Llevan un cuarto de siglo peleando por templos confiscados por los comunistas

La lucha de los católicos rusos para que el Estado les devuelva sus iglesias robadas

La desesperación les ha llevado a 'ocupar' catedrales o realizar huelgas de hambre

La lucha de los católicos rusos para que el Estado les devuelva sus iglesias robadas
Eucaristía en la catedral católico de Moscú

El padre Grigorij ya sufrió robos, agresiones y amenazas de muerte, tanto que tuvo que construir un muro con cámaras de seguridad y también tiene 3 perros vigilantes

Los católicos rusos llevan más de un cuarto de siglo pidiendo que les devuelvan las iglesias confiscadas durante el régimen comunista de la Unión Soviética.

Con la caída de la URSS en diciembre de 1991, la nueva Rusia y sus instituciones empezaron a devolver algunas de las iglesias católicas confiscadas por los comunistas. Algunas, pero pocas. 27 años después, la recuperación se da con cuentagotas.

Este año, en Riazán, fue restituida una parroquia a los católicos, mientras en Kírov el párroco organiza campañas de ayuno y oración para reivindicar el templo.

En 1993 empezó la muy lenta restitución: se aprobó el estatus de las parroquias de: Santa Catalina en San Petersburgo, la más prestigiosa e importante; el Santo Rosario, en Vladimir, ciudad medieval, centro del famoso «anillo de oro» que visitan los turistas; y San Luis de los Franceses, en Moscú, la única que permaneció abierta durante todo el período bajo el comunismo (junto a su iglesia gemela de la Virgen de Lourdes en San Petersburgo). Estas últimas eran las dos iglesias «diplomáticas» francesas y su actividad servía para fingir que en la URSS había libertad de culto. Cada día, en la misa que se celebraba en ellas había personal diplomático extranjero y algún ruso, incluyendo unos cuantos agentes e informadores de la KGB.

Las iglesias del centro de Moscú

San Luis de los Franceses en Moscú fue restituida no al arzobispo católico, sino al gobierno francés. Allí hay actualmente misas en varios idiomas: francés, inglés, italiano, español, portugués, coreano y filipino. Es la parroquia a la que van la mayoría de los hispanos de Moscú.

Iglesia de San Luis de los Franceses, Moscú


A unos 200 metros está la parroquia católica de San Pedro y San Pablo. Es la principal iglesia católica de Moscú pero oficialmente todavía no pertenece a la Iglesia, está sin restituir. Parece que antes se restituirá alguno de los edificios parroquiales anexos. Junto a la iglesia existían escuelas y obras de caridad muy importantes, como las animadas por el médico alemán J. F. Haass, el «santo doctor» de inicios del siglo XIX, cuya causa de beatificación, seguida por las curias de Moscú y Colonia, parece que está llegando a buen fin.

La catedral fue tomada por los católicos rompiendo la pared

Las otras parroquias católicas rusas fueron «reconquistadas» en los años 90 por los fieles y los misioneros que llegaban de diversos países, en algunos casos con acciones bastante llamativas, como cuando los seminaristas y los fieles guiados por el rector Bernardo Antonini rompieron las paredes de la catedral de la Inmaculada Concepción en Moscú, obteniendo al final la restitución. Hoy es la más solemne de las iglesias latinas rusas y sede del arzobispo católico en Moscú, monseñor Paolo Pezzi.

Monseñor Pezzi, en la catedral de la Inmaculada Concepción de Moscú


Reconsagración de la Inmaculada Concepción de Kjasan

Monseñor Pezzi tuvo la alegría de reconsagrar una iglesia el pasado 16 de abril en Kjasan, ciudad a 200 kilómetros de Moscú. Los católicos recuperaron el templo gracias a la gran tenacidad del párroco eslovaco, el padre Josif Gunchaga, llegado a Moscú en 1991. La iglesia está dedicada a la Inmaculada Concepción y había sido cerrada en 1935. Las autoridades comunistas la reconvirtieron en un liceo artístico. Ahora deberá ser totalmente reconstruida, pero el pequeño grupo de fieles (un centenar) podrá finalmente reunirse para rezar, sin buscar lugares improvisados.

El padre Zvolinskij lleva décadas intentado recuperar la parroquia del Sagrado Corazón de Kirov, creada por exiliados polacos y confiscada por los comunistas.

Menos suerte tiene el párroco de la comunidad católica de Kirov, ciudad en el norte de Rusia europea que tomó el nombre del famoso revolucionario asesinado por Stalin (antes se llamaba Vjatka). Desde hace 17 años el padre Grigorij Zvolinskij trata de obtener la restitución del edificio dedicado al Sagrado Corazón, construido en 1903 por los polacos exiliados bajo el reinado de Alejandro III. Después del enésimo rechazo, el padre Grigorij decidió realizar un período de ayuno y oración para que le restituyan la iglesia.

La clausura se realizó durante las purgas estalinistas y los católicos fueron acusados de espionaje y traición y fusilados. Aún hoy se desconoce dónde reposan sus cuerpos.

La iglesia fue usada por la KGB como estación para interferir las radios extranjeras, con antenas especiales instaladas en lugar de las cruces desde donde se difundía el llamado «ruido blanco», las transmisiones antitransmisiones.

Tras la caída del comunismo se convirtió en una sala de conciertos para órgano y música de cámara, permitiendo a los católicos poder celebrar la misa pagando un alquiler por hora, sólo en las grandes fiestas.

A los pedidos de una total restitución siempre respondían con una negación. La última vez fue el 5 de abril. La razón del rechazo es paradójica: habiéndose construido en el edificio otros locales, la iglesia debe ser cuidada por la autoridad del Estado ya que es un bien artístico y no puede ser usada por los católicos, que deberían quitar los agregados inútiles.

En respuesta a esta enésima burla, el párroco junto con los fieles decidieron hacer un ayuno de un mes a solo pan y agua, adoración y recitación del rosario: los 5 rechazos oficiales son considerados por los católicos de Kirov como las 5 llagas sobre el cuerpo flagelado del Cristo sufriente.

El padre Grigorij ya sufrió robos, agresiones y amenazas de muerte, tanto que tuvo que construir un muro con cámaras de seguridad y también tiene 3 perros vigilantes. Celebra misa cada día en una sala pequeña. Sus parroquianos son descendientes de exiliados polacos, prisioneros alemanes y africanos católicos provenientes de países prosoviéticos durante la Guerra Fría.

(RD/Aica)

Reconsagración de la iglesia de Kjasan

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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