Gregorio Delgado del Río

Hacerle frente a la vida

"La convivencia en pareja y el modo de realizar la complementariedad no se improvisan"

Hacerle frente a la vida
Gregorio Delgado del Río

En tu relación de pareja, está en juego tu propio destino. Por eso, importa mucho tomárselo en serio y con responsabilidad

(Gregorio Delgado del Río).- Cuando alguien (hombre o mujer) pasa por la consulta y quieres averiguar el planteamiento con el que se casó (canónica o civilmente), se unió en pareja o simplemente convive, te puedes encontrar con alguna sorpresa.

No digo nada si preguntas por los elementos que integraron su proyecto familiar y/o de convivencia mutua. No se entiende en la mayoría de los casos el por qué de semejante petición y qué tiene que ver todo ello con lo que le pasa y viene a preguntarte. La manifestación de esta extrañeza ante tu posición ya te pone en guardia. Te avisa de la importante (esencial) deficiencia de la relación que decidió establecer. Deficiencia que viene condicionando la relación desde su nacimiento.

Resulta difícil de comprender cómo alguien puede decidir vivir en pareja sin tener antes muy claro lo que, de algún modo, se juega. Parece necesario, con anterioridad, saber para qué comparte la vida con otro/a, qué persigue y busca en lo personal y en lo relacional, qué desea recibir de la relación que piensa establecer, cómo la concibe y por cuánto tiempo, qué modelo de familia quiere y está dispuesto/a a crear, a qué está decidido/a a renunciar y/o qué está dispuesto a poner en el asador para conseguirlo, etc.

Todo lo anterior parece elemental, de simple sentido común. Algo que a cualquiera se le ocurriría -aunque con el tiempo puede verse en la necesidad de adaptarse a la nueva realidad que aparezca en su vida- fijar con su compañero/a de viaje. Estas cosas no parece que se deban improvisar ni dejar al azar.

La importancia del anterior planteamiento viene determinada por lo que cada cual se juega en el envite. En principio y hablando en general, está en juego la realización de ‘el deseo de ser feliz’, propio de la condición humana.

En el fondo, la relación de pareja (o matrimonio, o mera convivencia de hecho en sus diferentes manifestaciones) parece que tiene que ser el ámbito en el que ‘decides hacerle frente’ (Turner) a tu vida, realizarte como persona. Lo cual me parece legítimo. Es tu propia decisión. Está en juego tu propio destino. Por eso, importa mucho tomárselo en serio y con responsabilidad.

Su importancia, además, tiene mucho que ver -eso sí, contando con el trabajo diario de la pareja- con su logro en el futuro. Si los objetivos (el proyecto) no han sido fijados por ambos protagonistas, más pronto que tarde aparecerá el problema y no habrá un punto seguro de referencia. De ese modo se está, incluso, jugando con la vida del otro/a. Lo que se compromete tiene que ser establecido y aceptado por ambos protagonistas de la relación. ¿Cómo, en caso contrario, se va exigir al otro/a que se atenga y cumpla lo prometido? ¿Cómo reclamar su colaboración en algo que no es, por ejemplo, compartido?

Puede ocurrir que, a nivel personal, pienses que la felicidad se compra y se ‘paga con dinero’, que dijo O. Wilde. Probablemente, creas que el secreto reside en un desenfrenado consumismo. Puede, incluso, que llegues a creer que tu familia -si la tienes- se compone, como dijo M. Benedetti, de ti mismo/a.

No hay que excluir tampoco que participes de la idea según la cual, como subraya Vargas Llosa, ‘la euforia del sexo es una suprema exaltación que el hombre debe vivir’. Todo ello -y otras muchas cosas más- es posible. Es más, cada cual es muy libre de confeccionarse su propio menú. Pero todo ha de ser compartido y comprometido con tu pareja.

Ahora bien, sería y es un grave error tentar a la suerte. Cuando se vive en pareja, estas cosas, el modo de entender la convivencia y el modo de realizar la complementariedad no se improvisan, se comparten y se comprometen.

La relación se realiza a diario con el esfuerzo y el impulso de ambos. Parece razonable que haya habido una valoración de las posibilidades reales de entendimiento futuro (madurez en ambos) y, por tanto, que se haya sopesado si es oportuno y conveniente o no emprender la aventura de la convivencia con esa otra persona. Esto exige manejar muchas variantes, tiempo y decisión. ¿Por qué has de lanzarte al vacío de la improvisación? ¿Por qué te extrañas ahora que las cosas no funcionan?

Puede ocurrir -como experto/a conocedora del ser humano y como sábelo todo- que todo lo anterior te parezca una estupidez. Lo único importante es estar enamorado/a. El tiempo de convivencia cambiará, en todo caso, la realidad. ¡Vaya respuesta original! El mundo está lleno de ingenuo/as como tú. Acabas de expresar la crónica de tu propio fracaso. ¿Acaso piensas que tú eres diferente? ¿Por qué no reflexionas sobre tu propia situación, reconoces tu error y te preguntas por qué te pasa lo que te pasa?

Es muy frecuente que las relaciones de pareja se inicien, en muchos casos, con altas dosis de superficialidad. Es muy posible que lo que de verdad te ate al otro/a es la pura exaltación temporal del sexo. Es casi probable que hayas procedido a la ligera, como si no estuviese en juego tu propio destino.

Lo que, en cualquier caso, me parece seguro es que tu relación de pareja en el futuro será o se desplegará por los derroteros que tú hayas planeado. Este paso, aunque ahora pienses lo contrario, es muy decisivo e importante. ¡No dejes de manejar en tan importante cuestión! ¡Teje tú mismo/a, con previsión y responsabilidad, los hilos de tu propia vida!

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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