Pell era hasta "torpe" al tratar de "imponer la superioridad del sistema legal anglosajón en un mundo del que conocía poco y que rápidamente rechazó"
(Cameron Doody).- Alivio total en la Secretaría de Economía y el Vaticano en general tras la salida del cardenal George Pell. Un gestor ineficiente de las finanzas de la Santa Sede cuyas «maneras bruscas» y complejo de «superioridad cultural» no solo fueron un «gran obstáculo» para las reformas que sigue impulsando el Papa Francisco, sino que solo le granjearon conflictos y enemistades.
Fuentes romanas del periódico italiano Corriere della Sera se han desahogado por completo después de que el purpurado señalara la semana pasada su intención de dejar su cargo de «ministro» de Economía del Vaticano y volver a su Australia natal para defenderse de múltiples cargos abusos sexuales contra menores.
«Se consideraba que la manera en la que [Pell] ejecutaba [las reformas] era tanto costosa como ineficaz», señalaron dichas fuentes el mismo día en que se produjo la retirada del cardenal australiano. «Su secretaría chocaba con la mayoría de los otros departamentos vaticanos. Y en estos conflictos la gente notaba su perjuicio cultural contra todo lo que es italiano», prosiguieron.
Es más, los oficiales con los que habló Corriere señalaron que Pell era hasta «torpe» al tratar de «imponer la superioridad del sistema legal anglosajón en un mundo del que conocía poco y que rápidamente rechazó». Imposición que habrá extendido también a la exigencia de que el idioma en el que se hablaba en la oficina, y en el que se redactaban los documentos oficiales, fuera el inglés y no el italiano.
E impuesto siempre por parte del cardenal con la insistencia de que estaba haciendo la voluntad del Papa Francisco, pese a que -siempre según estas fuentes- hace tiempo que el pontífice empezó a darse cuenta de que las formas de Pell no solo no estaban produciendo ningún avance, sino que estaban haciendo retroceder a la mera idea de reforma.
Como prueba de estos modales ásperos de los que Pell tiraba las fuentes de Corriere citan un episodio en el que, nada más aterrizar en la Secretaría de Economía en 2014, el purpurado habrá anunciado que no quería más casos «como aquellos que involucraban a Michele Sindona y Roberto Calvi», aludiendo al escándalo del Banco Ambrosiano y Propaganda Due en la década de los ochenta. Calumnia con tintes claramente anti-italianos a la que algunos habrán respondido: «¡Pero no es que el arzobispo Marcinkus fuera de Viterbo!».
Aunque la salida de Pell ha sido un golpe duro para el Papa y la causa de su reforma, el australiano deja ahora en la Secretaría de Economía dos hombres más que capaces -y lo suficientemente diplomáticos- como para seguir con la renovación de las finanzas de la Santa Sede hasta que sea elegido un nuevo Prefecto.
Se trata de monseñor Alfred Xuereb, secretario de Benedicto XVI, y monseñor Luigi Mistò, hombre de confianza del cardenal Martini. Con lo que, pese a algunos de los peores pronósticos que se han aireado en los últimos días, no se ha perdido en absoluto toda esperanza de que Francisco pueda culminar su deseada limpieza de los fondos del Vaticano.
Dolan sale en defensa de su «buen amigo»
Mientras que en el Vaticano no se siente gran lástima por la vuelta a Australia del cardenal Pell, el cardenal Timothy Dolan ha salido en defensa de su «buen amigo» de dos décadas, de acuerdo con sus declaraciones en una entrevista publicada en Crux.
«Estoy muy triste por mi buen amigo el cardenal George Pell, triste por él y triste con él», ha declarado Dolan, el arzobispo de Nueva York. «Quiero apoyarlo, porque tengo una inmensa admiración por él. […] Le aprecio, le admiro y quiero mantenerme a su lado».
A juicio del purpurado estadounidense, aunque Pell ha estado «bajo gran presión durante doce o quince años» a cuenta de su trato con víctimas de abusos en Australia -trato actualmente bajo investigación en la Real Comisión australiana- siempre ha estado «humilde, realista y cooperativo» en cuanto a sus defectos y errores en materia de protección de menores. Respecto a las nuevas acusaciones de que los presuntos encubrimientos de Pell se extendieran también a agresiones cometidas por él mismo, no obstante, Dolan ha afirmado que «no quiero creerlas».
«[Pell] es el tipo de hombre para el que tales [cargos] serían completamente contrarios a todo lo que representa», ha declarado el arzobispo de Nueva York. «Estamos hablando de un hombre que introdujo medidas de protección de menores muy fuertes cuando era un arzobispo en Australia», ha continuado. Un «gran hombre» por el que, en resumen, Dolan solo siente una admiración aún más intensa tras su decisión de abandonar el Vaticano e ir a defenderse en su país natal.
Dolan matizó rápidamente en su entrevista con Crux que lo más importante para la Iglesia en términos de su respuesta a víctimas debe ser siempre la compasión y la cooperación con las autoridades civiles. El purpurado quiso dejar claro, no obstante, que «la cosa más básica que las víctimas siempre han pedido es la justicia, y la justicia significa llegar a la verdad de lo que pasó».
«En este caso», ha apostillado en esta línea el cardenal Dolan, «rezo por que la verdad vindique al cardenal Pell, y de verdad creo que esto sucederá».