"No se dejen tentar de las historias de catástrofes o profecías de desastres"

El Papa, a los nuevos obispos: «La Iglesia no es nuestra, es de Dios. Dios estaba antes que nosotros y estará después de nosotros»

Francisco advierte del "abismo espiritual que, en no pocos casos, ha permitido debilidades escandalosas"

El Papa, a los nuevos obispos: "La Iglesia no es nuestra, es de Dios. Dios estaba antes que nosotros y estará después de nosotros"
Francisco, con los nuevos obispos Vatican News

No vale solo apuntar con el dedo a otros, fabricar chivos expiatorios, rasgarse las vestiduras. Es necesario trabajar juntos y en comunión

(Jesús Bastante).- Lección de humildad del Papa a los nuevos obispos. «La Iglesia no es nuestra, es de Dios. Dios estaba antes que nosotros y estará después de nosotros«, dijo durante una recepción a 130 nuevos prelados que se encuentran en Roma participando en varios cursos. «No se dejen tentar de las historias de catástrofes o profecías de desastres«, les pidió.

Los encuentros con los nuevos obispos permiten al Papa sondear a aquellos que todavía no están ‘contaminados’ por las tentaciones del orden episcopal, los lujos, el alejamiento progresivo de la realidad del pueblo al que sirven. En un emotivo discurso, Francisco les invitó a «una particular atención al clero y a los seminarios».

«No podemos responder a los desafíos que hay en ellos sin actualizar los procesos de selección, acompañamiento y evaluación. Pero nuestras respuestas estarán privadas de futuro si no llegan hasta el abismo espiritual que, en no pocos casos, ha permitido debilidades escandalosas«, advirtió Francisco, quien pidió a los nuevos prelados «entrar en lo más profundo de sí mismo y preguntarse que puéden hacer para hacer más santo el rostro de la Iglesia».

Y es que, añadió Bergoglio, «no vale solo apuntar con el dedo a otros, fabricar chivos expiatorios, rasgarse las vestiduras. Es necesario trabajar juntos y en comunión, seguros de que la santidad auténtica es la que Dios hace en nosotros cuando dóciles a su Espíritu volvemos de nuevo a la sencilla alegría del Evangelio».

 

 

«Permanezcan vigilantes, incluso cuando la luz desaparece, o cuando Dios mismo está escondido en la oscuridad, cuando se insinúa la tentación de retirarse y el malvado, que siempre acecha, sugiere sutilmente que, a estas alturas, el amanecer ya no vendrá», recalcó el Papa, quien pidió a los obispos que «busquen su santidad,», pero que «no sea provocada por el aislamiento».

Porque a los obispos, insistió, «no se les permite ignorar la carne de Cristo, que les ha sido confiada no solo en el sacramento que rompemos, sino también en las personas que se les ha heredado». «La santidad, dijo el Santo Padre, es tocar esta carne de Dios que les precede, es entrar en contacto con su bondad».

Por ello, el Papa pidió que «no se avergüencen de la carne de sus iglesias«. «Dialoguen con sus fieles, tengan una especial atención al clero y a los seminarios», añadió, recalcando la importancia de actualizar «nuestros procesos de selección, acompañamiento y evaluación». 

«Nuestros nombres están esculpidos en el corazón de Dios, nuestra suerte está en sus manos. Por tanto, señaló el Papa, no gasten sus mejores energías para contabilizar fallos o reprochar la amargura, dejando que su corazón se encoja y reduzca sus horizontes, sino más bien que Cristo sea su alegría, el Evangelio y su alimento».

«La unidad vence siempre a la división, que el valor de olvidarse de sí mismo por el bien del otro es más satisfactorio que la primacía intangible del ego», culminó Francisco, quien animó a los nuevos obispos a seguir «creyendo y predicando valientemente el Evangelio de la gracia y la misericordia a los hombres sedientos de razones para vivir, para tener esperanza y para amar. No están asustados por las heridas de la carne de Cristo, siempre infligidas por el pecado y algunas veces por los hijos de la Iglesia».

 


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Autor

Jesús Bastante

Escritor, periodista y maratoniano. Es subdirector de Religión Digital.

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