Francisco anima a "perdonar sin límites y cultivar relaciones de comunión y fraternidad"

«El amor a Dios y el amor al prójimo son inseparables, se apoyan mutuamente»

El papa advierte a las comunidades del riesgo de ser "estaciones de servicio", pero no de compañía

"El amor a Dios y el amor al prójimo son inseparables, se apoyan mutuamente"
Francisco anima a "perdonar sin límites y cultivar relaciones de comunión y fraternidad" RD

El hambriento necesita no solo un plato de sopa, sino también una sonrisa, ser escuchado e incluso una oración, tal vez juntos

(Jesús Bastante).- «El hambriento necesita no sólo un plato de sopa, sino también una sonrisa, ser escuchado, y también de una oración juntos». El Papa glosó este mediodía, durante el rezo del Angelus en una lluviosa plaza de San Pedro, el gran mandamiento del amor, y advirtió a las comunidades cristianas del riesgo de ser «estaciones de servicio«, que impartan sacramentos pero no acompañen a los hombres y mujeres.

Francisco, que expresó su «dolor» por «el ataque terrorista que afectó a la Iglesia ortodoxa copta hace dos días en Egipto«, y que acabó con la vida de siete personas. «Rezo por las víctimas, peregrinos asesinados solo porque son cristianos», clamó Francisco.

«El amor a Dios y el amor al prójimo son inseparables, se apoyan mutuamente» reiteró el Papa recordando el gran mandato de Jesús. ¿Cuál es el primero de los mandamientos? «Hay un solo Señor, y ese Señor es ‘nuestro‘, en el sentido de que se vincula a nosotros por un pacto indisoluble», explicó. «Nos amó, nos ama y nos amará por siempre».

 

 

De ahí surge el doble mandamiento para los cristianos: amar a Dios, pero también al prójimo. «Jesús enseñó de una vez por todas que el amor por Dios y el amor al prójimo son inseparables, y más aún, se apoyan mutuamente«, insistió Bergoglio. «Incluso, si se colocan en secuencia, son las dos caras de una sola moneda: vividas juntas, ¡son la verdadera fuerza del creyente! Amar a Dios es vivir de él y para él, por lo que es y por lo que hace».

Porque «Dios es donación sin reservas, es perdón sin límites, es una relación que promueve y crece», constató Francisco, quien incidió en que «amar a Dios significa invertir nuestras energías todos los días para ser sus colaboradores en el servicio a nuestro prójimo sin reservas, buscar perdonar sin límites y cultivar relaciones de comunión y fraternidad».

¿Quien es el prójimo? Marcos no lo especifica, «porque el prójimo es la persona que encuentro en el viaje de mis días. No se trata de preseleccionar a mi prójimo, eso no es cristiano, es pagano. Se trata de tener ojos para verlo y un corazón para querer su bien», recordó el Papa, quien añadió que «si nos ejercitamos para ver con la mirada de Jesús, siempre escucharemos y escucharemos a aquellos que lo necesitan».

 

 

Y es que «las necesidades de los demás requieren ciertas respuestas eficaces, pero antes requiere que se comparta», insistió Bergoglio. «El Evangelio de hoy nos invita a todos acudir no solo hacia las urgencias de los hermanos más pobres, sino, sobre todo, a estar atentos a sus necesidades de cercanía, ternura y sentido».

«Esto desafía a nuestras comunidades cristianas» recalcó. «Se trata de evitar el riesgo de ser comunidades que viven de muchas iniciativas pero con pocas relaciones: ‘estaciones de servicio’ pero de poca compañía». Frente a ello, recordó, «sería una ilusión afirmar que amamos a nuestro prójimo sin amar a Dios; y sería igualmente ilusorio pretender amar a Dios sin amar a nuestro prójimo«.

 

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Autor

Jesús Bastante

Escritor, periodista y maratoniano. Es subdirector de Religión Digital.

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