Javier Villalba, en San Pablo

Diaconado permanente, signos de una Iglesia servidora

Su restauración es una vocación y una verdadera gracia teológica

Diaconado permanente, signos de una Iglesia servidora

Nos facilitan la posibilidad de conjugar, con el testimonio y ejemplo de vida, el cristianísimo verbo "diakónein", que bíblicamente designa la "misión misma de Cristo en cuanto servidor"

(Antonio Aradillas).- En el prólogo del nuevo libro editado por «San Pablo» con el título «Diaconado permanente- Signos de una Iglesia servidora», don Carlos Osoro, cardenal arzobispo de Madrid, asegura que » el diaconado permanente, vivido por hombres casados y profesionales y no como camino hacia el presbiterado, no puede olvidar las tres dimensiones que destaca el rito de la ordenación diaconal (Ritual de Órdenes 21-22): las funciones litúrgicas (imposición de la estola y la dalmática), el ministerio de la Palabra (entrega del evangelio) y el servicio a la caridad (expresado en el ósculo de la paz y de manera muy especial en la oración consagratoria)».

Reconociendo el propio prologuista que «este último aspecto no ha sido suficientemente destacado siempre», el autor del libro, Javier Villalba Nogales, dedica una buena parte del mismo a su desarrollo y aplicación.

De entre «los campos donde desarrollar su ministerio de servicio pone el acento en 1) el servicio a los enfermos con miras a una efectiva asistencia física o corporal, también de los asistentes y de la familia; 2)El servicio a los discapacitados, tanto físicos como psíquicos, que son el prototipo de la marginación social; 3) El servicio a los marginados por la droga y el alcohol, con el abrumador y escabroso dato de que en la actualidad ha descendido la edad del inicio de su consumo a los 12-14 años; 4)El servicio a los ancianos y personas en soledad, faltos de asistencia, en residencias, hospitales asistidos y en sus propias casa, es otro aspecto de la actividad del diaconado, con mención singular también para la labor que pueden realizar acompañándolos a los actos de piedad y culto;

5)Emigrantes, refugiados y transeúntes conforman uno de los capítulos asistenciales más importantes en la realidad histórica actual, con mención para los mendigos, vagabundos, delincuentes y mujeres sin hogar; 6) El del paro es uno de los problemas más acuciantes que les preocupa a los ciudadanos, a la Iglesia y al Estado, por los que los diáconos habrán de dedicarle tiempo y habilidad para gestionar los documentos y los «papeles» precisos; 7) Hay más campos en los que la labor diaconal se abre camino al servicio de una Iglesia en misión abierta al mundo. El Teléfono de la Esperanza, los Centros de Escucha y de Orientación Familiar son también campos de actividad diaconal preferentes.

Javier Villalba Nogales, el autor de tan oportuna y necesaria publicación, además de diácono permanente en la parroquia de la Santísima Trinidad de Collado- Villalba de Madrid, es pediatra, doctorado en la Universidad Complutense y Máster en Dirección y Administración de Servicios Sanitarios. María Belén Santos Huertas, su esposa, «compañera de camino y verdadera testigo de Jesús», que también ha colaborado en el libro, es profesora y actualmente coordina el Proyecto de Educación de la Interioridad.

Uno y otra nos facilitan la posibilidad de conjugar, con el testimonio y ejemplo de vida, el cristianísimo verbo «diakónein», que bíblicamente designa la «misión misma de Cristo en cuanto servidor, que de forma similar se asocia tanto al servicio de la mesa como del Señor y del carisma espiritual del evangelio de Dios o de la Iglesia».

La restauración del ministerio del diaconado como grado permanente en la Iglesia, es una vocación y una verdadera gracia teológica. «Diácono» es término y ministerio, más que litúrgico, esencialmente evangélico.

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Autor

Jesús Bastante

Escritor, periodista y maratoniano. Es subdirector de Religión Digital.

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