Murillo, Sevilla y la Inmaculada

IV Centenario de Bartolomé Esteban Murillo (I)

"Murillo fue sin duda el más importante creador de la tipología de la Inmaculada"

IV Centenario de Bartolomé Esteban Murillo (I)
La Inmaculada de Murillo

Se conocen más de veinte cuadros de Murillo con el tema de la Inmaculada, una cifra solo superada por José Antolínez y que ha hecho que se le tenga por el "pintor de las Inmaculadas"

(Saturnino Rodríguez).- La Junta el Gobierno de Andalucía lanzó como homenaje y reclamo del IV Centenario del nacimiento del gran pintor sevillano Bartolomé Esteban Murillo el slogan y lema «El Año de Murillo: Murillo, Sevilla y la mirada innovadora». Arrancaba el 28 de noviembre de 2017 con una magna Exposición de la obra el pintor en el Museo de Bellas Artes de Sevilla, la capital andaluza y lo sigue celebrando con numerosos actos desde esa fecha hasta el 31 de marzo 2019 mostrando en distintos lugares más de 600 obras. Comencemos por ahí…

Aunque la 2ª parte de esta presentación del IV Centenario de Murillo está dedicada a la evolución de la obra en general del pintor sevillano guardando un orden cronológico, la parte correspondiente a su obra para el Convento e iglesia de los Capuchinos en Sevilla entre los años 1665-1669 que debería ir en esa 2ª parte la pasamos aquí, a la 1ª parte, por ser esta obra para el Convento la más emblemática de la Exposición inaugural en el Museo de Bellas Artes de Sevilla por donde comenzamos.

En este Museo se guarda y conserva buena parte de la obra de Murillo junto con otras obras cedidas por otros Museos del mundo para esta ocasión del IV Centenario. En la 2ª parte de la presentación al llegar a esos años 1665-1669 de Murillo remitiremos a este apartado.

Inauguración en el Bellas Artes con «Murillo y los Capuchinos de Sevilla»

La Exposición en este Museo de Bellas Artes de Sevilla, uno de los principales en España, se ha considerado como emblemática por recoger el ciclo de madurez del pintor para el humilde Convento y parroquia de los Capuchinos en los extramuros de Sevilla para darle realce. De las 900 obras en total procedentes del propio Museo y de otros lugares de Sevilla se encuentran también las procedentes de los más destacados museos de Alemania, Francia, Reino Unido, Austria, Portugal o Estados Unidos donde se dispersaron tras el expolio en la invasión napoleónica de 1810 y que ahora se reúnen de nuevo por primera vez en 200 años.

El Museo de Bellas Artes de Sevilla era el más indicado en este caso por las numerosas obras que guarda y conserva y otras que fueron expoliados en la invasión napoleónica del año 1810 y dispersos después por otros países que se han recuperado. De los cuadros expuestos de los del Convento 20 son del Museo y otros 4 prestados por otras instituciones como el espléndido «Jubileo de la Porciúncula».

Distribución de los cuadros en retablo, presbiterio, naves y coro de la Iglesia del Convento y en la Exposición

Vamos a seguir ahora el orden en la Exposición IV Centenario del Museo de Bellas Artes de Sevilla de los cuadros del Convento de los Capuchinos que es el mismo orden original en que estaban colocados en la Iglesia de los Capuchinos hace cuatro siglos según el esquema de la imagen.

Entre 1665 y 1669 Murillo pintó en dos etapas 19 lienzos para la iglesia del Convento: 10 para su retablo mayor, 2 para el presbiterio, 6 para las capillas de las naves laterales y 1 para coro, que sería una de las 24 «Inmaculadas» que pintó, llamada «la Niña».

Esta es la distribución en que se repartían en el templo los 19 cuadros con los que Murillo buscó dar esplendor a un humilde convento e iglesia de los extramuros de Sevilla.

Pinturas de Murillo para el Convento de los Capuchinos de Sevilla (1665-1669)

En el retablo preside «La Porciúncula»

«El jubileo de la Porciúncula» de grandes proporciones y considerado como una de las obras cumbre de Murillo preside la muestra y era la pieza central del retablo de la Iglesia del Convento de los Capuchinos y preside también la muestra del Museo de Bellas Artes de Sevilla inaugurando (28 nov 2017) del IV Centenario de Murillo que ha sido prestada por el Museo Wallraf-Richartz de Colonia, Alemania, hasta 2020 a cambio de su laboriosa restauración por el equipo de restauradores del Museo que también han reparado otras existentes.

Las cuadros de Murillo del Convento de Capuchinos son los únicos que escaparon de la rapiña del mariscal Soult en la invasión napoleónica

Estas pinturas de Murillo para el Convento e Iglesia de los Capuchinos de Sevilla lograron escapar de la rapiña del mariscal francés Nicolás Jean de Dieu Soult, general en jefe del ejército de Napoleón en Andalucía el año 1810. Expolio que alcanzaba exactamente 999 obras entre las de Murillo y otros famosos pintores como Francisco Zurbarán, Alonso Cano, Juan Valdés Leal y Francisco Herrera. Se salvaron porque los frailes conociendo las intenciones desmontaron los cuadros de Murillo del retablo mayor trasladándolos por barco a Cádiz y luego a Gibraltar para volverlos a Sevilla al terminar la guerra de Independencia por lo que se salvaron y están en el Museo de Bellas Artes sevillano, exceptuando ‘La Santa Faz’, cedida por el Ashmoleam Museum de Oxford.

Otras Exposiciones de Murillo en Sevilla

Los actos que se inauguraban el 28 de noviembre de 2017 por la Junta de Andalucía y Ayuntamiento de Sevilla para la celebración del IV Centenario del nacimiento de Murillo contemplaban ocho exposiciones, dos itinerarios-visita, una Bienal de Flamenco, un Festival de cine y un gran Congreso internacional «Murillo ante su centenario. Perspectivas historiográficas y culturales» con 42 grandes especialistas.

A la exposición inaugural «Murillo y los Capuchinos de Sevilla» siguen «Murillo y su estela en Sevilla» (6 dic 2017-8 abril 2018), con 62 obras más originales del pintor en el convento de Sta. Clara, «Murillo y la Catedral de Sevilla» con 62 cuadros en la Catedral sobre el binomio Murillo e Iglesia y «Murillo, IV centenario» (de octubre 2018 a enero de 2019) que acogerá la primera exposición antológica de Murillo.

Merece especial atención recordar la Exposición que se abría en el Archivo General de Andalucía (18 dic. 2017) titulada «Los Neve, mercaderes, hidalgos y mecenas en la época de Murillo». Los Neve era una familia y dinastía flamenca fundamento del esplendor del barroco sevillano en el mercado artístico de la llamada «Carrera de Indias» en el «Siglo de Oro». Justino de Neve, canónigo de la Catedral y promotor del Hospital de los Venerables era amigo, mecenas y promotor de Murillo. Precisamente una de las muestras más importante es la de ‘Murillo y la Catedral de Sevilla’, en la propia Catedral con 62 piezas originales del maestro y que estará abierta durante un año.

Murillo, Sevilla y la Inmaculada hace 400 años

¿Porqué se celebra el centenario en 2018 si en realidad Esteban Bartolomé Murillo nació no en el 1618 sino en 1617? Sencillamente porque su nacimiento fue el 31 de diciembre y el bautizo el 1 de 1618 en la parroquia de Sta. María Magdalena de Sevilla como indica la placa conmemorativa de la Real Academia de Bellas Artes que le denomina «el pintor de los cielos». Murillo era el menor de catorce hermanos, hijos del barbero Gaspar Esteban y de María Pérez Murillo, que procedía de una familia de plateros y pintores. Conforme al uso anárquico de la época, Murillo adoptó comúnmente como primer apellido el apellido segundo de la madre.

Los Murillo y el «Nuevo Mundo»

El año 1633 con tan sólo 13 años Murillo solicitó licencia para pasar a América con algunos familiares pero le fue denegada, cosa que haría su hijo mayo mayor Gabriel Murillo que el año 1678 se trasladó a los 20 años a «las Indias» y llegó a Santafé de Bogotá trayendo consigo, probablemente, algunos de los cuadros de su padre de quien -según el pintor Palomino (1670) – parece haber seguido el oficio paterno siendo «un sujeto de buenas prendas y mayores esperanzas». En 1679 Gabriel Murillo fue nombrado Corregidor de Naturales de Ubaque por dos años. El 20 de septiembre de 1681 contrajo matrimonio en Bogotá con doña Antonia López Nieto, de la cual nació una hija llamada María.

El 8 de junio de 1685 pidió a su hermano Gaspar que intercediera en la Corte Española, para que le otorgasen algún cargo en Santafé de Bogotá. En 1692 trabajó en Tunja. El 14 de mayo de 1700 se estableció en Zipaquirá. El 22 de octubre de 1700 murió en Chía, en la Hacienda de Fagua, que era de su propiedad. Las obras de Gabriel Murillo no han sido identificadas hasta ahora aunque se sabe que poseía varias obras de arte, según consta en el inventario de bienes que se hizo tras su muerte.

En 1670 según referencia de Antonio Palomino, biógrafo de los pintores españoles, el rey Carlos II, ofreció a Murillo la posibilidad de trasladarse a Madrid para trabajar allí como pintor de corte.

Poco antes de morir emprendió una nueva empresa importante: el retablo mayor de la iglesia de los Capuchinos de Cádiz, del que sólo inició el gran cuadro central «Desposorios de santa Catalina», terminado por su discípulo Francisco Meneses Osorio, (Cádiz, Museo de Bellas Artes), porque una desgraciada caída del andamio cuando estaba trabajando en él le llevó a la muerte en 1682.

La Sevilla del «siglo de oro» en la obra de Murillo

Cuando nació Murillo, Sevilla era conocida como la «Puerta de Indias», una ciudad, la más poblada de España y una de las mayores del continente europeo. La vida y la obra del gran pintor sevillano Bartolomé Esteban Murillo está atravesada por lugares y hechos históricos relacionados con Sevilla, donde nació y murió. Los cinco titulillos que siguen resumen ciudad, vida y contexto y contexto para entender la obra de Murillo: 1- Sevilla «Puerto de las Américas», 2- Sevilla capital del «siglo de oro» (política, Artes y letras), 3- Sevilla asolada (1649) por la «peste negra», 4- La Sevilla religiosa de la contrareforma en su defensa de la declaración dogmática de Inmaculada Concepción de María frente a las discusiones de los teólogos y 5- El Expolio napoleónico de las obras del pintor.

El Alcázar Real de Sevilla fue construido en el s. XI sobre ruinas anteriores romanas del s.I , después fue templo en la etapa visigoda, después palacio musulmán y palacio real tras la conquista de Sevilla a los musulmanes de Fernando III de Castilla, después Alfonso X, Pedro I… hasta nuestros días que sigue siendo residencia de la Familia Real cuando visita Sevilla, lo que hace que sea el palacio real en uso más antiguo de Europa. La Unesco lo declaró Patrimonio de la Humanidad, junto a la catedral de Sevilla y al Archivo de Indias, en el año 1987.

1- Sevilla «Puerto del Nuevo Mundo» (1502-1645)

Con la creación en 1502 de la Casa de Contratación o Lonja por los Reyes Católicos (Isabel de Castilla y Fernando de Aragón), Sevilla se había convertido en el centro administrativo del Imperio Español desde donde se dirigían y contrataban los viajes y controlaban las riquezas que entraban de América, y la actividad comercial, tránsito de personas y expediciones entre España y América. En 1785 Carlos III convirtió esta «Casa de Contratación» en Archivo de Indias en donde se centralizó toda la documentación de las colonias españolas, dispersas en los archivos de Simancas (Valladolid), Cádiz y Sevilla.

Sevilla era a finales del siglo XVI el «paradigma de ciudad» más rica y más poblada, con cerca de 150.000 habitantes, así como la más cosmopolita del Imperio hispánico, debido en gran medida al monopolio por real decreto del comercio con las Indias lo que provocaba que allí existiera una rica colonia de comerciantes. Contaba además con instituciones como la Audiencia, diversos Tribunales de justicia, entre ellos el de la Inquisición, Arzobispado, Casa de Contratación, Casa de Moneda, Consulados y Aduanas. Aunque los 130.000 habitantes con los que contaba a finales del siglo XVI habían disminuido algo a consecuencia de la peste de 1649 y la expulsión de los moriscos (1609-1664).

Sevilla se había convertido en la capital comercial de «las Indias» y nunca faltaron los comerciantes extranjeros, que hacían de Sevilla una ciudad cosmopolita. Se estima que en 1665 habitaban en Sevilla más de 7.000 que extendieron la fama de Murillo más allá de la península, singularmente el comerciante flamenco Nicolás de Omazur, que le encargó un grabado del Autorretrato ahora conservado en la National Gallery de Londres. Entre los retratos que pintó Murillo también destaca el del comerciante holandés Josua van Belle (1670; National Gallery de Dublín). Encargos que realizaba Murillo con la elegante actitud propia del retrato nórdico que él pudo conocer en las colecciones de pintura de los comerciantes de esa procedencia establecidos en la ciudad.

La decadencia comercial retrajo el comercio de pinturas para las Indias en 1627 desplazándose a Cádiz y se agravó con la Guerra de los 30 años, la separación de Portugal y sobre todo la peste de 1649 de efectos devastadores, en la que el pintor Murillo podría haber perdido algún hijo. La población se redujo a la mitad, contabilizándose unos 60.000 muertos, y ya no se recuperó: amplias zonas urbanas, sobre todo en las parroquias populares de la zona norte, quedaron semidesiertas y con sus casas convertidas en solares.

2- Sevilla: capital del «Siglo de Oro español»

En la etapa de esplendor Sevilla contribuyó al florecimiento cultural del «Siglo de Oro» español con su reflejo en las artes, en especial la arquitectura, la pintura, la escultura y la literatura. Los más importantes edificios del centro histórico son de esta época. Se crea el Colegio Santa María de Jesús, germen de la futura Universidad de Sevilla que, junto con la imprenta del alemán Jacome Gromberger en 1511, que España llevaría a América, propiciaron el desarrollo del mundo literario sevillano de gran importancia y también pictórico.

La «Sevilla del Siglo de Oro» contó con la presencia de personajes clave de la literatura universal como Mateo Alemán, Miguel de Cervantes y Lope de Vega. También la llevó a ser residencia de geógrafos y cartógrafos, como Américo Vespucio, que falleció en 1512 y en 1526. Carlos I contrae matrimonio en la ciudad con Isabel de Portugal. Famosas y productivas fueron las más de 50 fábricas, entre ellas las de jabón, cerámica y artesanía de seda exportada a todo el mundo. La antigua Real Fábrica de Tabacos, la primera en Europa, es hoy el Rectorado de la Universidad.

La pinacoteca del Museo de Bellas artes de Sevilla desde 1835 es considerada una de las pinacotecas más importantes de España, fundamental para conocer tanto la pintura barroca sevillana, especialmente de Murillo, Zurbarán y Valdés Leal. En 1625 fue Convento de La Merced, donde fue enviado el dramaturgo Tirso de Molina, de la Orden de la Merced, desterrado de Madrid. La plazoleta del Museo la preside la estatua de Murillo. Sevilla se había convertido también desde su Escuela Artística en proveedora de numerosas obras de arte encargadas desde América.

Junto con Murillo el arte barroco en Sevilla, a menudo religioso, Sevilla florece en la pintura con nombres como Valdés Leal, Murillo y Zurbarán y en escultura con Martínez Montañés y Juan de Mesa. De esta época datan un gran número de iglesias y retablos así como muchas de las imágenes, pasos y costumbres de la Semana Santa sevillana. El único viaje de Murillo del que se tiene noticia fue en 1658 a Madrid donde entabló contacto con Velázquez, Zurbarán y Cano.

3- Sevilla sufre la terrible «Peste negra» (1649)

En los siglos XVII y XVIII Sevilla cae en una profunda decadencia económica y urbana con la mayor crisis de epidemia que ha padecido Sevilla y que supuso una gran quiebra de su población. Se sospecha que en la gran epidemia de peste negra de 1649 que asoló la ciudad en apenas cuatro meses – la misma peste bubónica procedente de Argelia que invadió Europa durante cuatro siglos( (XIV a XVIII) – murieron aproximadamente 60.000 personas, el 46% de la población existente, pasando Sevilla de 130.000 a 70.000 habitantes.

Murillo en la Hermandad de la Santa Caridad

En esa etapa de pobreza y necesidad destacó en Sevilla la institución la Santa Caridad que venía ya del s.XV y que fue impulsada en el s.XVII por el noble sevillano converso Miguel de Mañara (1627-1679), declarado «venerable» y hoy en proceso de beatificación, considerado como un adelantado de la doctrina social de la Iglesia. Murillo ingresó en ésa Hermandad en 1655; anteriormente lo había hecho en la Cofradía del Rosario en 1644, recibiendo el hábito de la Venerable Orden Tercera de San Francisco.

La conversión de Miguel de Mañara se ha comparado con el arrepentimiento final del famoso «Don Juan», el también sevillano personaje de Tirso de Molina (El burlador de Sevilla) y José Zorrilla (Don Juan Tenorio) y que con frecuencia se ha identificado a persona y personaje. El Papa San Juan Pablo II le declaró Venerable en 1982 y la Hermandad trabaja para que sea declarado Beato y Santo.

Nos entretenemos en este importante y «novelesco» personaje de la vida sevillana, hoy en proceso de beatificación, por su actividad caritativa en una Sevilla desolada en esa época, uniéndose a la Hermandad de la Santa Caridad de la que llegaría a ser «hermano mayor» en 1663 hasta su muerte (1679), creando un hospicio que más tarde transformará en Hospital de la Santa Caridad, construyendo un amplio edificio, al igual que la iglesia anexa.

La Hermandad de la Santa Caridad nació en 1456 tras la muerte de don Pedro Martínez de la Caridad que hizo un legado para dar cristiana sepultura a condenados o ahogados en el río. Historia avalada por un decreto del rey Felipe V, en el que concede a la Hermandad de la Santa Caridad los mismos privilegios que tenía durante los reinados de Enrique IV (1454-1474), los Reyes Católicos, la Reina Juana. Se sabe que hay hermanos desde el año 1565 y la primera Regla de la Hermandad data de 1578, aunque existía desde hacía más de un siglo, coincidiendo con la fundación de la Santa Caridad.

Con la llegada del Venerable Miguel Mañara se transforma en una institución de ayuda y cuidado a los más necesitados, con un hospital para enfermos terminales.

Los cuadros del Convento de los Capuchinos que vimos más arriba tuvieron más suerte que las seis pinturas de Murillo sobre «la misericordia», para el Hospital de la Caridad de Sevilla cuatro de las cuales fueron robadas por el mariscal Soult en 1810 durante la invasión napoleónica, que sus herederos vendieron y se fueron localizando en diversos museos del mundo:

La Galería Nacional británica de Londres, la Galería Nacional de Ottawa, la Galería Nacional de Washington y El Ermitage de San Petersburgo.​ Junto con ellos también se expoliaron en la invasión napoleónica magníficas obras de Valdés Leal y Pedro Roldán.

4- La Sevilla de la religiosidad y la Inmaculada

Los años de la «peste negra» de 1649 disminuyó la importancia de Sevilla coincidiendo con una etapa de religiosidad que transforma a Sevilla en una «ciudad-convento» en donde el año 1671 existían 45 monasterios de frailes y 28 conventos femeninos (franciscanos, dominicos, agustinos y jesuitas). Condicionado por la clientela, el grueso de la producción pictórica de Murillo está formado por obras de carácter religioso con destino a iglesias y conventos sevillanos, aunque cultivó también la pintura de género de forma continuada e independiente a lo largo de buena parte de su carrera.

El «pintor de las Inmaculadas» y otras pinturas religiosas

A Murillo le toca vivir el entusiasmo con que el pueblo sevillano vivía las discusiones de teólogos dominicos y franciscanos en favor y en contra (maculistas e inmaculistas) de la «concepción inmaculada» de María, solicitando al Rey que intercediese ante Roma en favor del dogma.

Ello explica la cantidad de esas magníficas «inmaculadas» que produce Murillo. Pero es también una etapa en que vive como reacción a la «reforma protestante» la «contrareforma» católica. De ahí la variedad de cuadros sobre apóstoles, santos y canonizaciones producidas tras el Concilio de Trento (1545).

Cuando nació Murillo, con su arzobispo y sus más de sesenta conventos, Sevilla era un importante foco de cultura religiosa. La religiosidad popular, alentada por las instituciones eclesiásticas, se manifestó en ocasiones con vehemencia. Así ocurrió en septiembre de 1613, en el hoy desaparecido convento dominico de Regina Angelorum, en que se «pronuncia un sermón que levanta ampollas entre los sevillanos, por llevar «… la opinión menos piadosa acerca de la Concepción de la Reyna de los Angeles…», como dice la crónica. Sevilla reacciona a esta ofensa a su fe, tomando partido por el «bando inmaculista». El poeta Miguel Cid, defensor del misterio, compuso unas coplas que se hicieron muy populares, desde aquellos días. Hoy se pueden leer dicha estrofa, en el exterior de la parroquia de San Vicente, justo en el azulejo que hay bajo el letrero que rotula la calle Miguel Cid: «»Todo el mundo en general / a voces reina escogida / diga que sois concebida / sin pecado original».

Con el respaldo del Rey Felipe III, dos eclesiásticos sevillanos, Mateo Vázquez de Leca y Bernardo de Toro, viajaron a Roma pidiendo al Papa la declaración del dogma. Habían de pasar dos largos siglos para que finalmente el Papa Pio IX proclamese el dogma, el 8 de diciembre de 1854 con la bula «Ineffabilis Deus».

Desde el año 1952 las «tunas universitarias» rondan la noche el 7 al 8 de diciembre la estatua a la inmaculada construída en Sevilla en homenaje a la declaración del dogma de la Inmaculada por el Papa Pío IX. Las estatuas de los ilustres defensores de la Inmaculada están precisamente en la parte baja del monumento. Es tradicional que todos los años el 8 de diciembre los Papas en la Plaza de España de Roma hagan una ofrenda ante un monumento parecido a cuyo frente se sitúa la Embajada de España.

Murillo, el pintor de las «Inmaculadas»

Se conocen más de veinte cuadros de Murillo con el tema de la Inmaculada, una cifra solo superada por José Antolínez y que ha hecho que se le tenga por el «pintor de las Inmaculadas». En Sevilla, donde la devoción se hallaba profundamente arraigada. Murillo fue sin duda el más importante creador de esta tipología.

Se conocen más de veinte cuadros de Murillo con el tema de la Inmaculada, una cifra solo superada por José Antolínez y que ha hecho que se le tenga por el «pintor de las Inmaculadas». En Sevilla, donde la devoción se hallaba profundamente arraigada. Murillo fue sin duda el más importante creador de esta tipología.

La primera de las «Inmaculadas» de Murillo más conocida fue la llamada «Concepción Grande de los franciscanos» pintada en 1652 (Museo de Bellas Artes, Sevilla).

Con ella podemos decir que inició la renovación de su iconografía en Sevilla según el modelo de Ribera.

Otra de las famosísimas Inmaculadas es la llamada de «Inmaculada del Hospital de Venerables», por la institución para la que la pintó en 1678, uno de sus trabajos finales, hoy en el Museo del Prado al que volvió habiendo sido expoliada en la invasión napoleónica de España por el mariscal francés Soult como vamos a ver ahora…

5- El expolio de obras de Murillo y otras famosas en la invasión napoleónica, 1810

Esta sustracción de la famosa Inmaculada de Murillo (de 1652 en los franciscanos) nos lleva a recordar otras acaecidas en el expolio del tesoro artístico español durante la invasión napoleónica de España en la Guerra de Independencia. En los dos años que duró la ocupación de Sevilla (1812-1814) se sustrajeron obras principalmente de Murillo y también de figuras tan destacadas como Zurbarán, Herrera el Viejo, Roelas o Pacheco. Pinturas que fueron a parar a museos como el del Louvre, Londres, Washington, S.Petersburgo, Otawa y otros.

En Sevilla esta tarea de expolio estuvo dirigida por el mariscal francés Jean de Dieu Soult (1769-1851), que sustrajo la famosa «Inmaculada de Venerables» y tras su muerte fue subastada y comprada por el Museo del Louvre de París el año 1852 alcanzando un remate de 615.300 francos oro, que era en aquellos momentos la cantidad más elevada jamás pagada por una pintura.

Todas las obras sustraídas por Soult se iban depositando en el Real Alcázar. Eran 999 pinturas de las que se seleccionaron 150 para el museo de Napoleón, yendo las mejores del lote a París y otras se llevaron a Madrid para que Soult y otros generales y funcionarios franceses se las repartieran como botín de guerra. El expolio se dirigió también hacia la Catedral, ya que el mariscal obligó a los canónigos a que le entregasen el «Nacimiento de la Virgen», que hoy se encuentra en el Museo del Louvre. Los franceses durante la invasión manejaban como libro de consulta el Diccionario Histórico de Ceán Bermúdez, donde se recogía toda la colección de pinturas religiosas de la ciudad y lo llevaban a todas partes. De España salieron en torno a las 300 obras.

¿Porqué hoy esa Inmaculada está en el Museo del Prado de Madrid?

Otros lugares de Sevilla en donde por orden de Soult fueron sustraídas obras de Murillo fueron la Catedral, el Hospital de la Caridad, la Iglesia de Sta. María la Blanca a las que nos referimos al hablar cronológicamente de la obra pictórica del pintor…

La vuelta de esta «Inmaculada de Venerables o de Soult» al Museo del Prado de Madrid, donde está, se debe a negociaciones realizadas entre el Gobierno español y el francés en 1941, acordando un intercambio artístico. Así el Prado cedió al Louvre un excepcional retrato de Doña Mariana de Austria, de Velázquez, a cambio de la «Inmaculada de los Venerables» (o de Soult).

Algunas obras escaparon a la avidez del mariscal Soult

De este saqueo de obras de arte vale la pena destacar como caso curioso el del Convento de los Capuchinos en Sevilla en donde conociendo los frailes las intenciones de Soult desmontaron los cuadros de Murillo del retablo mayor trasladándolos a Cádiz para volverlos a Sevilla al terminar la guerra por lo que se salvaron y están en el Museo de Bellas artes hispalense. Remitimos a estos cuadros al final de la presentación de la obra de Murillo en la 3ª parte…

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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