Se trata de dar la palabra y la voz a los pobres, a los sin voz potenciando su capacidad de lenguaje, cultura y compromiso social por la justicia
(Agustín Ortega).- Estamos celebrando los 50 años de «Carta a una maestra», recomendada por el mismo Papa Francisco, uno de los documentos y testimonios más relevantes de la pedagogía contemporánea. Fue un escrito colectivo realizado por los alumnos de la Escuela de Barbiana, que puso en marcha Lorenzo Milani, educador y sacerdote-presbítero italiano que está siendo cada vez más valorado por los estudios actuales y por el mismo Papa Francisco.
La vida y obra de L. Milani es apasionante, un testimonio luminoso de espiritualidad, fe y ética con una pedagogía liberadora al servicio de las personas, de los pueblos y de los pobres. Su pensamiento educativo tiene un claro carácter humanista y personalista ya que pone en el centro de su pedagogía a las personas con sus necesidades, potencialidades y capacidades. Con una educación humanizadora, moral e integral que promueve el que las personas, los pueblos y los pobres sean los sujetos protagonistas de su promoción y liberación integral.
Como se observa, el personalismo con Milani u otros autores como Mounier anticipan un pensamiento, cultura y educación liberadora en una opción por la justicia con los pobres. Se trata de dar la palabra y la voz a los pobres, a los sin voz potenciando su capacidad de lenguaje, cultura y compromiso social por la justicia.
Tal como desarrollará luego el pensamiento latinoamericano con otros autores católicos como P. Freire con su pedagogía liberadora que, como se observa y ha estudiado, tiene una clara sintonía con L. Milani. Tanto Freire como Milani educan para la vida y la realidad, con una antropología de alteridad solidaria con los otros, en la constitutiva dimensión socio-comunitaria de la persona, en su inter-relación con la comunidad y el mundo, para la praxis y transformación de la realidad social e histórica.
Una pedagogía social y comunitaria que promueve el diálogo y la colaboración solidaria con los otros en el proceso educativo, con una lectura y escritura compartida, como se plasmó en la ya citada «Carta a una maestra». Esta educación social para la realidad y el compromiso estudia las relaciones sociales, económicas y políticas a través de los periódicos, las leyes u ordenamientos jurídicos como son los contratos laborales, las otras culturas con sus lenguas…
Es una pedagogía crítica y ética que valora la realidad con sus males, desigualdades e injusticias, que analiza críticamente la opresión, violencia y dominación de los poderosos y rico sobre los pobres, excluidos y víctimas de la historia. Con una mirada espiritual y ética en la fraternidad universal, en la paz y justicia mundial con los pobres de la tierra, por una solidaridad social e internacionalista, que trasciende toda frontera, muro y barrera; frente a todo nacionalismo excluyente e insolidario, contra todo poder, violencia, guerra e injusticia.
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