Ramón Herández

Mierda en el altar

"Indemnizar como es debido a las víctimas de los abusos en las cuantías legales pertinentes"

Mierda en el altar
Ramón Hernández Martín

Es una completa aberración pensar que el ocultamiento o la negación a ultranza de unos hechos tan traumáticos y escandalosos podría beneficiar a la Iglesia católica

(Ramón Hernández).- El tema de la pederastia me impresiona de tal manera que no puedo pasar de largo, dada la fuerza y acritud con que ocupa una parte importante de la información actual. Sin salirme de mi propio rumbo, ofrezco hoy unas reflexiones volanderas sobre ella a mi puñadito de lectores.

Aunque quizá no tenga ninguna conexión ni motivación explicable, puede que mi particular aversión quedara fijada en mi subconsciente cuando, siendo niño en los últimos cuarenta, un rudo joven veinteañero, jornalero agrícola, estando solos él y yo en el campo, me preguntó un buen día, provocando en mí una curiosidad malsana y sin venir a cuento de nada, si no sabía que la pilila servía para más cosas que para mear.

Ante mi gesto de sorpresa, él se lanzó a la faena diciendo: «espera y verás». El muy cafre sacó entonces su trompa y se masturbó ante mis ojos atónitos. «Ves -volvió a la carga-, también se la puede ordeñar». Afortunadamente para mí, el muy bruto solo me tomó como espectador pasivo de una función en la que, por lo que se ve, solo quería exhibirse. Y afortunadamente también, nunca a lo largo de mi vida, a pesar de haber vivido en internados, tuve que vérmelas jamás con semejante basura.

Cerca de casa

Al haber leído anteayer, viernes, 09/11/18, primero en El País, luego en Facebook y, finalmente, en RD la noticia de que «Parroquias rurales de Salamanca acogieron durante años a un cura depredador sexual», la proximidad a mi propio pueblo de uno de los pueblos señalados me removió las tripas hasta el punto de que primero hice un comentario a la publicación de Facebook y luego, incorporando ese primer comentario, otro a la de RD, comentario este último que reproduzco en negritas a continuación:

Hace unos minutos, a esta noticia, difundida también por Facebook, le hice el siguiente comentario: «Acabo de leer la crónica de las andanzas de este depredador sexual en El País. Según este periódico, a principios de los ochenta estuvo en Sequeros donde también dejó sello de su terrible vicio en por lo menos dos niños, ahora ya hombres. ¡Qué gran desgracia! Caparlo o cortársela puede que no hubiera sido procedente, pero no haberlo puesto a buen recaudo para no hacer daño a más niños sí que fue un gran pecado por parte de quienes lo supieron y no le pusieron remedio a tiempo. ¡Qué asco!». Sequeros es un hermoso pueblo de la Sierra de Francia que es conjunto histórico. Llevo ya años luchando por mejorar toda la Sierra de Francia. Tras leer lo leído, tengo la impresión de que, cuando vuelva a ella, me la encontraré manchada, ajada y abusada, toda ella, porque quien hace lo que, al parecer, ha hecho este bicho no solo golpea duramente a sus víctimas directas, niños en nuestro caso, sino también a sus familias y embadurna de mierda los pueblos donde tal ocurre y degrada la condición humana.

Para leer el artículo completo, pinche aquí

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA
Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

Lo más leído