Insuficiente y cicatero (Alfonso Ussía incendia la COPE por el trato piadoso hacia el fallecido monseñor Setién, el amigo de los etarras).
En favor de monseñor Juan María Uriarte juega que por lo menos se ha atrevido a abordar en tema y a admitir cierta culpa, pero se ha quedado muy lejos y muy corto, como hacen todos sus pares y los medios afines a la Iglesia (‘El Cascabel’ de Trece omite las miserables opiniones de Setién sobre ETA).
Lo más relevante es su frase:
«Estuvimos por debajo de los requerimientos del Evangelio».
El obispo emérito de San Sebastián, Juan María Uriarte, admitió la respuesta «deficitaria y sobre todo tardía» de la Iglesia vasca ante el «descomunal traumatismo» de las víctimas de ETA.
«La condena fue excesivamente escueta».
Eso dejó caer Uriarte, durante la clausura de las jornadas ‘La Iglesia ante la violencia de ETA’ organizadas en Vitoria.
Ha muerto Xabier Arzallus. Las nueces pueden ser muy indigestas. Nunca mostró ni un ápice de piedad con las víctimas. Que descanse en Paz con su obispo Setién y que Dios lo perdone.
— Paco González ???????? (@Paco_Glez_) 28 de febrero de 2019
El prelado, que reivindicó su papel como «mediador» entre la banda y el Gobierno de Aznar entre 1998 y 1999, subrayó que la atención a las víctimas debería haber sido «más temprana, intensa y efectiva» por parte de la Iglesia, aunque recalcó que los obispos siempre condenaron los atentados.
«Mostramos sincero dolor y sintonía con los asesinados y sus familiares» en todas las condenas de actos terroristas, aunque dicho gesto, hoy, le parece «excesivamente escueto».
«Nadie estuvo a la altura».
Ya no se sintoniza 13TV en casa, porque no tuvieron güevos para decir la verdad sobre el perverso obispo Setien cuando se fue al infierno y como se marche Carlos Herrera, tampoco se captará la COPE https://t.co/qwsUiOW7Ts
— Alfonso Rojo López (@AlfonsoRojoPD) 9 de octubre de 2018
Olvidando a miserables como el obispo Setien y cientos de curas que hasta se negaban a enterrar a las víctima sinocentes, Uriarte comentó que, en términos generales, la contribución de la Iglesia a la paz en Euskadi «fue positiva, e incluso notable», y destacó que los obispos mantuvieron «una posición neta y firme» frente al terrorismo, que «se anticipó», incluso, a la reacción que diversos movimientos sociales y partidos políticos mostraron posteriormente ante la banda.