Francisco: "Todo el pueblo de Dios es sacerdote, tiene la responsabilidad de misión y servicio"

«El Bautismo no se pierde nunca, no se puede cancelar por ningún pecado, Dios nunca reniega de sus hijos»

El Papa, en su saludo en árabe, vuelve a pedir oraciones "por la paz en Siria y en todo Oriente Medio"

"El Bautismo no se pierde nunca, no se puede cancelar por ningún pecado, Dios nunca reniega de sus hijos"
El Papa Francisco bendice a los fieles en la Audiencia Osservatore Romano

¿Qué significa participar en el sacerdocio real de Cristo? Ofrecerse a Dios, llevando una vida de fe y caridad, poniéndola al servicio de los otro a ejemplo de Jesús

(Jesús Bastante).- «El Bautismo no se repite, imprime un sello sacramental indeleble, que el pecado no puede borrar. Pero sí puede impedir que dé frutos de salvación». El Papa Francisco continuó este miércoles con su catequesis sobre el Bautismo, centrándolo en dos aspectos: su carácter definitivo, y la consideración de todo el pueblo de Dios como sacerdotes.

«El Bautismo no se pierde nunca, no se puede cancelar por ningún pecado, Dios nunca reniega de sus hijos«, clamó el Papa, quien explicó cómo, al ser bautizados, «somos sepultados en el Amor, así como Cristo fue resucitado de la muerte, entramos en camino a una vida nueva».

Así, con el derramamiento del agua sobre la cabeza del bautizado, «morimos y nacemos en el mismo instante del Bautismo: la fuente bautismal se convierte en sepulcro y Madre». Y es que, explicó, «el Bautismo abre la puerta a una vida de resurrección, no a una vida mundana. Una vida según Jesús».

 

 

En la pila bautismal «se entierra al hombre viejo, con sus pasiones, para que renazca una nueva criatura, uno nace de nuevo», recalcó Bergoglio, quien hizo suya la catequesis atribuida a san Cirilo de Jerusalén para explicar lo que sucede en el agua del bautismo con los nuevos bautizados.

«El Bautismo no se repite, imprime una marca espiritual permanente (…). En el mismo instante, mueres y naces… es sepulcro y madre. El renacimiento del nuevo hombre exige que sea polvo el hombre corrupto por el pecado. La imagen de la tumba y el útero materno sirven para explicar cuánto de grande hay en el simple gesto del bautismo».

«Si nuestros padres nos han traído a la vida con el nacimiento, la Iglesia nos trae a la vida eterna por medio del Bautismo», glosó Francisco, quien recordó el pasaje en el que Jesús es bautizado, y la voz del Padre: «Tú eres mi hijo amado». «Esta voz paterna, bien audible a los oídos del que cree, te acompaña durante toda la vida. Durante la vida, el padre te dice que eres mi hijo amado. Dios llama siempre porque es un padre, y no nos deja solos«.

 

 

Y «nos llama para siempre. El Bautismo no se repite, porque ofrece un sigilo indeleble, que no se puede cancelar por ningún pecado, no se pierde nunca», explicó. Aunque exista el pecado, aunque se reniegue, aunque se cometan las mayores atrocidades, «continúas siendo hijo de Dios, aunque vayas contra Dios. Dios nunca reniega de sus hijos», añadió, pidiendo a los fieles repetirlo varias veces. «¡Dios nunca reniega de sus hijos, ¿habéis entendido esto?».

«El Bautismo purifica, santifica, justifica para formar con Cristo un solo cuerpo», añadió Bergoglio, quien indicó cómo, mediante la unción crismal, el bautizado se integra plenamente en el Pueblo de Dios. Con todos los derechos y deberes.

«La unción crismal, nos conforma a Cristo ‘Sacerdote, Profeta y Rey’. Por eso, todo el Pueblo de Dios, animado por el Espíritu Santo, participa de esas funciones, y tiene la responsabilidad de misión y servicio que de ellas deriva», concluyó el Pontífice. «¿Qué significa participar en el sacerdocio real de Cristo? Ofrecerse a Dios, llevando una vida de fe y caridad, poniéndola al servicio de los otro a ejemplo de Jesús».

En su saludo en árabe, pidió a los fieles rezar el Rosario este mes de mayo, pidiendo especialmente «por la paz en Siria y en todo Oriente Medio».

 

 

Saludo en castellano

Queridos hermanos y hermanas:
Hoy fijamos nuestra atención en el rito central del bautismo: el lavacro santo acompañado de la invocación a la Santísima Trinidad, momento en el que somos bautizados y participamos en el Misterio pascual de Cristo: el hombre viejo se sepulta para que renazca una creatura nueva. Morimos y nacemos en el mismo instante, pues la fuente bautismal se convierte en sepulcro y en madre. Estas dos imágenes manifiestan la grandeza de lo que sucede por medio de los gestos sencillos del bautismo.
Nuestros padres nos generaron a la vida terrena; la Iglesia, en el Bautismo, nos regenera a la vida eterna, haciéndonos hijos de Dios para siempre. Por eso, también sobre cada uno de nosotros, renacidos del agua y del Espíritu Santo, el Padre dice amorosamente: «Tú eres mi hijo amado» (cf. Mt 3,17). El bautismo no se repite porque imprime un sello sacramental indeleble que el pecado no puede borrar, pero sí impedir que dé frutos de salvación.
Luego, la unción crismal, nos conforma a Cristo «Sacerdote, Profeta y Rey». Por eso, todo el Pueblo de Dios, animado por el Espíritu Santo, participa de esas funciones, y tiene la responsabilidad de misión y servicio que de ellas deriva.
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Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española venidos de España y Latinoamérica. En este tiempo pascual, los invito a considerar la grandeza de la vocación cristiana que recibimos en
el bautismo, y vivirla unidos a Cristo en la Iglesia, de modo que pueda dar frutos abundantes en una vida de fe y de caridad, al servicio de los hermanos. Muchas gracias.

 

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Autor

Jesús Bastante

Escritor, periodista y maratoniano. Es subdirector de Religión Digital.

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