Juan José Tamayo

Un fantasma recorre el mundo: ¡Los fundamentalismos!

"Todos los fundamentalismos desembocan en violencia o la legitiman"

Un fantasma recorre el mundo: ¡Los fundamentalismos!
El teólogo Juan José Tamayo

La respuesta a la violencia generada por los fundamentalismos es el diálogo como principio antropológico, filosófico, religioso, político, imperativo categórico

(Juan José Tamayo, teólogo).- Convocado por el Ayuntamiento de Madrid se ha celebrado el II Foro Mundial sobre Violencias Urbanas y Educación para la Convivencia y la Paz, como un lugar de encuentro de líderes locales, organismos y redes internacionales, academia, ONGD, sociedad civil, dirigentes religiosos y expertos en el estudio de las religiones, para reflexionar sobre las violencias producidas en entornos urbanos y proponer respuestas a las mismas en los diferentes campos de la vida cívica.

Dentro del Foro ha tenido lugar una Mesa Redonda -asimétrica desde la perspectiva de género, a decir verdad: una mujer y ocho hombres-, moderada por José Manuel Vidal, director de Religión Digital. En ella participamos Carlos Palma, de Living Peace Internacional, Joan Ribó, alcalde de Valencia, Alicia Guidonet, de la Fundación Migra Studium, Carlos Osoro, arzobispo de Madrid, Agustín Rodríguez, párroco de Santo Domingo de la Calzada (Cañada Real), Carlos López, obispo anglicano, Riay Tatary Bakry, imán de la Mezquita de Tetuán (Madrid), Víctor Kordochkin, representante de la Iglesia Ortodoxa Rusa en España, y yo mismo.

Estaba prevista la participación de Anton Salman, alcalde de Belém (Palestina), Mehamed Reza Kalaei, vicealcalde de Mashhad (Irán), Nihat Çiftçi, alcalde de Sanlliurfa (Turquía), Md Rafiqui Islam, Alcalde de Sariatpur (Bangladesh) y Francisco de la Torre, alcalde de Málaga, que hubieran enriquecido la Mera Redonda con nuevas reflexiones, experiencias y propuestas en otros países, pero desafortunadamente no llegaron.

La Crónica de la Mesa puede leerse en Religión Digital (8/11/2018). A continuación ofrezco un resumen de mi intervención centrada en dos reflexiones: la primera sobre el fenómeno de los fundamentalismos y la segunda sobre el diálogo interreligioso como alternativa y camino hacia la paz.

Los fundamentalismos y la violencia

El Manifiesto Comunista, de Marx y Engels, publicado en 1848, comenzaba de esta guisa. «Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo». Remendando dicho comienzo, hoy, ciento setenta años después, podríamos decir: Un fantasma recorre no Europa, sino el mundo entero, y no un fantasma, sino una realidad o mejor, un huracán, que se lleva por delante todo lo que encuentra a su paso, constituye una amenaza para la convivencia humana y, cuando desemboca en violencia, destruye el tejido de la vida humana y de la naturaleza y siembra la muerte por doquier: ¡Los fundamentalismos!

Y digno fundamentalismos en plural porque el fenómeno admite varias modalidades. Hay un fundamentalismo religioso, que se basa en la lectura literal de los textos sagrados sin interpretación alguna y desemboca en actitudes y prácticas integristas, dogmáticas y fanáticas. y fanatismo. Otros fundamentalismos son: el político, que es la religión del Imperio; el económico, que se convierte en la religión del Mercado; al antropocéntrico, que considera al ser humano dueño de la naturaleza con derecho a usar y abusar de ella en su propio interés; el étnico-cultural, que impone la superioridad a priori de una cultura sobre las demás; el patriarcal, que considera la masculinidad hegemónica como referente de lo humano y al varón como ejemplo de los valores morales; el científico, que presenta la ciencia como el único camino para llegar a la verdad, etc.

Todos los fundamentalismos desembocan en violencia o la legitiman:

– El fundamentalismo religioso recurre a la violencia, que justifica en nombre de Dios, a quien convierte en un asesino, y termina con frecuencia en guerra de religiones.

– El fundamentalismo político del Imperio lleva a cabo intervenciones militares que destruyen poblaciones enteras.

– El fundamentalismo económico se caracteriza por el ejercicio de la violencia estructural

– El fundamentalismo cultural absolutiza la cultura hegemónica, la impone incluso por la violencia, hasta desembocar en colonialismo e injusticia cognitiva.

– El fundamentalismo patriarcal recurre a la violencia de género como instrumento estructural y sistemático y como manifestación extrema del odio hacia las mujeres y desemboca en feminicidios.

– El fundamentalismo científico niega los conocimientos y saberes que no se atienen a la metodología de las ciencias llamadas «naturales y desemboca en epistemicidio.

– El fundamentalismo antropocéntrico explota y depreda la naturaleza en su propio beneficio y desemboca en ecocidio.

Lo más preocupante del fenómeno fundamentalista es que se encuentra con frecuencia instalado en la cúpula de las distintas instituciones: políticas, económicas, culturales, religiosas, etc.

El diálogo como respuesta a los fundamentalismos

La respuesta a la violencia generada por los fundamentalismos es el diálogo como principio antropológico, filosófico, religioso, político, imperativo categórico -ético-, forma de vida, talante y método para la búsqueda de la verdad y la resolución pacífica y negociada de los conflictos.

En el campo de las religiones es necesario pasar del anatema al diálogo, ya que, como afirma Raimon Panikkar, «sin diálogo los seres humanos se asfixian y las religiones se anquilosan». Dicho diálogo debe tener las características siguientes:

Diálogo inclusivo de todas las religiones y espiritualidades, sin jerarquizaciones previas excluyentes, sin a prioris dogmáticos ni certeza absolutas, sin caer en el imperialismo religioso.

Diálogo entre culturas y religiones: el diálogo de culturas sin diálogo con religiones se torna ineficaz, ya que no pocas culturas tienen su matriz en las religiones. El diálogo entre religiones sin diálogo con las culturas es endogámico.

– Muchas religiones, muchas manifestaciones de la marginación y muchos rostros de la pobreza, muchas expresiones de la violencia, ante los que las religiones, las culturas y las sabidurías de los pueblos no pueden pasar de largo, sino que han ponerse del lado de las víctimas, establecer alianzas en la lucha contra la pobreza estructural, las desigualdades sociales, las discriminaciones étnico-culturales, la injusticia de género y activar las mejores tradiciones igualitarias, solidarias, pacificadoras y ecológicas de cada cultura, religión y espiritualidad.

Diálogo de las religiones con la sociedad, con las organizaciones laicas y las personas no creyentes que comparten planteamientos humanitarios y trabajan por otro mundo posible.

Un ejemplo de dicho diálogo es el que mantuve con el escritor portugués José Saramago el 11 de enero de 2006 en Sevilla. Saramago, su esposa Pilar del Río, la pintora Sofía Gandaria y yo salimos del hotel Los Seises camino del paraninfo de la Universidad de Sevilla. A las 9 en punto pasamos por la plaza de la Giralda y empezaron a repicar alocadamente las campanas.

«Tocan las campañas porque pasa un teólogo», dijo Saramago. «No, tocan las campanas porque un ateo está a punto de convertirse al cristianismo», le repliqué. «No, ateo he nacido, ateo he vivido y ateo moriré», me respondió. «Dios es el silencio del universo y el ser humano la voz que da sentido a ese silencio», le recordé. Y él reaccionó de inmediato: «Esa definición de Dios es mía». A lo que yo le respondí de manera distendida: «Pues esa definición de Dios está más cerca de un místico que de un ateo».

Ahí terminó nuestro diálogo, que apenas duró dos minutos. Los cuatro años siguientes, José Saramago, Pilar del Río y yo mantuvimos una estrecha amistad y una intensa comunicación bibliográfica en torno a libros sobre Dios y la religión.

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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