Vicente Luis García

Testimonio de Eduardo Losaha (II)

Tres años de prisión sin el consuelo de su obispo.

Testimonio de Eduardo Losaha (II)
Vicente Luis García

Detención, viacrucis de prisiones y traslado al continente

(Vicente Luis García).- Tres años de prisión sin el consuelo de su obispo

En febrero de 1998 las fuerzas de seguridad detuvieron al sacerdote Eduardo Losoha Belope, del grupo étnico Bubi, que por aquel entonces era director de la organización eclesial de Cáritas en Malabo. Le detuvieron vinculándolo a las revueltas del 21 de enero de 1998, en el que jóvenes bubis se rebelaron contra el gobierno. Este grupo de jóvenes tenían pensado tomar la isla al asalto y provistos de armas, unas armas que nunca llegaron. Tras dos años de reclusión en Black Beach Eduardo fue uno de los 44 prisioneros Bubi transferidos en marzo de 2000, desde la Isla de Bioko a la prisión de Evinayong en el continente.

«Aquella revuelta realmente la organizaron jóvenes bubis, aunque después se le atribuyese a el movimiento para la autodeterminación de la Isla de Bioko. Se intentó antes negociar con el mismo presidente la situación de la isla y los vetos para que las minorías tuviesen sus propios partidos políticos que los representasen. La jugada era que cualquier partido político para ser legalizado tenía que tener representación en todo el país. Es como si en España un partido nacionalista tuviese que tener representación en todas las autonomías para poder ser legal.

Aquel mañana justo saliendo yo de misa de siete de la mañana, serían como las ocho me nos cuarto, al salir de la iglesia me encuentro a mi conductor de Cáritas, como solía hacer. Aquella mañana le vi cara de cansado y de camino me contó cómo el día anterior habían ido a buscarle para pedirle el coche de Cáritas. El vehículo sirvió de transporte para los jóvenes que se habían implicado en la revuelta. Le recriminé que no hubiese acudido a mí antes de haberse implicado y de poner el coche de Cáritas al servicio de la revuelta.

Al mediodía vivieron a buscarme y a tomarme declaración y pedirme explicaciones de por qué el coche de Cáritas había participado en la revuelta, y me interrogaron sobre algunos de los jóvenes que participaron en la revuelta. Me aplicaron un arresto domiciliario y me llevaban todos los días a declarar. A la semana me ingresaron en prisión bajo la excusa de que mi vida corría peligro. Semanas más tarde mi conductor se entregó a la policía. Organizaron un careo con mi chofer y de ahí montaron una historia en la que me implicaban en un viaje a Nigeria para comprar armas y buscar mercenarios. El viaje era cierto, pero fue para dejar a un hermano mío en Nigeria donde iba a cursar estudios.

En abril fui trasladado desde el calabozo policial a la cárcel de Black Beach. En mayo fuimos juzgados en un juicio sumarísimo un grupo de más de cien personas. Al final fuimos condenados 117 personas, unos como autores intelectuales y otros como materiales, estos últimos fueron condenados a muerte. Y luego hubo un grupo de condenados como cómplices y encubridores, que fue el grupo en el que me incluyeron.»

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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