Se nota que Francisco es un hombre muy sensible a la dimensión social, y que al mismo tiempo tiene una espiritualidad alegre, entusiasta, profunda
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(José Manuel Vidal, enviado especial a Río de Janeiro).- Es el presidente de la Conferencia Episcopal belga. André-Joseph Léonard, arzobispo de Bruselas, viaja en clase turista hacia Río de Janeiro. Allí conversamos con él sobre la situación de la Iglesia en Europa, así como del nuevo estilo que ha impuesto el Papa. «A pesar de su dulzura, Francisco es capaz también de ser firme y perseverante, aunque haya presión del entorno o de la tradición», asegura.
¿Está pasando Bruselas por un momento pacífico actualmente?
Sí, hemos tenido buenos días desde la abdicación del rey y de la entronización del nuevo rey, Phillipe, que fue un evento espléndido. Bruselas estaba alegre.
Podemos decir que en Bélgica hay un problema delicado que tenemos que resolver, y que tiene que ver con que tenemos una gran diversidad de culturas, de lenguas (el neerlandés, el francés, el flamenco…), como en Europa, que es una mezcla de culturas, de naciones y de lenguas, y que busca lograr su unidad. O como Suiza, que tiene experiencia en estos asuntos, o como la propia España.
¿Cuál es el rol de la Iglesia en España y en Bélgica, y en esos países que tienen esta diversidad ligüística y cultural de la que habla?
En Bélgica la Iglesia marcó profundamente la sociedad en el pasado, quizá demasiado, pero actualmente vivimos en una clara separación entre la Iglesia y el Estado, con aportes positivos y cordiales, con diálogo. Tenemos la particularidad de tener un régimen igual para todos los cultos, no sólo el católico, en el que todos los ministros del culto son retribuidos por el Estado. Los inmuebles para el culto son también conservados y rehabilitados por los servicios públicos, aunque tenemos un régimen de separación Iglesia-Estado. Hay entendimiento entre los distintos cultos y tradiciones. La laicidad organizada por el Estado belga se propone respaldar a todos los cultos por igual, sin diferencias ni privilegios.
¿Qué piensa usted del Papa Francisco?
Aún no lo conozco personalmente. A sus predecesores Juan Pablo II y Benedicto XVI sí los conocí de cerca, y por lo que voy conociendo poco a poco (por Internet, como todo el mundo), creo que no es una gran figura intelectual como Benedicto XVI, pero es alguien que tiene el sentido de la palabra, de los pequeños detalles que llegan al corazón, y me alegro de ver cómo está haciendo su trabajo.
¿La misión más importante que tiene cree que es reconquistar a la juventud?
Bueno, no se trata de una reconquista, sino de llegar a los corazones de los jóvenes, y yo creo que el Papa es capaz de hacerlo. Ya lo consiguió Juan Pablo II y otros papas anteriores, y Francisco tendrá su propia forma de lograrlo. Creo que los jóvenes están bien dispuestos, a condición de que no se les alimente sólo con palabras. Que haya gestos que también les lleguen al corazón, y que sientan que el Papa y los obispos viven profundamente lo que ellos mismos enseñan.
¿Es eso lo que está intentando hacer, predicar con el ejemplo?
Sí.
¿Obliga eso a que la jerarquía cambie de actitud, que salgan a las periferias?
Sí, pero en los países occidentales y europeos del norte hacemos mucho esto. Hemos perdido ya la actitud jerárquica y protocolaria, y vamos donde está la gente. Está claro que un obispo no puede quedarse en su arzobispado administrando, sino que tiene que multiplicar el contacto con la gente lo máximo posible.
¿Qué Evangelio va a predicar más el Papa: el social o el moral?
Pienso que va a conjugar los dos aspectos, que nos los va a oponer. El tema general de la JMJ es un tema de esperanza, de ser misioneros y llevar la Buena Noticia. Se nota que Francisco es un hombre muy sensible a la dimensión social, y que al mismo tiempo tiene una espiritualidad alegre, entusiasta, profunda.
¿Va a hacer la revolución en la Iglesia?
No sé si va a hacer la revolución, porque tiene que haber también continuidad, pero él va a traer un soplo nuevo. Los papas son diferentes, no son estándar. Cada uno tiene un estilo propio, al igual que los obispos.
¿Va a hacer la reforma de la curia?
Sí, pienso que ya ha dado los primeros signos de ello, y eso es bueno para que entre aire fresco en la Iglesia.
¿Cómo vamos a percibir ese cambio en las iglesias locales?
Creo que durante el verano los cambios no pueden ser muy visibles, no va a haber gran movimiento en Roma. Pienso que será a partir de septiembre u octubre cuando el Papa tenga que tomar las primeras decisiones importantes. Entonces veremos sus grandes orientaciones sobre el Plan Pastoral. Hasta ahora, el Papa está en su «período de noviciado».
La gente se pregunta si le van a «dejar hacer»
Creo que va a ser capaz de imponer su voluntad. A pesar de su dulzura, es capaz también de ser firme y perseverante, y si no quiere hacer algo, no lo va a hacer, aunque haya presión del entorno o de la tradición.
Por tanto, ¿comienza una nueva etapa en la Iglesia?
Bueno, no una etapa radicalmente nueva, porque la Iglesia es como un río, que tiene un nacimiento y un recorrido, y no puede fluir despegándose de su nacimiento. Un río no puede dejar atrás su nacimiento, y al mismo tiempo debe seguir su curso adaptándose al terreno.
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