Y los católicos ya no se avergüenzan de su equipo, ya no tienen que mirar hacia otro lado ni esconderse. Han recobrado la ilusión y miran al futuro con confianza
(José Manuel Vidal).- Le encanta el fútbol, lo mamó de pequeño. Sabe de fútbol y disfruta comparando la vida del cristiano con la del futbolista que, para llegar al triunfo, tiene que entrenar, y duro. El símil del deporte rey «en Brasil» y en el mundo, le sirvió a Francisco para ilusionar a sus jóvenes y marcarles el camino que les convierta en «atletas de Cristo» y «futboleros de Dios».
Lo tiene tan claro Francisco que así de directo se lo dijo a sus «Papa-boys»: «Jesús nos pide que juguemos en su equipo» y «nos ofrece un premio mejor que la Copa del Mundo». Pero, pide algo a cambio. Nada es gratis. Y lo que Cristo pide a cambio es entrenar en la virtud. Con tres medios: oración, sacramentos y servicio a los demás.
Haciendo eso, «sudando la camiseta», el joven católico puede llegar a la meta de «ser feliz» y de promover un «mundo más justo». Eso sí, siempre que, además de entrenar, «patee para adelante». Porque el Papa quiere que sus jóvenes no se queden a la zaga de la lucha por un mundo mejor.
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