¿Es consciente de que va directamente contra la Iglesia, el papa, el Concilio Ecuménico? ¿Cómo puede arrogarse el derecho de juzgar un concilio? Un concilio, después de todo, cuyas actas, en gran parte, han sido también firmadas por usted?
(Jesús Bastante).- Este domingo, Pablo VI será canonizado por Francisco. Hoy, como entonces, los sectores más rigoristas amenazan con la ruptura de la Iglesia católica, y luchan contra las reformas que pide el Pueblo de Dios. En el caso de Pablo VI, la crisis acabó en cisma, provocado por Marcel Lefebvre.
En ‘La barca de Pablo’ (San Pablo), volumen en el que se incluyen las cartas inéditas de Montini, se recoge un apartado en el que Pablo VI escribe a su amigo, el filósofo Jean Guitton, y se confiesa: «Es la primera verdadera cruz de mi pontificado, de trece años a esta parte. Pero puedo decirle que he hecho lo posible por evitarlo».
A lo largo del libro, se relatan las duras conversaciones mantenidas entre el obispo cismático y el Papa Francisco. Por tres veces escribe Pablo VI al arzobispo y envía a personas de su confianza para convencerlo de que desista de sus propósitos. Pero, tras la enésima negativa, Lefebvre fue suspendido a divinis.
‘La barca de Pablo’, de San Pablo
El 11 de septiembre de 1976, Pablo VI recibió a Lefebvre en Castelgandolfo. Además de ellos, estaban presentes monseñor Benelli, el estenógrafo y monseñor Macchi. La audiencia duró 38 minutos y, en la misma, con suma dureza, Montini intenta que Lefebvre deponga su actitud contraria al Concilio y al diálogo ecuménico e interreligioso.
«¿Cómo puede considerarse en comunión con Nosotros cuando toma posición contra Nosotros frente al mundo para acusarnos de infidelidad, de voluntad de destrucción de la Iglesia?», denuncia Montini, en una descripción de la situación que se asemeja mucho a la actual.
«¿Es consciente de que va directamente contra la Iglesia, el papa, el Concilio Ecuménico? ¿Cómo puede arrogarse el derecho de juzgar un concilio? Un concilio, después de todo, cuyas actas, en gran parte, han sido también firmadas por usted?», dijo Pablo VI a un Lefebvre impertérrito.
Al término de la reunión, Montini pidió al prelado que hiciera «una declaración pública en la que se retracte de sus recientes declaraciones y sus comportamientos recientes, de los que todos han tomado conocimiento como de actos realizados no para
edificar la Iglesia, sino para dividirla y hacerle daño«.
«Desde que usted se encontró con los tres cardenales romanos ha habido una ruptura. Debemos reencontrar la unión en la oración y en la reflexión», culminó el Papa. Lefebvre no hizo caso.
Pese a todo, durante el año siguiente, Pablo VI intentó, infructuosamente, que Lefebvre depusiera su actitud. Pero el obispo cismático consumó su salida de la Iglesia y la de su movimiento, que hoy perdura.
Monseñor Lefebvre con Pío XII
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