El cardenal de Madrid y Margarita Robles presentan 'Todo puede cambiar', de Andrea Riccardi (San Pablo)

Carlos Osoro: «Hay que dejar que el Evangelio fluya con fuerza y en libertad. Hay que movilizar la utopía»

Fundador de Sant'Egidio: "Los ojos de los pobres nos enseñan un realismo que no entiende de ideologías"

Carlos Osoro: "Hay que dejar que el Evangelio fluya con fuerza y en libertad. Hay que movilizar la utopía"

"No estemos obsesionados por el control, la Iglesia no debe ser una institución controladora", clamó el arzobispo. "Es terrible estar todo el día controlando, te cansa muchísimo, y no te da tiempo para la creatividad"

(Jesús Bastante).- ¿Qué es lo que puede cambiar? A primera vista, en estos tiempos, parece que casi nada. Y sin embargo, esta noche, en una abarrotada iglesia de Nuestra Señora de las Maravillas, en pleno Malasaña, daba la impresión de que todo era posible. «Hay que movilizar la utopía», se escuchó de boca de todo un cardenal, que llegó a critica la «obsesión por controlar» que, a menudo, se extiende entre la propia jerarquía.

Todo era posible. Incluso, que el cardenal Osoro y la ministra de Defensa, Margarita Robles, ‘arreglaran’ el problema de la exhumación de Franco, o que Tíscar Espigares arrancara del Gobierno algún compromiso para la apertura de los corredores humanitarios en nuestro país.

‘Todo puede cambiar’, es el título del nuevo libro del fundador de la Comunidad de Sant Egidio, Andrea Riccardi, publicado por San Pablo. Un libro de conversaciones con Massimo Naro que, como apuntaba en la presentación Tiscar Espigares, «es un libro con sabor a inicio, que habla del mundo contemporáneo y del cristianismo, donde se une la fe con la historia de hombres y mujeres de hoy. Un texto que destila humanismo».

 

 

 

 

Unas páginas que, como relató la responsable de la Comunidad en Madrid, «presenta un cristianismo profundamente vivo, que no es una reliquia del pasado, que no quiere encapsularse por miedo al futuro. Es un libro que ayuda a mirar a lo lejos, a explorar el tiempo, el presente, como una planta que echa raíces. En el suelo están las viejas raíces, pero también las nuevas».

Un libro en el que Riccardi habla del Concilio «como un puente entre el futuro y la tradición de la Iglesia», que propone «un cristianismo sin miedo de la globalización, sino que ve en ella una gran oportunidad para vivir la vocación a la universalidad que la Iglesia lleva inscrito desde sus cromosomas».

Espigares subrayó cómo Riccardi, en sus conversaciones, presenta «un compendio de un nuevo humanismo cristiano, absolutamente necesario en el mundo de hoy, que hace emerger el rostro de una Iglesia que se hace diálogo, que mira la mundo con simpatía. Una Iglesia amiga, materna, que vive una caridad artesanal y mucha fantasía».

 

 

 

 

 

Por su parte, Margarita Robles saludó la presentación de este libro, «el primero que presento en una iglesia», una muestra de cómo Sant’Egidio trabaja «en su compromiso por la paz, y su dedicación por los más pobres», porque «pobreza hay en el mundo».

«El libro es de una intensidad total», subrayó la ministra, que repasó algunos de sus ejes, desde la situación en Siria, la ‘mala prensa’ de la política… «hasta de ecología». «Es una comunidad que no tiene miedo en defender los principios y valores en los que creen«. En una sociedad de lo políticamente correcto, en la que nadie se atreve a llevar la contraria, «ver que hay una comunidad que no tiene miedo a defender lo que piensa, es profundamente respetable, y algo a seguir», confesó la ministra.

«En la vida no tenemos que tener miedo a defender nuestras convicciones, cuando sirven para cambiar el mundo», destacó Robles, quien subrayó la «apuesta permanente por la paz, y por los más necesitados, a través del diálogo» del movimiento fundado por Riccari.

«Yo no quiero una sociedad de vencedores y vencidos, quiero una sociedad donde cuando haya discusiones, haya gente como la comunidad de Sant Egidio que busquen la paz, el diálogo, la mediación», clamó la ministrar de Defensa. «Frente a los que gritan más, los que dejan morir a migrantes y refugiados, los que quieren imponer el mundo, el papel de las personas con creencias y convicciones es estar con aquellos que lo pasan peor», insistió.

«Estar con los ricos y poderosos es fácil, estar con los que sólo te pueden devolver una sonrisa, es verdaderamente gratificante», concluyó la ministra, quien recalcó el compromiso de Sant Egidio con los descartados. «No podemos ponernos de perfil: el compromiso con una sociedad mejor y más justa, ése es el verdadero compromiso».

 

 

 

 

El cardenal Osoro, por su parte, confesó cómo al leer el libro «me suscitaba una melodía». Y es que, subrayó el cardenal de Madrid, el de Riccardi y Naro «es un canto a un mundo nuevo, donde se nos dan las herramientas necesarias para devolver la Belleza a esta tierra y a todo lo creado».

«Ellos se han puesto a confesar a Jesucristo al lado de los que menos tienen, sin poner condiciones», resaltó Osoro, quien quiso dar las gracias a la comunidad. «Yo sueño que esto tendría que ser la Iglesia, hacerla presente. Un pueblo que camina por el mundo mostrando con obras, y si fuera necesario demostrarlo con palabras, que todo puede cambiar», apuntó el purpurado.

«¡Cómo estamos estropeando esta tierra, y cómo nos estropeamos los unos a los otros no queriendo saber nada del prójimo!», denunció Osoro, quien agradeció a Riccardi su apuesta por «servir y demostrar que todo pueda cambiar, como sucedió en Pentecostés». En Madrid, pero también en Roma: no en vano Francisco le concedió la iglesia de Santa María in Trastevere, la casa de Sant’Egidio en la Ciudad Eterna. Para ello, invitó a «terminar de abrir las páginas que tenemos cerradas del Concilio Vaticano II».

El cardenal de Madrid abrió su corazón a los problemas de la sociedad, y de la Iglesia, a través de la lectura de este libro. «La cultura del abuso está implantada en esta sociedad, y no solo la del abuso sexual, sino también la de poder. Donde la vida de los discapacitados, de los ancianos, de los que no producen, la ponemos en cuestión».

Y, también, lanzó una defensa de la dignidad de los laicos en la Iglesia, pues son «discípulos de pleno derecho». Con una autocrítica nada velada a la jerarquía: «No estemos obsesionados por el control, la Iglesia no debe ser una institución controladora», clamó el arzobispo. «Es terrible estar todo el día controlando, te cansa muchísimo, y no te da tiempo para la creatividad».

«Hay que dejar que el espíritu del Evangelio fluya con fuerza y en libertad, y esto no quiere decir sustituir el clericalismo por un sindicalismo laical», insistió Osoro. «El problema no son los cargos, lo que nos debe preocupar es que el Evangelio crezca, sea algo vivo, operativo, que nos mueva a todos nosotros». «Hay que movilizar la utopía«, concluyó.

 

 

Finalmente, el profesor Andrea Riccardi apuntó que éste es un libro «para cristianos y laicos, para creyentes y no creyentes», con «una oración que también puede ser una oración laica».

«Creo que la distinción no es entre creyentes y no creyentes, sino entre personas que piensan y personas que no lo hacen. Para eso está el diálogo, para hacer pensar, para hacer preguntas, peticiones«, trazó el fundador de la comunidad. «Pensar en el hombre, y pensar en su futuro».

Por ello, el título de este libro. «Todo puede cambiar», que refleja el compromiso «a partir de aquellos que están cerca, pero también de los que están lejos», especialmente a través de los ojos de los pobres, «que nos enseñan un realismo que no entiende de ideologías«.

«Los muros entre creyentes y no creyentes deben caer para encontrarse en el humanismo (…) el gran desafío es avanzar hacia un nuevo humanismo», trazó el profesor. «Nuestra escuela está en el encuentro con los hombres y las mujeres», recordó, haciendo una defensa del trabajo por la paz y con los más descartados que, desde hace más de medio siglo, lleva realizando la comunidad.

«La clave de la presencia de los pobres ha salvado Sant’Egidio del riesgo de las ideologías», confesó Riccardi, que inició la comunidad en pleno 68. «Hay que salir de las periferias, de los palacios romanos, para encontrar a los pobres, y cambiar a partir de ellos, y del Evangelio«.

«La comunidad cristiana debemos ser la mayor fuerza de paz del mundo entero«, proclamó, insistiendo en la fuerza de la oración por la paz, como se hace desde hace años en los encuentros de Asís, que este mes de septiembre tendrán como sede Madrid.

 

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Autor

Jesús Bastante

Escritor, periodista y maratoniano. Es subdirector de Religión Digital.

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