Pido siempre que nuestras resiencias sean cinco estrellas no en ladrillos o en belleza exterior, sino en ternura y amor
(Edad Dorada Andalucía).- Con los premiados de esta gala nos une querer hacer las cosas bien y ser semilla buena en el surco de la vida. Edad Dorada-Mensajeros de la Paz no tiene más misterio que hacer las cosas con amor. Este es el milagro de cada día, el trabajo, la entrega, para hacer las cosas con corazón, mezclado con una sonrisa y una palabra acogedora», aseguró Julio Millán, sacerdote diocesano y presidente de Edad Dorada-Mensajeros de la Paz Andalucía cuando salió al escenario para recoger el Premio Jiennense del Año 2017, en la categoría Valores Humanos.
Millán se acordó, en su discurso, del argentino Facundo Cabral, «muerto de mala manera», apostilló el cura, que no hizo alusión expresa al asesinato de este creador, por un disparo en la cabeza, en 2011, en Ciudad de Guatemala. «Haced las cosas siempre por amor, porque el que no ama lo que hace, aunque lo haga todo el día, es un desocupado», parafraseó al poeta y cantautor argentino.
«En nuestra asociación, hablamos de mayores, se prioriza la ternura, la caricia, el beso, el abrazo, tocar hasta mancharte«, aclaró, y recordó que, del fundador de la institución, el carismático padre Ángel, este equipo aprendió que hay que amar y dejarse amar.
«Las arrugas nos saben a gloria, las canas a sabiduría y los trastornos de hacerse mayores nos saben a curvas del camino y saber sobrellevarse con amor», dijo ante el público asistente, que llenaba el pabellón semicubierto del Recinto Provincial de Ferias y Congresos. «Al anochecer de la vida, la soledad se agranda y hay que combatirla con cariño», recordó el religioso jiennense, que conminó al público: «No olviden que, entre todos, es posible un mundo mejor».
Amadeo Rodríguez (obispo de Jaén), Paqui Fuentes (gerente de la ONG) y Julio Millán
Cinco estrellas en ternura
«Nuestras residencias son hoteles de cinco estrellas, como otras muchas, en esto no tenemos la patente, pero yo les pido siempre que sean cinco estrellas no en ladrillos o en belleza exterior, sino en ternura y amor», aseguró el padre Julio Millán que aseguró que, con este trato, «solo devolvemos lo que ellos dieron y sembraron en nosotros».
«Cuando nos aburrimos por esta tierra, nos esperan nuestros hermanos en Haití, El Salvador, Cuba y Jordania. Ahí también tenemos tarea. Los pobres nos ponen las pilas, nos bajan a la realidad y nos animan a seguir trabajando», reconoció Julio Millán, que también recordó al poeta León Felipe: «Aquí vino y se fue vino, nos marcó nuestra tarea y se fue. Tal vez detrás de aquella nube hay alguien que trabaja lo mismo que nosotros, y tal vez las estrellas no son más que ventanas encendidas de una fábrica donde Dios tiene que repartir una labor también».