Que la Iglesia ofrezca un mensaje de buena ventura, de esperanza, de buena noticia, y no un mensaje de condena o desesperanza, como a veces puede parecer
(Jesús Bastante).- «Comprender, apoyar y vivir la familia«. Así arranca el número especial que la revista Razón y fe dedica de forma monográfica al próximo Sínodo de la Familia. La publicación jesuita preparó para la ocasión una mesa redonda con distintos expertos para hablar de los sueños y desafíos de la familia en el mundo de hoy. Cinco primeras espadas del ámbito de la comunicación, el derecho, la pastoral, la empresa y la política, moderados por Daniel Izuzquiza, sj, ofrecieron sus experiencias y sus ideas para el futuro de la familia. Perspectivas distintas y complementarias.
Así arranca el editorial:
«El próximo domingo, cinco de octubre, dará comienzo el Sínodo de los Obispos sobre la familia. En esta ocasión se trata de una asamblea sinodal organizada en dos sesiones, una extraordinaria que comienza ahora y una ordinaria que tendrá lugar en 2015. Se abordarán en él «Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización». Como contribución al mismo, Razón y Fe ha preparado un número monográfico sobre la familia, que los lectores tienen ahora en sus manos. Lo hacemos desde la óptica específica de nuestra revista, que no es directamente pastoral o teológica, sino que se sitúa en el campo del diálogo entre la fe y las culturas. Ofrecemos, pues, una serie de artículos que, desde diversas disciplinas, proporcionan un marco en el que situar la reflexión pastoral».
La primera en abrir fuego fue Salomé Adroher, directora general de Servicios para la Familia y la Infancia del Ministerio de Igualdad y anterior profesora del Instituto de la Familia de Comillas. En una precisa intervención, Salomé se preguntó «cómo seguir cumpliendo los compromisos, la crianza, en un contexto cambiante». ¿Cuál es el equilibrio entre lo que deben hacer los poderes públicos y la familia?, añadió.
En segundo lugar, «las familias cambian. Hay nuevas realidades familiares, muy distintas a las de hace algunos años«. En su opinión, las familias cambiantes también deben «responder a su misión familiar desde su realidad». Finalmente, Adrover apuntó que la familia «es un grupo que rema contracorriente, con valores que a veces van contracorriente», como el valor del corto plazo. «En la familia debemos vivir otra cosa». Sobre la comunicación interfamiliar «en el mundo del whatsapp que no siempre ayuda».
En cuanto a los retos del Sínodo, Adroher insistió en la necesidad de «que la Iglesia sea una casa para todos, y que no se dedique a definir qué es, y sobre todo quién no es familia«, y no dejar de lado que la familia, y el Evangelio, se ocupan de lo mismo. Finalmente, un deseo: «Que la Iglesia sea valiente para dar respuesta a temas que están ahí, y que muchas familias se sienten lejos de la Iglesia por las respuesta que se da». Puso como ejemplos la paternidad responsable, las parejas del mismo sexo o los matrimonios rotos.
Por su parte, la novelista María Dueñas reflexionó sobre la manera en que trata la familia en sus libros. La autora de El tiempo entre costuras abundó en «la validez y el respeto de aquellas familias que no son las clásicas, con todas las de la ley y en todos los ámbitos». «A mí me gustaría ver en la Iglesia esa apertura y respeto que ya se ve en el Papa Francisco, y que parecía que no éramos capaces de conceptualizar como familia».
El maestro de periodistas Iñaki Gabilondo ofreció su experiencia familiar. «No he conocido una familia mejor que la mía. Soy hijo de José y María Luisa, no hay título de gloria mayor», comenzó Gabilondo, quien intentó salir al paso de la frase tan manida: «La familia está en crisis». «Lo que está en crisis es la concepción del ser humano en la sociedad hoy. Lo que está pasando como un auténtico huracán es una concepción de la vida en la que el ser humano ha perdido por completo su valor».
Mujeres que no pueden tener hijos por falta de tiempo, padres que no atienden a los que tienen, circunstancias dramáticas que no permiten cuidar como hasta ahora las instituciones. También la familia. «Sin embargo, no he conocido ningún motor más fuerte que la familia, ahora igual que siempre. Llamando familia a la unión de dos o más personas que se aman y apostando juntos por un proyecto de vida», incidió Gabilondo. «Y eso no ha cambiado: lo que pasa es que la organización es cada vez más complicada».
«Hay que recuperar el pensamiento del hombre rumbo al hombre. No hay otro camino«, añadió. Sobre el Sínodo, el periodista pidió que «diera curso a la realidad, que no dé la espalda a la realidad y se maneje con compasión». Pero sobre todo «que abandere los movimientos de recuperación de una mirada diferente sobre el ser humano y de la sociedad».
Carmen Peña es una de los ocho españoles que acudirá al Sínodo. La canonista, profesora de Comillas subrayó que «la familia tiene una gran energía, no está en crisis, y es importante que la Iglesia tenga una mirada positiva de la familia». La experta cree que un primer paso ya se ha visto con el Instrumentum Laboris, que «toca muchísimos temas»; ella, que trabaja en el Tribunal Eclesiástico de Madrid, se centró en la cuestión de los fracasos matrimoniales.
«Cada cinco minutos se rompe un matrimonio en España», destacó Peña, quien insistió en que estas cifras «son un reto para la sociedad y para la Iglesia». En este sentido, mostró su esperanza de que «seamos creativos en intentar abrir líneas pastorales, que acompañen a las familias en todo su recorrido». En la prevención, y también cuando este fracaso se da. «Acogiéndolas y reconociendo su plena pertenencia a la Iglesia, sin ningún tipo de discriminación«, recalcó. A veces «hay aproximaciones que nos muestra que quien fracasa entristece el cuadro de la Iglesia, y esto es triste. Tienen una voz, y deben ser oídas. Y su plena participación tiene que ser reconocida».
Sobre la cuestión de los divorciados vueltos a casar, Carmen Peña incidió en que «es un reto que hay que afrontar con creatividad y mirada abierta». Citando al padre Díaz Moreno, presente en la sala, la experta subrayó que «no hay divorcios, hay personas divorciadas, y a cada una habrá que darle una solución«. «Creo que se pueden abrir líneas nuevas en algunas situaciones difíciles, pero también hay que hacer una labor de difusión y de dar a conocer los remedios ‘canónicos’ que ya existen en la actualidad y que son plenamente eclesiales«.
«No todos los matrimonios fracasados son nulos, pero muchos sí lo son«, apuntó, incidiendo en que sería conveniente «utilizar más los procesos de nulidad». Y, a la vez, «mejorar los procedimientos, involucrar y destacar la vinculación del tribunal con la pastoral diocesana», así como garantizar el acceso real a estos medios, en la línea de la comisión creada por el Papa Francisco.
«Me gustaría que la Iglesia tuviera esa creatividad para acoger a todas estas personas, y hacer que el mensaje cristiano sea significativo hoy, y que sea un mensaje de buena ventura, de esperanza, de buena noticia, y no un mensaje de condena o desesperanza, como a veces puede parecer», concluyó.
Finalmente, Pilar Zulueta, una de las mayores responsables de la Warner, abundó sobre la conciliación laboral y la transmisión de valores a los hijos.