"Signo de un renovado esfuerzo civil a limpiar la Iglesia donde la jerarquía no ha querido"

La condena a Pell, condena a una Iglesia rigorista y encubridora

"Representa una condena de la 'ortodoxia agresiva' en boga bajo Juan Pablo II y Benedicto XVI"

La condena a Pell, condena a una Iglesia rigorista y encubridora
El cardenal Pell abandona el tribunal de magistrados de Melbourne Agencias

Pell y la Iglesia rigorista que representa ya va camino a la irrelevancia, y que el público reclama con cada vez más urgencia un catolicismo diferente

(Cameron Doody).- El cardenal George Pell se ha convertido en el más alto cargo de la Iglesia jamás condenado por abusos sexuales a menores. Pero que haya sido el hombre ampliamente considerado como el ‘número tres’ del Vaticano el que haya sido declarado culpable por pederastia es solo una parte de la noticia que trascendió este miércoles, cuando un jurado de Melbourne falló de forma unánime en contra del ‘superministro’ de finanzas de la Santa Sede.

La condena contra Pell -todavía Prefecto de la Secretaría de Economía del Vaticano- también representa una condena de la «ortodoxia agresiva» en boga en los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI, y que ya ha sido superada por la «Iglesia de la misericordia» del Papa Francisco. No solo eso, sino que el fallo es emblemático de un renovado esfuerzo civil a limpiar la Iglesia del flagelo de la pederastia donde la jerarquía no ha podido o querido limpiarse a sí misma.

El cardenal Pell -arzobispo de Melbourne entre 1996 y 2001, y de Sídney entre 2001 y 2014- se convirtió en el prelado australiano de más alto rango en la Iglesia universal cuando el Papa Francisco le nombró al frente del ‘ministerio’ de finanzas de la Santa Sede en febrero de 2014. Dieciocho meses después, no obstante, el purpurado traicionó la confianza que el pontífice le había otorgado cuando intentó, con varios otros cardenales más, sabotear los procesos democráticos del Sínodo de la Familia por una manía de que dar comunión a los fieles divorciados y vueltos a casar sería un ‘caballo de Troya’ a través del que la agenda ‘modernista’ se infiltraría en la Iglesia. El público australiano ya había sufrido durante muchos años su arrogancia, su incapacidad de dialogar y sus intrusiones en la política, pero el episodio del Sínodo fue la primera muestra que tuvo los fieles del mundo de su soberbia y altanería.

El cardenal tampoco ganó amigos en la Secretaría de la Economía en su intento de limpiar las finanzas de la Santa Sede, tal y como quedó evidenciado cuando nada más marcharse a Australia a defenderse el año pasado sus compañeros denunciaron que sus «maneras bruscas» y su complejo de «superioridad cultural» se habían convertido en un «gran obstáculo» para las reformas del Papa Francisco. Su falta de progreso y sus formas «costosas», «ineficaces» y «torpes» a la hora de introducir más transparencia en la economía de la Santa Sede acabaron costándole la confianza del pontífice, hasta tal punto que Bergoglio decidió prescindir de él en su ‘gabinete’, el conocido como C9, el pasado mes de octubre: es decir, antes del veredicto de esta semana del tribunal de Melbourne.

 



 

En cuanto a la materia de su condena este miércoles, cabe recordar que Pell ya había sido acusado de pederastia en 2002. Una denuncia que se saldó con su absolución por un tribunal interno de la Iglesia, si bien el investigador independiente encargado con el caso por la archidiócesis de Melbourne halló que la supuesta víctima «hablaba honestamente de recuerdos reales».

¿Qué ha pasado, entonces, en estos 16 años para que acusaciones de este tipo contra Pell cobraran verosimilitud suficiente para que la policía, y no solo ya la Iglesia, se encargara de investigarlas? Que al menos una parte de la justicia australiana ya no se deja intimidar por una Iglesia que hace relativamente gozaba de gran prestigio en el país, al menos entre la ciudadanía de procedencia irlandesa y por ende en gran parte católica, ni tampoco por el hombre que la lideraba durante muchos años.

El punto de inflexión fue la Real Comisión anti-pederastia llevada a cabo entre 2013 y 2017, que halló que en algunos lugares del país hasta el 15% del clero había estado involucrado en abusos a menores entre 1980 y 2015. Cifras que se tornaron aún más escalofriantes dados los encubrimientos de estos crímenes de gran parte de los obispos de aquel entonces, entre ellos el cardenal Pell, quien fue duramente criticado durante la investigación por sus maniobras defensivas y falta de empatía con las víctimas.

Que el sistema judicial aún tiene miedo del cardenal Pell -y que el religioso todavía goza de privilegios que no se otorgan a ningún otro ciudadano- quedó evidente este jueves en una vistilla del tribunal de Melbourne que le ha juzgado y que le juzgará otra vez por el mismo crimen de pederastia el próximo febrero. La fiscalía, la defensa y el juez que instruye el caso acordaron ir a por todos los periodistas que publicaron el fallo de esta semana contra el purpurado, en contra de la orden de supresión que aún rige el procedimiento. Pero de nuevo, que periódicos de Sídney y Melbourne dedicaran sus portadas el jueves al veredicto -si bien sin mencionar el nombre del prelado- indica que algo está cambiando. Que Pell y la Iglesia rigorista que representa ya va camino a la irrelevancia, y que el público reclama con cada vez más urgencia un catolicismo diferente.

 



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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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