias

Blázquez insta a ejercer "las oportunas acciones y sanciones necesarias" contra los abusadores, que llenan la Iglesia de "mediocridad, presunción, división y corrupción"

(Jesús Bastante).- Los obispos españoles, muy lentamente, parecen querer entender a las víctimas de los abusos del clero, que hasta ahora habían sido ninguneadas por el Episcopado español, hasta el punto de no estar siquiera invitadas al trabajo de la anunciada Comisión Antipederastia. Sin embargo, el discurso con el que el presidente de la CEE, Ricardo Blázquez, abre hoy la Plenaria, marca un significativo punto de inflexión: por primera vez, el Episcopado de nuestro país da las gracias «a los que han tenido la valentía de denunciar el mal padecido», porque «ayudan a la Iglesia a tomar conciencia de cuanto ha ocurrido y de la necesidad de reaccionar con decisión».

Un toque de atención en un momento en el que la institución está siendo sacudida por casos del pasado, y del presente, y donde la única respuesta hasta la fecha era la de echar la culpa a la sociedad y dejar claro que se trataba de casos aislados o irrelevantes. Sin embargo, las palabras de Blázquez asumen con claridad los criterios del Papa Francisco ante «los abusos y el comprensible escándalo que han suscitado«.

Haciendo suyo el documento aprobado por el Sínodo de Obispos en el que él participó, y antes de la reunión del Papa con los 113 presidentes de las Conferencias Episcopales del mundo para abordar esta lacra, Ricardo Blázquez admitió que «los abusos realizados por algunos obispos, sacerdotes, religiosos y laicos provocan en quienes son víctimas, entre los cuales muchos jóvenes, sufrimientos que pueden durar toda la vida y a los que ningún arrepentimiento puede poner remedio», una lacra que «representa un serio obstáculo» a la misión de la Iglesia.

 


Al tiempo, el presidente de la CEE llama a «erradicar las formas de ejercicio de la autoridad en las cuales se insertan (los abusos) y de combatir la falta de responsabilidad y transparencia con las cuales muchos casos se han tratado». Una declaración de intenciones frente a los que siguen apostando por el oscurantismo y la minimización, y un ataque frontal al «clericalismo» que, afirma el Papa, «conduce a la pretensión de pertenecer a un grupo que posee todas las respuestas y no tiene necesidad de escuchar y aprender nada o fingir escuchar»

Blázquez, finalmente, insta a ejercer «las oportunas acciones y sanciones necesarias» contra los abusadores, que llenan la Iglesia de «mediocridad, presunción, división y corrupción», y apunta -más un deseo que una realidad, por el momento- a que «la Iglesia reconoce abiertamente los abusos de diversa índole y tiene la firme decisión de erradicarlos», si bien recuerda «la dedicación paciente de tantos cristianos, ministros, consagrados y laicos», y apunta que la mayoría de los clérigos son buena gente. «No es legítimo abrigar sospechas sin fundamento».

 

Adiós a Gil Tamayo y a Anastasio Gil

En esta plenaria, los obispos habrán de elegir nuevo secretario general y portavoz, tras la marcha del flamante obispo electo de Ávila, José María Gil Tamayo, a quien el presidente de la CEE agradeció su «cercanía, su entrega generosa y su ayuda». Una elección que marcará, de una vez por todas, si los obispos españoles se suman de una vez a la primavera de Francisco, o si siguen encastillados en sus cuarteles de invierno, esperando la restauración. Blázquez también quiso recordar a Anastasio Gil, recientemente fallecido, a quien definió como «un trabajador infatigable del Evangelio».

Reflexionando sobre la actualidad, Blázquez hizo referencia a los cuarenta años de la Constitución, y al papel de la Iglesia durante la Transición. En un momento de frágiles relaciones Iglesia-Gobierno, el presidente de la CEE reivindicó cómo la institución «colaboró eficazmente en aquel singular periodo de nuestra historia».

En este sentido, insistió en que «los católicos estamos satisfechos de haber prestado la ayuda que estaba en nuestras manos, nos sentimos bien integrados en el sistema democrático y es nuestra intención continuar participando, desde nuestra identidad, en la justicia, la solidaridad, la paz, la convivencia y la esperanza de nuestra sociedad».

 

 

 

Diálogo sin imposiciones

 

«Ni deseamos ponernos medallas ni queremos ser preteridos. Por esto saludamos el diálogo entre todos», porque «todos nos debemos al bien común, del que nos beneficiamos todos». Un diálogo, pidió el cardenal, que no sea «una imposición disimulada ni un recurso cómodo para ganar imagen», en una velada crítica el fallido encuentro entre Carmen Calvo y el cardenal Parolin, y que «requiere unas actitudes de apertura en los interlocutores para discutir las cuestiones sobre las que tienen competencia y dentro de un marco general compartido».

«El diálogo fomenta la concordia y es el procedimiento digno de las personas para buscar y encontrar la solución a los problemas planteados. Por esto, debemos renovar el espíritu de la Transición y animados por él afrontar las cuestiones que el tiempo nos va encomendando», destacó Blázquez, quien reivindicó la Constitución, «aprobada por las Cortes y por los ciudadanos», omo «un monumento señero en nuestra historia, expresión de la magnanimidad de todos, convergencia de las legítimas diferencias, apuesta por un futuro con todos y para todos».

 

Vocaciones y sinodalidad

Finalmente, las palabras de Blázquez hicieron especial hincapié en la sinodalidad, un carisma necesario en la Iglesia de hoy, y que implica «hacer camino juntos» con «libertad para hablar y humildad para escuchar«.

Sobre las vocaciones, Blázquez admitió «la carencia de vocaciones de especial consagración», aunque subrayó que todo cristiano, por serlo, tiene una doble vocación: «a ser persona y a ser cristiano» dentro de la Iglesia, «patria de las vocaciones», para enriquecer su vida y para cumplir más eficazmente su misión evangelizadora. Cada uno desde su carisma propio y con los caminos que Dios ponga en su vida.

 

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Autor

Jesús Bastante

Escritor, periodista y maratoniano. Es subdirector de Religión Digital.

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