Guillermo Gazanini

Las estrujantes horas de México

"La sociedad vive momentos que ya no pueden sostener más calificativos de esta locura y demencia"

Las estrujantes horas de México
Guillermo Gazanini

Los obispos lo han advertido. En México se está ensalzando a la cultura de la violencia que raya en la idolatría más destructora y paranoica

(Guillermo Gazanini).- Dolorosas horas vive Guadalajara en el occidental Estado de Jalisco, México. Ayer, la Iglesia arquidiocesana dio el último adiós al joven sacerdote Juan Miguel Contreras García ejecutado al interior de la parroquia de san Pío de Pietrelcina en Tlajomulco, el pasado viernes.

Un cardenal de la Iglesia católica, estrecho colaborador del Papa Francisco y presidente del Episcopado Mexicano, el Arzobispo José Francisco Robles Ortega, encabezó la misa exequial en el pueblo del asesinado, El Salvador, municipio de Tequila, Jalisco, esta mañana de lunes 23 de abril. Más de 150 presbíteros, familiares, amigos y fieles se dieron cita para honrar la memoria del joven sacerdote ordenado hace dos años.

Robles Ortega recordó en la homilía las virtudes del joven. «Podemos decir que de este corto sacerdocio del padre Juan Miguel, Cristo se ha adueñado donándose a los fieles, a la comunidad, a las comunidades que sirvió, y podemos decir, aunque con dolor y sin entenderlo, que Cristo, el Buen Pastor, ha dado su vida, ha derramado su sangre en la persona del padre Juan Miguel en la tarde de este viernes, como si fuera el viernes santo«.

El cardenal metropolitano de Guadalajara ha exigido de las autoridades la pronta resolución del caso para dar con los responsables del asesinato. Nada se sabe con certeza aún. El reclamo del prelado hacia la fiscalía es que tiene la obligación «de impartir justicia, eso no lo dejamos de lado. Lo asumimos, lo reconocemos y lo exigimos».

La vida del padre Juan Miguel fue la misma como la entregó Cristo en la cruz. Lejos de quedarse en la mera tragedia del hecho violento, debe ser un motivo de esperanza: «Lo que nos llena de gozo es que Cristo dijo cuando entregaba su vida: ‘Tengo poder para darla y tengo poder para retomarla, y para vivir para siempre’. Esa es, hermanas, hermanos, nuestra esperanza. Cristo toma de nuevo esa vida para que el padre Juan Miguel viva y viva para siempre» diría el cardenal Robles.

Y el caso del joven sacerdote asesinado es más dramático cuando Jalisco vive una agitación social por la desaparición de tres estudiantes de la Universidad de Guadalajara quienes fueron levantados el 19 de marzo pasado. Un ultimátum de los padres de familia obligó al gobernador del Estado a ofrecer investigaciones certeras en cuanto al paradero de los estudiantes.

Este lunes, la Fiscalía del Estado dio algunos avances en torno al caso. Los estudiantes habrían sido confundidos con miembros del crimen organizado, fueron levantados y el mismo día de su secuestro, asesinados para después desaparecer sus cuerpos disolviéndolos en ácido. Según las autoridades, estuvieron en el lugar y hora equivocados.

Los hechos en Jalisco son realmente estrujantes. La sociedad está conmovida y vive momentos que ya no pueden sostener más calificativos de esta locura y demencia en México. Mons. Ramón Castro, Obispo de Cuernavaca, llamó a esto «ultraviolencia» y tiene razón cuando vemos la forma inhumana y bestial manteniendo a México de rodillas: seres humanos sin entrañas no se tientan el corazón para tomar la vida de otros y desaparecerlos, literalmente, para borrar lo más íntimo, aun su memoria, cada molécula, cada átomo.

Los obispos lo han advertido. En México se está ensalzando a la cultura de la violencia que raya en la idolatría más destructora y paranoica. No hay motivo de confianza en las autoridades cuando, corrupción e impunidad, parecen ser las dos normas más esenciales de la justicia sin ley. Durante el fin de semana, párrocos y obispos no dejaron de lado el asesinato de dos sacerdotes. Se trata de hacer conciencia de estas lamentables condiciones para cambiar mentalidad y actitudes. En general, los obispos de diversas regiones del país lamentaron los hechos de Izcalli y Guadalajara. Y el clamor es el mismo, justicia imparcial y expedita, volver a la paz arrebatada cada día.

Cualquier omisión o «prudente silencio» sería un craso error. Los fieles quieren consuelo, explicación, razones para creer que esto no es permanente y hay esperanza por delante. La mayoría de los Obispos han hablado, en sus comunidades y redes, condenando los hechos dando rostro e identidad a los sacerdotes asesinados y seguir el trabajo por la paz.

Pero extraña el lamentable silencio y omisión de la Arquidiócesis de México… Ninguna muestra de solidaridad, una oración o sencilla empatía y unión en la fe hacia las diócesis hermanas en luto, sólo tibios tuitazos. El Arzobispo de México haciendo alusiones a la violencia durante la homilía dominical del Buen pastor, sí pero no es suficiente. Gracias a uno de los canónigos, Mons. Tapia Rosete, se tuvo presente en el memento de los difuntos el nombre de los abatidos la semana pasada si no hubieran pasado desapercibidos. Sinceramente deseamos que esto no sea una cómoda posición en nombre de la reconciliación y comunión con quien sea, reflejando que es mejor quedar bien con el diablo en lugar de agradar a Dios.

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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