Se ha reconocido la ortodoxia de su mensaje, y la "ortopraxia" de su vida ministerial. El propio Benedicto XVI reconoció su sacrificio martirial
El 24 de marzo de 1980, mientras pronunciaba la homilía, Óscar Arnulfo Romero fue asesinado en El Salvador. Hoy, 30 años después de su martirio y en mitad del Año Sacerdotal, cada vez son más voces que reclaman a la Santa Sede que haga realidad lo que para la Iglesia latinoamericana es ya un clamor: la beatificción del arzobispo mártir.
Mientras otras beatificaciones van con turbo, la del arzobispo-mártir de San Salvador, Oscar Arnulfo Romero, duerme, desde hace 30 años, en algún cajón de la «fábrica» de los santos. Se ha reconocido la ortodoxia de su mensaje, y la «ortopraxia» de su vida ministerial. El propio Benedicto XVI reconoció su sacrificio martirial en Centroamérica. Al ser mártir, ni siquiera necesita un milagro, aunque son varios los que se testimonian. Sólo resta el reconocimiento oficial de la Congregación para las Causas de los Santos. Un pequeño empujón, que ya está dando el Pueblo de Dios.
Aunque el obispo asesinado es ya, y desde hace años, San Romero de América, desde Religión Digital lanzamos una campaña para pedir al Vaticano que acelere su elevación a los altares. En pleno Año Sacerdotal, el testimonio, hasta dar la vida, del pastor Romero, sería un excelente culmen y un reconocimiento, en su nombre, a la tarea que llevan a cabo, a diario, más de 400.000 sacerdotes en todo el mundo.
Súmese a la campaña pro beatifación de monseñor Romero, santo ya, rellenando el siguiente formulario, o pinchando aquí:
ULTIMAS PALABRAS DE ROMERO
«Que este Cuerpo inmolado y esta Sangre sacrificada por los hombres nos aliente también para dar nuestro cuerpo y nuestra sangre al sufrimiento y al dolor, como Cristo, no para sí, sino para dar conceptos de justicia y de paz a nuestro pueblo. Unámonos, pues, íntimamente en fe y esperanza a este momento de oración por doña Sarita y por nosotros….»
En ese momento, sonó el disparo