El historiador publica 'Aproximación al Jesús histórico' (Trotta)

Antonio Piñero: «Jesús existió, y tuvo cuatro hermanos, Simón, Judas, Santiago y Joseto»

"María Magdalena no fue la esposa de jesús, eso son invenciones a partir de novelas"

Antonio Piñero: "Jesús existió, y tuvo cuatro hermanos, Simón, Judas, Santiago y Joseto"
El historiador publica 'Aproximación al Jesús histórico' (Trotta) RD

Los Evangelios, no sé si decir "inventan", porque siempre he dicho que nada se inventa de la nada en las escrituras. Lo que hay es un detalle de la vida de Jesús que se coge y se idealiza. Que se engrandece

(Jesús Bastante).- «Jesús sí, existió. y tuvo cuatro hermanos: Simón, Judas, Santiago y Joseto». El historiador y bloguero de RD, Antonio Piñero es, sin lugar a dudas, uno de los mayores conocedores de lafigura de Jesús.

Fruto de sus investigaciones surge ‘Aproximación al Jesús histórico’ (Trotta), en el que supera algunos mitos sobre los momentos fundacionales de laIglesia, los Evangelios y sus personajes. Hablamos con él. No dejará a nadie indiferente.

 

– Hoy tenemos un nuevo regalo, que es Antonio Piñero, buen amigo de esta casa, con un blog espectacular en Religión Digital y uno de los mayores conocedores, al menos en lengua hispana, de Jesús.

 

– Yo, en eso soy, de verdad, modesto. Fíjate que llevo más de treinta años dándole vueltas a escribir una vida de Jesús, y solo he escrito pequeñas parcelas; no me he considerado, todavía, competente. Voy a ver si pasados unos años, en que me dedique a leer más…

 

– Cuando seas mayor.

.- Cuando sea mayor, quizás haga una especie de «Jesús de Nazaret, historia y mito». O algo así.

 

– ¿Cuántos libros has dedicado a Jesús?

– Por lo menos siete u ocho.

 

– Son unos cuantos.

R.- Pero no es suficiente. Tratan aspectos parciales, o aspectos más divulgativos. Aunque son profundos. Yo nunca hago una divulgación que no haya pasado antes por una reflexión científica, ponderando los argumentos. Pero no ha ido a fondo.

 

 

 

– A mí me da la sensación de que está a punto de salir, ese gran libro sobre Jesús. Hoy venimos a hablar de un libro cuyo título nos da una pista de lo que puede venir en el futuro: «Aproximación al Jesús histórico«. Publicado por Trotta. Una aproximación quiere decir que estás empezando a acercarte al personaje y que habrá otro volumen en el que ya lo abordes directamente.

– Sí. Pero antes va el volumen siguiente, que ya se está maquetando, y es una especie de comentario al Nuevo Testamento. Es una preparación; enseña por qué se dicen las cosas y cómo: el método.

Es una preparación, sobre todo de la parte de los Evangelios. Yo no sé si a ti te lo han preguntado, pero a mí, mil veces, me han dicho: «oiga, escriba un libro en el que usted divida los Evangelios en secciones. Y luego, diga si eso es verdad on no».

 

– Por etapas.

– Sí, en secciones. Es una empresa muy difícil. Pero en este libro siguiente, que se llama «El Nuevo Testamento. Sus libros explicados desde el punto de vista de la historia», (un título provisional) vamos a intentar hacer eso.

Es la preparación -no solo para ese futuro libro- para aclarar el Nuevo Testamento y, sobre todo, los Evangelios desde un punto de vista de la historia.

 

– Es lo que queremos aclarar. Te voy a hacer una serie de preguntas, lo más concretas posible, y me dices si me las puedes responder o no. Pero siempre dejando claro que estamos hablando de una aproximación histórica.

– Puramente histórica.

 

– Y que tú no la abordas como teólogo, sino como historiador.

– Pero con gran respeto por la Teología, tú lo sabes perfectamente; a lo largo de años, jamás me habrás visto hacer un ataque en este sentido.

 

– La Teología es una ciencia. No es un divertimento de unos locos creyentes.

– Claro.

 

– ¿Qué podemos decir de los Evangelios y de la vida de Jesús que tú estés convencido de que es cierto?

– Estoy convencido de que los Evangelios, aunque sean propaganda de una fe, (que lo son porque intentan convencer a la gente de que Jesús es el mesías y que hay que creer para salvarse) al mismo tiempo son el relato de la vida de Jesús.

Por lo tanto, contienen, sin duda, elementos históricos. Y muchos. Lo que pasa es que hay que desbrozar lo que es propaganda de lo que no. Si a ti te hacen un libro sobre tu madre, a la que amas y que, además, ha sido una figura importante en tu pueblo y en tu ciudad, probablemente vas a tener elementos de exaltación de su figura,.

 

– Si lo escribo yo, seguro.

– Cierto. Pero al mismo tiempo, ¿vas a contar solo mentiras sobre tu madre? Pues, seguro que de ningún modo: tú vas a contar su historia, e irás siguiendo su trayectoria.

 

– Lo que significa que el Jesús de los Evangelios puede ser cierto, con alguna exageración y omitiendo detalles que pudieran perturbar la imagen que se quiere dar.

– Exacto.

 

– Muy bien, pero, ¿Jesús existió?

– ¡Esa es la pregunta!

 

 

 

– Siempre te hago esta pregunta, y nunca me respondes claramente.

– Siempre he dicho que sí.

Pero primero quiero añadir que aunque la ciencia histórica, en un 99,5%, diga que Jesús de Nazaret existió, tú vas por la calle y te sorprenderá la cantidad de gente que dice lo contrario.

 

– Sí, pero yo creo que la gente se refiere más a Cristo.

– Exacto; ese es el problema. Y eso es lo que yo que digo. A tu pregunta de si creo que Jesús existió, yo digo: sí, existió.

Pero, la gente cuando dice que Jesús no existió, está mezclando lo que piensa, ni siquiera en la Teología científica. Habla de ese mesías celestial, que te lo pintan en el cielo sentado a la derecha del Padre, y que va a venir, y que…

Lo mezclan y, al hacerlo, sale un producto que es, podríamos decir un «híbrido»; que tiene una parte de historia y otra de teología: la parte de teología corresponde a la fe y al creyente. Y la parte de la historia corresponde a la historia.

Si la gente mezcla las dos cosas y hace un tótum revolútum, dice: «Jesús no existió». Y a lo que se refiere es a esa mezcla. Y quien lo dice es aquel que no cree en la teología cristiana.

 

– Pasajes como la Resurrección de Lázaro o la Multiplicación de los panes y los peces, ¿son creíbles desde el punto de vista histórico, desde tu punto de vista?

– Desde mi punto de vista, y desde el punto de vista de la historia actual (tal como se está haciendo en la investigación católica confesional) no son creíbles. Pero sí, desde un punto de vista simbólico.

Los Evangelios, no sé si decir «inventan», porque siempre he dicho que nada se inventa de la nada en las escrituras. Lo que hay es un detalle de la vida de Jesús que se coge y se idealiza. Que se engrandece.

 

– Lo que son los relatos.

– Los relatos del héroe: a un héroe lo engrandeces y lo idealizas. Pero te lo inventas.

Pongamos, por ejemplo, el héroe en el que está pensando todo el mundo; el Cid: ¿te inventas el Cid desde la nada, o coges una serie de detalles históricos, lo recreas en plan literario y los presentas más bonitos?

Tú, ¿qué dirías?

 

– Hombre, si quieres exaltar la figura de un conquistador en el momento en el que existe el Cid, es decir, en plena Reconquista, lo lógico es adornar al personaje.

– Bueno, pues eso es lo que pasa en el Evangelio. Pero no se puede decir que, como el personaje está adornado, no existió.

 

– Entonces la resurrección, que es cosa distinta, ¿se puede negar desde la historia, o desde la física?

– Negar, no. Pero cuando desde la historia te plantean un problema que es filosófico y teológico como por ejemplo, la existencia de Dios, la historia, ahí, no se pone a dilucidar. Este es un problema que pertenece a la filosofía, a la cosmología…

 

– Sí, pero es la resurrección de una persona que, históricamente, hay pruebas de que existió. Pero no de que resucitó.

– Es que eso pertenece al ámbito de lo sobrenatural. Tiene que quedar claro: en esta vida tenemos el ámbito de lo natural, que es repetible, observable y analizable. Y tenemos también, porque la gente lo creemos, el ámbito de lo sobrenatural.

El ámbito de lo sobrenatural es subjetivo. Es tuyo. Y, por otra parte, pertenece a algo que está por encima de lo observable y repetible. ¿Cómo lo voy a meter en el saco de la historia? Yo te respetaré a ti pero, como historiador, ni lo niego ni lo afirmo.

 

 

 

– No entras a valorarlo.

-No entro.

 

– Hablemos de personajes, porque ese relato, que tú planteas, también sugiere que alguna de las figuras que aparecen en los Evangelios, tal vez no eran exactamente así, sino que se les atribuye a cada uno un papel.

María Magdalena, Pedro, Judas, Juan…, que son personajes que, aparte de que su existencia real pueda estar demostrada, tienen un matiz de personaje.

Por ejemplo, Judas, ¿qué simboliza, además de lo que es?

– Pongamos un ejemplo más claro. El del IV Evangelio, que es el más teológico, aunque contiene datos históricos muy interesantes, pero pocos…

 

– Pero es el más personal, tal vez; el único contado en primera persona.

R.- Y el que habla de teología, y el revelador.

Vamos a ver; del «discípulo amado», tú qué te imaginas: ¿es alguien real, o más bien está simbolizando el discípulo perfecto?

 

– Ya, pero el imaginario nos coloca a Juan, que también existió. Era uno de los discípulos de Jesús y es el que, supuestamente, escribe.

– Pues entonces, toman la figura de Juan y le adornan con la imagen de un discípulo perfecto. Es un discípulo que recuerda más que todos y que, además, interpreta a Jesús correctamente.

 

– Es el intérprete de Jesús.

– Sí, señor. Es lo que hace el IV evangelio; el último que se escribe: no rechaza lo que dicen Mateo y Lucas, simplemente lo considera superficial.

 

– Lo eleva de significado. Le aporta una razón.

– Dice el IV Evangelio (que son varios autores): «Pero yo, ahora, que oído al discípulo amado, que soy seguidor del discípulo amado, ahora, te voy a decir qué es lo que significa Jesús realmente».
Y ese es el Jesús profundo.

 

– Entonces, Juan es el intérprete. Y Pedro, que es el imperfecto, al final acaba siendo la roca.

R.- Acaba siendo la roca, pero ahí también hay una idealización. Yo te daría un premio si eres capaz de sacar del Nuevo Testamento una teología concreta y particular de Pedro, que no sea la teología normal del judeo-cristianismo.

 

– Sí. Aparece: «Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia» Pedro, que es el que sale cuando Jesús ha caminado sobre las aguas, y el que avanza hacia él. El que también cae, el que niega tres veces a Jesús.

Y al que Jesús «obliga» a eliminar, otras tres veces, esa negación, para «supuestamente» darle las llaves del liderazgo de su grupo.

Porque Pedro simboliza el liderazgo. Curiosamente, un liderazgo no perfecto que después los papas, que se dicen sucesores de Pedro, ignoran por una infalibilidad que les impide, de alguna manera, equivocarse.

– Has dicho muchas cosas. Y habría que responder poco a poco.

Primero, ten en cuenta que ese liderazgo aparece solo en el pasaje de Mateo, capítulo 16. Es decir, que está en un solo Evangelio.

El pasaje se refiere al capítulo 8 de Marcos, donde los discípulos le preguntan a Jesús, en Cesarea de Filippo: «¿Y tú, quién eres? ¿Quién dice la gente que eres tú?» Y entonces Pedro dice: «Tú eres el Mesías, el hijo de Dios vivo».

Y entonces ahí (en ese Evangelio y no en otro) aparece lo del liderazgo de Pedro, porque Jesús le contesta: «Eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre, que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia»

 

– Entonces volvemos a lo que hablábamos antes: que Pedro también es un personaje. Pero, ¿cuál?

– Muchos teólogos insisten en que el liderazgo de Pedro era porque tenía una teología especial, una Iglesia especial. Que tomó a las otras formaciones cristianas, (porque había muchos cristianismos, al principio) les quitó lo exagerado y lo incorporó a una iglesia unificada ya, y unificante. Eso no es verdad.

Esa teoría no es cierta, porque una iglesia unificada y unificante, bajo el judeo-cristianismo no existe. Por eso te pedía que me dieras algún rasgo, de la teología de Pedro, que se salga de lo normal de los judíos que creen en Jesús. No hay.

 

 

 

 

– ¿Por qué Pedro, entonces, acaba simbolizando el liderazgo?

– Es una razón muy profunda que mueve a la inmensa mayoría de las iglesias paulinas, que son las que sobreviven a la catástrofe de la aniquilación del pueblo judío en el año 70. Y que después se confirma en el 135 con la aniquilación, también, de los judeo-cristianos: a los paulinos no les interesa que aparezcan ellos como fundantes del cristianismo. Los paulinos tienen que unirse a la Iglesia madre de Jerusalén; se unen y, ellos mismos, ponen a Pedro como compañero de Pablo.

 

– Entonces, esas trifulcas de las que se habla entre Pablo y Pedro, esos dos polos…

– Eso es lo real. Hubo una trifulca entre Pablo y Pedro.

 

– Y al final son los seguidores de Pablo los que convierten a Pedro en el líder.

– Exactamente. Eso es lo curioso.

 

– Cogen la Iglesia de Pablo, pero colocan a Pedro al frente.

– Sí. Junto con Pablo. Pero fíjate en lo poco que hay de Pedro en el Nuevo Testamento: pequeño y discutido. Es una teología paulina clarísima. ¿Y qué hay de Pablo? ¡Todo! Lo cual quiere decir que eso es una construcción un tanto artificial; ellos están ahí, y Pablo ocupa mucho.

Los evangelistas, que son seguidores, en parte, de Pablo, hacen que ocupe bastante. Pero no quieren aislarse y, para legitimarse, en vez de decir que siguen a Pablo porque ha recibido una revelación del Cielo, se justifican con Pedro, que está afirmado. Eso es importantísimo para entenderlo.

 

– Es cuando Jerusalén se traslada a Roma; coge a Pedro con el concepto de Pablo y se lo lleva a Roma.

– Muy bien visto.

 

– Como si tuviésemos tres años: la Iglesia de Pablo vence la batalla, pero coloca al frente…

– Al general vencido.

Y lo hace porque los paulinos no son gente que quieran asirse al aire; son gente que tiene que ligarse a los principios. Y eso principios están en el Pedro protestón, en el Pedro que echan de Jerusalén y tiene que irse a Corinto, a Antioquía y, dice la tradición, que fue a Roma.

Ellos ligaron su carro a Pedro, que era el rechazado.

 

 

 

– No el discípulo perfecto. Se podían haber ligado a Juan.

– Pues sí, pero se ligan a Pedro porque es lo que les une a la Iglesia Madre, seguidora de Jesús: los paulinos quieren unir su teología a la historia.

 

– Pero entonces no se puede decir que Jesús eligiera a Pedro. Si la única base que se tiene es ese pasaje, que solo aparece en un Evangelio, para un historiador no tiene el mismo rigor que si apareciese en los cuatro.

– Ahí, la opinión de los protestantes es digna de consideración. Ellos dicen que en Pedro hay cierta prelacía, pero que no es jerárquica y, además, es un primero entre iguales.

 

-Un «primus inter pares»

– Sí, un primero entre iguales.

Es decir; aún aceptando la historicidad del capítulo 16 de Mateo, de él no se deduce que esa primacía sea estrictamente un papado y, menos, infalible. Solo, que es el «primero entre colegas».

 

– Una Iglesia más sinodal, que es a lo que supuestamente nos estamos intentando aproximar.

– Sí. Curiosamente es ahí donde se unen ahora la teologías católica y la protestante, desde la Reforma: una Iglesia sinodal. Todos juntos; que a Pedro le pongamos una silla cinco centímetros más alta…, vale. Pero ni treinta, ni cuarenta, ni un metro más alta.

 

– Que intentemos acordar y consensuar las decisiones.

– Justo. Eso es lo que se interpreta de ese capítulo.

 

– Y Judas, que simboliza la traición, el fracaso y, además, acaba suicidándose, por lo cual, tampoco disfruta de la ganancia de su traición, ¿qué es?

– Probablemente, -como se dice en historia antigua, donde nada se dice que es absolutamente cierto- es un personaje histórico.

Si no lo fuera, se lo tendría que haber inventado la Iglesia. Y la Iglesia no se va a inventar un personaje que traiciona a Jesús, lo cual pone a Jesús fatal, de poco previsor por no ser capaz de saber que este, por amor a lo que fuera, al final, le iba a poner una zancadilla.

Yo parto del principio de que es histórico. Ahora bien, como todo personaje que es histórico -ya lo dijimos al principio-, está idealizado. Y la máxima idealización de Judas está, otra vez, en el IV Evangelio. Cuando insiste en la bolsa, a la que no desprecia. Le interesaba el dinero, aquello iba mal y, por lo tanto, lo que quiso es sacar algún beneficio, viendo que se aproximaba el final.

Sin embargo, ese aspecto, idealizado al revés en el Evangelio de Juan, no queda tan claro en los otros Evangelios, y no sabemos exactamente por qué le traiciona. Los Evangelio no lo dicen.

Hay una teoría posible, y es que Judas simbolizara el ala extrema izquierda de los discípulos. Los que pensaban que Jesús era demasiado calmoso y estaba esperando demasiado que Dios fuera allí. Que había que empujarle: «Le entregamos a los enemigos y elegimos otro jefe».

Eso podría ser otra posibilidad. Pero digo «posibilidad», porque los tres primeros evangelios no nos indican claramente la razón por la cual Judas traicionó a Jesús.

 

– Otros personajes que me interesa muchísimo y que, lamentablemente, no son protagonistas en la Iglesia, son las mujeres.

– Ya me imagino lo que me vas a decir.

 

 

 

– Me refiero a dos mujeres, y dos mujeres radicalmente distintas. Al menos nos las presentan así: María y María Magdalena.

María simboliza la aceptación, el decir «sí» a los deseos de Dios, y estar, en un segundo plano, cuidando. Luego se convierte, también, en madre todos, según la teología. Pero, históricamente ¿quién fue, y qué fue María?

Ya no te pregunto por José, porque me da un poco más de reparo, el pobre.

 

– En este libro defiendo que, estrictamente hablando, es muy poco lo que sabemos históricamente de María: sabemos que era un personaje femenino de Galilea. Que se llamaba con ese nombre. Que no tenemos por qué dudar que se hubiera casado con José, y que José tuviera un taller de carpintería.

Pero, ni siquiera sabemos con exactitud si María dio a luz a su hijo en Belén o en Nazaret. Es una cosa importantísima y ni siquiera estamos seguros.

Entonces, ¿qué es lo que sacamos de María? Vamos a dejar, de momento, el IV Evangelio:

Del Evangelio de Marcos, en el capítulo 3, se cuenta un enfrentamiento de María y sus hijos contra Jesús. Hasta el extremo de que en Marcos 3-20, hasta el 23, se desarrolla la idea de que Jesús, que ha dejado el taller, que les ha dejado desamparados y que se ha ido a predicar el Reino de Dios, está loco. Está fuera de sus cabales.

También tenemos el dato, en el capítulo 7 del Evangelio de Juan, de cómo Jesús le da el esquinazo a sus hermanos: Jesús quiere ir a Jerusalén porque se acerca la Pascua, y sus hermanos también. Sus hermanos le dicen: «vámonos juntos». Y Jesús les suelta un bulo, les dice: «No, yo no voy». Y en cuanto sus hermanos se van, Jesús reúne a sus discípulos y va por otro lado.

 

– Antes de que sigas: has hablado dos veces de dos pasajes en los que se habla de Jesús y sus hermanos.

– Sí, y eso implica que entre María y su hijo había tirantez, aunque no esté dicho.
Ahora bien, es claro que esa tirantez tuvo que arreglarse, no sabemos cómo.

 

– Sí, porque los Evangelios nos cuentan que, pese a eso, María siempre estuvo al lado de Jesús.

– Bueno, eso es Juan. Porque fue la única que estuvo al lado de Jesús en la cruz. Pero yo creo que hasta los teólogos católicos afirman que ese pasaje, del capítulo 19 de Juan, es simbólico.

 

– Pero es importantísimo para definir: hay dos pasajes de María que son simbólicos, que son el de la concepción y el de su presencia en la cruz, y que sin ellos no se entiende a María dentro de la Iglesia.

– Pero son simbólicos. Es la teología de la Iglesia en el año 100, que está, también, magnificando no solamente al héroe, sino también a la madre del héroe. La prueba es que esa misma madre, María, que luego desaparece, y que en el Evangelio no tiene ni idea de que ha concebido a Jesús de una manera milagrosa porque, si no, los hermanos y ella misma no reaccionarían así, en el Evangelio de Lucas, capítulos 1 y 2, está exaltadísima.

En el evangelio de Lucas tiene el canto del magnificat y expresa una teología sobre su hijo. Une a su hijo a las familias sacerdotales, es decir, aarónidas. Porque Isabel era descendiente de Aarón, lo que pone a Jesús en una muy buena línea teológica.

Por lo tanto, si tu me preguntas si tenemos datos históricos claros de este personaje en los evangelios, yo te diré que no. Tenemos que contentarnos con poquísimo: que existió, que fue su madre, que su concepción fue un tanto rara, que su marido era José, y poco más.

 

– Y que tenía más hijos.

– Que Jesús tenía otros hermanos, como dice Marco 6 y Mateo 10.

 

– ¿Jesús tenía hermanos?

– Yo creo que sí. Y no estoy diciendo nada nuevo. Vete al libro, publicado por Verbo Divino, de John Mayer, «Un judío marginal». Al primer volumen, que son cinco.

 

– Resúmelo.

– Vas al siglo I y dice: analizado todo el Nuevo Testamento, y todo lo que se dice de los hermanos de Jesús en Marcos 6 y en Mateo 10, lo más probable es que Jesús, prescindiendo de su nacimiento, tuviera, como mínimo, seis hermanos. Cuatro varones, de cuyos nombres da testimonio el Nuevo Testamento, y dos mujeres (que pueden ser más), de cuyos nombres no se acuerda el autor.

 

– ¿Cuáles eran los nombres de los cuatro hermanos?

– Simón, Judas, Santiago (Jacobo) y Joseto.

 

 

– ¿No sería Judas el mismo que después le traiciona?

R.- No.

 

– Ya, es broma.

– Pero los nombres son, todos, patriarcas; quiere decir que la familia cuidaba sus raíces, que eran muy judías. Era una familia judía muy creyente.

 

– Hablemos del personaje más polémico para muchos: María Magdalena.

– Sabes que yo le he dedicado un libro, «Jesús y las mujeres». También en Trotta. Ahí recojo todos los pasajes de todos los evangelios, apócrifos y no apócrifos, hasta el siglo IV.

 

– ¿Qué simboliza?

– Yo te respondo a partir de la fuente que tengo. Y solo tengo una: un pasaje del III evangelio, de Lucas, en el capítulo 8, que nombra a María Magdalena junto con Juana y Salomé.

Dice de ella que había arrojado «siete demonios». ¿Cómo interpretas eso?

Y luego dice que las tres ayudaban al grupo de Jesús con su dinero. Es decir, que eran gente rica. Y se acabó toda la historia.

 

– Entonces, ¿María Magdalena no fue la mujer de Jesús, su esposa? ¿No fue la madre de sus hijos?

– No, todo eso son invenciones a partir de novelas.

En absoluto. Y esto es así porque el Nuevo Testamento, que es nuestra única fuente, no nos dice nada.

De ella solo sabemos una noticia, muy pequeñita, en el capítulo 8 de Lucas, en dondese dice que ella, Juana, que era la mujer de un administrador de Herodes, y una tal Salomé, de la que tampoco tenemos mucha idea, seguían a Jesús y apoyaban al grupo con su dinero. Más el hecho que Jesús expulsó de ella siete demonios.

Y ¿qué significa eso de los «siete demonios»? Como los antiguos decían que los demonios causaban las enfermedades, eso quiere decir que tenía una enfermedad gravísima; una locura o una esquizofrenia. Algo así.

 

– O que era una profetisa.

– Sí, lo de profetisa está muy bien, porque empalma con la discípula perfecta de Jesús que recibe del Espíritu las verdades sobre Jesús. Es decir, que Jesús le revela las verdades pero también el Espíritu.

 

– Una última pregunta: estamos hablando siempre de los Cuatro Evangelios, que no son solo cuatro; hay muchos.

– Son ochenta y tres, los que conservan.

 

– Pero que la Iglesia considera como «sinópticos». ¿Es el término?

– Sinópticos son los tres primeros.

 

– Más el de Juan. Los cuatro canónicos.

– Sí.

 

– Lucas, Juan, Marcos y Mateo. La sabiduría popular, o como la quieras llamar, habla de Nicea como el lugar donde se unifica la Biblia. Pero tú no estás de acuerdo con eso.

– En absoluto. Es una gran mentira que no tiene ningún fundamento histórico.

La base es esta, dos ideas: la primera, que de Nicea solo conservamos el Credo. Y segunda: no hay actas. Si no las hay, ¿cómo te vas a inventar qué es lo que hizo en Nicea? Eso son noticias, sobre todo, modernas.

 

– Pero ¿hay constancia histórica de cuándo la Iglesia, o el grupo de seguidores de Jesús, asumió como reales y verdaderos los cuatro evangelios?

– Fue un proceso muy largo, del que el la historia no tiene documentos. La gente tiene que saber que la Iglesia no ha dejado documento ninguno de ese proceso.

 

– Sí, pero se tiene que saber, más o menos, cuándo se empiezan a utilizar solo los cuatro.

– Pues, aproximadamente, entre los años 180 y 200. Y tenemos una prueba: los documentos manuscritos más antiguos del Nuevo Testamento son papiros de aproximadamente el año 200, que ya no trae ningún apócrifo. Luego, es evidente que en el año 200 ya se había hecho esa división. Cuándo y cómo, exactamente no lo sabemos.

Hay muchos libros que intentan leer entre líneas para explicarlo.

 

– Pero lo que sí sabemos es que Constantino y Nicea no son los que unifican el Nuevo Testamento. De alguna manera, ¿se puede decir que unifican a la Iglesia dentro de Roma, o casan a la Iglesia con Roma? ¿O tampoco?

– Tampoco. Todo lo que se ha dicho de Constantino debería repensarse (dicho por el pueblo).

¿Sabes lo que, de verdad, hizo Constantino? Pues algo que no se imagina la gente, y es curiosísimo, porque él era pagano y nunca se convirtió.

 

– Y por su madre. ¿O nunca existió?

– Si no hubiera existido, Constantino tampoco.

Como te decía, Constantino, como pagano, veía que a los cristianos les iba muy bien; estaban unidos, tenían una seguridad social… Y que había otras muchas religiones que se mataban entre sí.

Probablemente pensó: «caramba, el dios de este grupo debe ser un dios magnífico. ¿Cómo hago yo para que este dios me proteja también a mí?» «Pues -se dijo- favoreciendo al grupo de los jefes»

Y comenzó a invitar a comer a los jefes, a tratarlos bien, aunque no del todo porque no les dio dinero ni prebendas, pero los trató bien.

Constantino tuvo solo un interés político: que siendo amigo de los cristianos y sus jefes, impetraran a ese dios entre otros, que era muy poderoso, y le ayudara a él, que era un futuro emperador. Ya lo era de Occidente, pero no de todo el imperio.

O sea, que lo único que hizo Constantino fue comprar. Esa es una mentalidad totalmente pagana.

 

– A subsanar su des-sacrificio.

– Sí. Es una compra; yo te doy para que tú me des. A eso se reduce la tarea de Constantino. Fue un político, y un político estupendo; utilizó todas sus cartas.

 

– Yo te doy para que tú me des… ¡Uf!, alguno podría pensar que eso todavía sigue sucediendo en la Iglesia.

– Bueno, bien. Ahí, ya no me meto.

 

– «Aproximación al Jesús histórico» de Trotta. Un magnífico libro y una magnífica conversación. Es un placer, siempre, hablar contigo. Uno se siente muy pequeñito, aunque intento discutir, pero cuando uno no llega al nivel, pues pasa lo que ustedes están leyendo: que igual ha sido divertido, pero me ha dado un baño tremendo.

Antonio, un placer.

– Encantado, Jesús. Y saludos a todos los que, de una manera u otra, nos verán o nos leerán. Y yo recomendaría este libro, porque creo que responde a esa pregunta.

Una cosa más, que es importante señalar: los historiadores no decimos lo que nos da la gana. Sino que, sobre la base de Jesús de Nazaret, que existió, tenemos un método de más de doscientos años, que seguimos al pide de la letra, para intentar reconstruir el pasado. No inventamos nada.

 

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA
Autor

Jesús Bastante

Escritor, periodista y maratoniano. Es subdirector de Religión Digital.

Lo más leído