Antonio Aradillas

Obispos más austeros

'El papa Francisco tuvo a bien reactivar el perfil y las características de los mitrados'

Obispos más austeros
Antonio Aradillas

¿Fue y ejerció de obispo Cristo Jesús? ¿En el caso de haber existido ya IKEA, hubiera adquirido el báculo en sus instalaciones?

(Antonio Aradillas).- Me doy santas y académicas prisas en explicar qué es eso de «austeridad», ante el fatigoso temor de que algunos de los lectores puedan interpretar este término de manera gramaticalmente incorrecta o incompleta. A tenor de lo que reza la RAE, «austeridad», es y significa, en la mayoría de sus acepciones,» calidad de sobrio, morigerado, sencillo, sin ninguna clase de alardes, mortificado, penitente, además de rigurosamente ajustado a las normas de la moral». Sin otra intención que la de contribuir a «franciscanear» sinodalmente los episcopologios de las respectivas Iglesias, aporto las siguientes sugerencias:

Es incuestionable que la idea, representación, forma y aspecto que al pueblo de Dios y al resto, le proporcionan los obispos, lo mismo personal que colectivamente, no parece homologable con lo contenido y descrito en los diccionarios, aún en los más ajenos a disquisiciones ascéticas, místicas y aún religiosas.

Es así mismo incuestionable que, de evangelio, lo que se dice evangelio, tales figuras y apariciones carecen del más remoto parecido, por muchas indagaciones que se hagan en el imposible intento de adoctrinar de que una cosa es lo que aparenta y otra es lo que se es. No se desvela misterio, o indiscreción alguna, cuando se descubre y proclama, por ejemplo, que la verdadera religiosidad, mortificaciones, sacrificios y renuncias que el ejercicio- ministerio les supone, no todos los miembros del episcopado siempre estuvieron dispuestos a aceptar la voluntad de Dios y servir así a la Iglesia».

Pero el hecho es que «vivir como un obispo», ser, vestir, estar y actuar como él , es considerado, valorado y estimado por el pueblo, como privilegio no solo religioso, sino social, cultural y todavía político, siempre excepcional en la «carrera eclesiástica» y en la estimación popular.

¿Quién o quienes residen hoy habitualmente en palacios? ¿Quienes exigen, y son tratados, con títulos tan exagerados y explosivos, inalcanzables e impronunciables, todos ajustados a los correspondientes protocolos dentro y fuera de las «funciones» litúrgicas? ¿Quién o quienes viven y actúan acompañados de cortes canonicales, con sus graduaciones y ringleros de acólitos, con ceroferarios y turíbulos candentes, en los que se les depositan granos de adoración exclusivamente dedicados a Dios y a sus representantes?

Aún admitiendo, pero más recortadamente, determinadas exageraciones litúrgicas o para- litúrgicas, la mayoría de ellas de origen ritualmente pagano, en las mal llamadas «funciones» o actos de culto, en la vida normal están de más y sobran cuantas manifestaciones les hagan ser distintos del resto del pueblo de Dios. Los colorines, el olor a incienso, el tono de voz, al hablar, los signos y símbolos de los que hacen uso , tales como las mitras y los báculos, imprimen carácter e impiden, o dificultan, actuar como personas normales, padres, hijos, hermanos , vecinos, con derecho a voto, o ciudadanos y contribuyentes en activo o ya jubilados. Todo cuanto les impida a los obispos ser y constituir «comunidad» con el pueblo, es de por sí, y rotundamente, anti episcopal.

No me resigno a dejar sin reseñar algunas preguntas que fieles, o no tanto, se formulan entre sí, respecto a los obispos: ¿Fue y ejerció de obispo Cristo Jesús? ¿En el caso de haber existido ya IKEA, hubiera adquirido el báculo en sus instalaciones? ¿Hubiera prescindido de por sí y radicalmente, de la mitra, conociendo su procedencia pagana y beligerante, de los Sumos Sacerdotes del dios persa Mitreo, y de los Generalísimos de los emperadores de nombre Darío? ¿Viviría en palacio y con burocracia, servidores/as, acolitado y arrodillamientos y privilegios humanos y divinos?

¿Por qué los obispos son mayoritariamente lustrosos y todos de derechas, no «progresando» jamás en la carrera eclesiástica «oficial» quienes se muestren un tanto izquierdosos? ¿De verdad de la buena que el Espíritu Santo se hace inexcusablemente presente en el nombramiento -que no elección- de los obispos, sin concesión alguna para la política, ni siquiera la llama eclesiástica?

¿De qué forma, y en qué proporción, ellos -los obispos- contribuyeron a convertir algunas iglesias en escuelas de ateismo, tal y como hoy reconocen no pocos cristianos? ¿Fueron y son, sus homilías, Cartas Pastorales y comportamientos, otras tantas lecciones de anti religión, o todas ellas son de ejemplaridad y cristianismo? ¿Sigue siendo válida, y con qué sentido e intención, la expresión de san Pablo de que «quien aspira a ser obispo, desea algo bueno?. ¿Cuándo se episcalizarán también las mujeres en la Iglesia católica, en santa y civilizada igualdad de condiciones -derechos y deberes- que el hombre?

En reciente homilía en su misa de Santa Marta, el papa Francisco tuvo a bien reactivar el perfil y las características que habrían de tener los obispos de la Iglesia actual. Estas fueron sus palabras: «No deben ser arrogantes, ni soberbios, ni proclives al enojo, ni «adictos al vino» -en lenguaje paulino-, ni hombres de negocios, ni apegados al dinero. El obispo es un servidor, administrador de los bienes de Dios y no de los que confiere el poder. Desterrará de sí cualquiera de las sensaciones que generan los nobles y los príncipes…»

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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