Rajoy y Rouco nunca se han llevado bien. Se conocen mucho. Ambos son gallegos y Rajoy no perdona a Rouco que en la pugna con Esperanza Aguirre anterior al Congreso de Valencia, Rouco tomase partido abiertamente por la presidenta madrileña
(Daniel Forcada, El Confidencial).- El nombramiento de Carlos Osoro como arzobispo de Madrid supone el punto y final a casi dos décadas de poder omnímodo del cardenal Antonio María Rouco Varela, el ‘vicepapa’ español, dentro de la Iglesia. Para el periodista y religioso José Manuel Vidal es el hombre que ha amasado más poder desde la época del cardenal Cisneros.
Con más de 30 años de experiencia en la información religiosa, Vidal (Sobrado del Obispo, 1952), comenzó a redactar, con la aquiescencia del propio Rouco, una biografía autorizada del para la que mantuvo con el cardenal varias largas entrevistas en su palacio de la calle San Justo. A la vuelta de la esquina, aquello acabó como el rosario de la aurora y el escrito, en un cajón. «Aquel episodio supuso mi entrada en la lista negra de Rouco» y fue el germen de una biografía que, ahora, años después, y en el ocaso del personaje, ve la luz con Ediciones B.
Huérfano de padre a los siete a años y de madre, que falleció de ELA, años después, para el periodista en esa infancia atormentada se halla la explicación de buena parte del carácter impenetrable y rocoso de Rouco Varela, el hombre que se hizo con el favor de Juan Pablo II, primero, y de Benedicto XVI, después, para gobernar la Iglesia española durante casi dos décadas.
P.- ¿Es imposible salir de la lista negra de Rouco Varela?
R.- Se rompió una relación de confianza mutua y una relación…. Él nunca supo entender bien la relación con la prensa. No sólo conmigo sino con toda la prensa en general. Siempre ha considerado que los periodistas son enemigos de la iglesia, enemigos de la jerarquía y nunca ha facilitado el acceso. Siempre hemos tenido que entrar en la iglesia en la que él ha mandado por la puerta de atrás para poder informar. Él ha concebido siempre la información religiosa como un apéndice, como una catequesis, como una propaganda. Y eso, lógicamente, se rompió cuando empezamos a hablar de su biografía autorizada. Incluso al principio, cuando aún no había aún grandes cosas negativas. Inmediatamente se quebró la relación.
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