El clero budista radical ha advertido al Papa de que no debe apoyar a la minoría musulmana rohinyá, perseguida en este país. "Le damos la bienvenida pero, si apoya a los extremistas bengalíes y rohinyá, se ganará críticas"
(Jesús Bastante/Agencias).- El Papa Francisco acaba de aterrizar en el aeropuerto internacional de Rangún, la capital de Myanmar, en el que será su cuarta visita a Asia y, sin lugar a dudas, el viaje más difícil de su pontificado. A diferencia de otras ocasiones, no hubo músicas ni una recepción por todo lo alto. Al parecer, la ceremonia de acogida tendrá lugar en la capital. Y será con focos focos, pues el Gobierno birmano ha impuesto restricciones en la transmisión de los actos.
Desde hoy, y hasta el 2 de diciembre, Bergoglio viajará a la antigua Birmania y a Bangladesh, en mitad de la crisis por la persecución a los rohingyá y las repercusiones que las palabras del Papa puedan tener en la minoría cristiana.
El viaje papal llega en un momento de gran tensión en la zona por las represiones contra la minoría musulmana rohingya, pese a que en las últimas horas ambos países han llegado a un acuerdo para comenzar a repatriar a los refugiados, bajo la supervisión de ACNUR, en los próximos dos meses.
La operación militar -que ha incluido desde fines de agosto la muerte de cientos de personas, violaciones múltiples, la quema de pueblos y cultivos, y el exterminio del ganado de esa comunidad-, ha obligado a más de 620.000 rohinyá a buscar refugio en Bangladesh.
El papa cumplirá en el vecino país la segunda y última etapa de su viaje por el continente asiático, que según algunos observadores tiene el objetivo de mediar en una crisis motivada por lo que la ONU ha calificado de una operación de «limpieza étnica de manual».
Por otro lado, las autoridades de Myanmar han impuesto restricciones a la prensa internacional durante la visita de cuatro días que el papa Francisco inicia mañana en este país, indicaron fuentes cercanas a la organización del viaje.
El sacerdote Mariano Naing, portavoz de la Iglesia católica local, precisó en un encuentro con periodistas que la prensa internacional no podrá acceder al aeropuerto de Rangún, la antigua capital birmana, para cubrir el lunes la llegada del pontífice.
Tampoco tendrá acceso a la ceremonia de bienvenida oficial que la líder birmana, Aung San Suu Kyi, ofrecerá el martes al papa en Naipyidó, al norte de Rangún y actual capital del país.
Las restricciones también incluyen el acceso a la reunión que el pontífice mantendrá ese día con líderes religiosos locales. Los medios oficiales birmanos son los únicos que cuentan con autorización para cubrir esos actos. Las autoridades birmanas han aducido «razones de seguridad» para justificar las restricciones, precisó Naing. Por si acaso, el Papa ha querido saludar a la prensa del avión papal, con un saludo en el que ha incluido una broma. «Dicen que hace demasiado calor, lo siento«.
Finalmente, el clero budista radical ha advertido al Papa de que no debe apoyar a la minoría musulmana rohinyá, perseguida en este país. «Le damos la bienvenida pero, si apoya a los extremistas bengalíes y rohinyá, se ganará críticas«, previno U Thaw Parka, portavoz de la más influyente organización religiosa birmana, Ma Ba Tha (Asociación Patriótica de Myanmar), de corte integrista y anti-islámico.
«Esperamos que el papa no haga ese tipo de discurso», precisa el monje -que también adelanta «nuestro agradecimiento» si Francisco se limita a «hablar de paz y a dar su bendición»-, en respuesta a un cuestionario que le había remitido Efe por correo electrónico.
«El papa debe entender que la situación religiosa es ahora muy delicada», dice el portavoz de Ma Ba Tha, que cita a los «rohinyás» por su nombre, pese a que el Gobierno no les reconoce esa identidad y rechaza su derecho a la ciudadanía por catalogarles de «bengalíes».
Éste es el programa oficial del viaje: