Hacen falta hoy padres y educadores cristianos que canalicen las energías de los jóvenes para hacer de ellos miembros plenos de la Iglesia y honestos colaboradores en el bien de la sociedad
(Javier Valiente).- La 2 de TVE retransmitía ayer en directo, desde la Parroquia «San Juan Bosco» de Madrid, la Eucaristía de la festividad de San Juan Bautista, que sirvió también para cerrar el peregrinaje de la Urna por las casas salesianas de Madrid, Arévalo, Guadalajara, Salamanca y Ciudad Real.
Sobre las 9.30 de la mañana del domingo, 24 de junio, comenzaban a ocupar los bancos de la iglesia salesiana del Paseo de Extremadura en Madrid los primeros fieles, dispuestos a participar con entusiasmo en la celebración de la Santa Misa.
Algunos de los presentes aprovechaban los últimos minutos de la presencia de la Reliquia de Don Bosco en Madrid, para acercarse a la Urna que, delante del presbiterio, presidiría toda la celebración y entraría en las casas de los televidentes, en esta ocasión especialmente significativa para la Familia Salesiana de Madrid.
El coro de jóvenes del Centro Juvenil Paseo, encargado de animar la celebración, se afanaba en los últimos ensayos y los técnicos de TVE trabajaban también sin descanso para que todo estuviera a punto a las 10.30, momento en que comenzaba la Eucaristía, presidida por el Obispo auxiliar de Madrid, don César Augusto Franco, y concelebrada por un nutrido grupo de sacerdotes salesianos.
En su homilía, Don César establecía un paralelismo entre San Juan Bautista, cuya fiesta litúrgica se celebraba ayer, y San Juan Bosco, usando como referencia las últimas palabras del evangelio del día: «La mano del Señor estaba con él. El niño iba creciendo, y su carácter se afianzaba».
El obispo aplicaba también estas palabras a la figura de Don Bosco, que ya preveía en su sueño, a la temprana edad de 9 años, el plan que Dios tenía preparado para él. «En San Juan Bosco -decía- Dios ha tenido misericordia de modo especial con los niños y los jóvenes«.
Más adelante, señalaba que el Papa Benedicto XVI «nos ha recordado la situación de emergencia educativa en la sociedad actual», y lanzaba a la Familia Salesiana el reto de «abrir, con la pedagogía del Amor integral, caminos para que las nuevas generaciones puedan descubrir su vocación y el sentido de su vida en Cristo». Y añadía: «Hacen falta hoy padres y educadores cristianos que canalicen las energías de los jóvenes para hacer de ellos miembros plenos de la Iglesia y honestos colaboradores en el bien de la sociedad».
El momento más emotivo de la mañana se producía, sin duda, al final de la misa, cuando la urna con la imagen de Don Bosco recorría el pasillo central de la iglesia, entre la ovación de los asistentes, para dirigirse al camión que definitivamente lo trasladará a otros lugares, para seguir suscitando – como recordaba ayer, en su despedida, el Inspector de Madrid- «nuevo entusiasmo en otras partes del mundo, como lo ha hecho en nuestras casas. Aquí nos queda su Espíritu que nos seguirá alentando». ¡Hasta pronto, don Bosco!
La vigilia
La Familia Salesiana de Madrid se reunía el sábado por la tarde en el Paseo de Extremadura para decir adiós a Don Bosco, que ha estado visitando nuestras obras desde el pasado 6 de junio.
En la víspera de la fiesta de San Juan Bautista, día en que Don Bosco celebraba su onomástica cada año con los chicos del Oratorio, más de un centenar de miembros de la Familia Salesiana de Madrid se daban cita en la iglesia de la obra del madrileño barrio del Paseo de Extremadura, en un último homenaje al fundador.
El acto consistió en una Vigilia de Oración en la que se hizo memoria de la vida y la figura de Don Bosco, a través de la lectura de diversos episodios de las Memorias Biográficas, jalonados por testimonios de varios miembros de los distintos grupos de la Familia Salesiana, los cuales recogían la experiencia vivida por ellos durante estas tres semanas de peregrinaje de la Reliquia por nuestras casas. La mayoría de estos testimonios recalcaban cómo su encuentro personal con Don Bosco ha cambiado la vida de cada cual, lanzándolas a un compromiso pleno y vivo por la educación y evangelización de los jóvenes.
El último de los textos leídos, dedicado a las Misiones, sirvió a su vez para presentar a los 6 nuevos voluntarios que partirán este verano a tierras de misión, enviados por la Inspectoría de Madrid. El Inspector, don Luis Onrubia, entregaba a cada uno de ellos la cruz distintiva de su condición misionera y los bendecía enviándolos a ser testigos de Cristo entre los jóvenes más necesitados del mundo.
La animación musical de la celebración corrió a cargo del coro de la obra salesiana de Fuenlabrada, que contribuyó a crear un sentido clima de recogimiento oracional, especialmente durante la interpretación de un bellísimo «Ave María» que acompañó el momento en que se recordaba la especial devoción que Don Bosco nos legó hacia nuestra Madre Auxiliadora.
El Nuncio de Su Santidad en España, Mons. Renzo Fratini, fue el encargado de poner el broche final a la ceremonia, presidiendo una breve Liturgia de la Palabra que giró en torno al tema del Buen Pastor, tantas veces recordado durante estos días en las celebraciones con Don Bosco, y al pasaje evangélico de la sal y la luz (Mt 5, 13-19). «Esta imagen de ser sal y luz en el mundo de hoy supone un reto grande para los cristianos y para los amigos de Don Bosco», señaló Mons. Fratini en su homilía, quien destacó además que «Don Bosco se dio cuenta de que para sacar adelante el proyecto educativo-pastoral que tenía en mente era necesario implicar a muchas personas: a amigos, a personas pudientes, a su madre, Mamá Margarita, y a los propios jóvenes que se comprometieron de por vida siendo los primeros salesianos». «Y esa implicación continúa hoy», añadía. «Consideraos dichosos de colaborar en la tarea de San Juan Bosco: es un gran servicio a la Iglesia y a la sociedad».