Su abuelo Marcelino Abascal nació en Anaz (Medio Cudeyo) y emigró a Venezuela

Las raíces cántabras de Arturo Sosa, General de la Compañía de Jesús

"Tuve una relación muy cercana con mi abuelo. Hablábamos mucho y su figura sigue viva"

Las raíces cántabras de Arturo Sosa, General de la Compañía de Jesús
Arturo Sosa, con sus familiares de Cantabria Diario Montañés

Ha sido una alegría muy grande reunirme con mis familiares. Estar con tantas personas ha sido una experiencia muy buena

(Juan Carlos Flores-Gispert, en Diario Montañés).- Arturo Sosa Abascal es un sacerdote católico venezolano. Pero es mucho más. El 14 de octubre de 2016, la 36 Congregación General de la Compañía de Jesús, la orden religiosa más numerosa de la Iglesia católica, le designó general de la institución. El líder de los jesuitas es titulado en Filosofía y doctorado en Ciencias Políticas.

El denominado ‘Papa Negro’, figura crítica con el chavismo de su país, ha visitado Cantabria en busca de sus orígenes: su abuelo Marcelino Abascal Martínez nació en la localidad de Anaz (Medio Cudeyo) emigró a Venezuela siendo muy joven y allí fundó el Banco Venezolano de Crédito. Su yerno fue ministro de Hacienda, y el hijo de éste, Arturo Sosa, sacerdote, es hoy quien rige la orden de los jesuitas en todo el mundo.

En Cantabria, Arturo Sosa Abascal conserva numerosos primos («mi familia cántabra», dijo) con los que recorrió los lugares de infancia de su abuelo y la casa donde nació y vivió sus primeros años. El general de los jesuitas (nacido en Caracas el 12 de noviembre de 1948), ha presidido en Deusto la asamblea mundial de las universidades jesuitas, que ha reunido a más de 300 rectores, decanos, directores y responsables de 220 universidades, facultades y centros de educación superior de la Compañía de Jesús.

Es el trigésimo primer Prepósito General de la Compañía de Jesús y es el primer no europeo en ocupar dicho cargo. En la reunión con su familia fue un primo más. Y tuvo tiempo, también, para otras visitas. En Santander se entrevistó con el obispo, Manuel Sánchez Monge; visitó el colegio Apostolado del Sagrado Corazón de Jesús, en Ceceñas, y se reunió con las religiosas; acudió al monasterio cisterciense de monjas de Los Prados (Liérganes) y comió en Pámanes, en ‘Casa Navarro’, propiedad de una de sus primas, Pilar Navarro Haya.

Visita a Ceceñas y Anaz

Fue una reunión entrañable, dicen quienes estuvieron presentes. Hubo dos momentos especiales en la presencia del general de los jesuitas a Cantabria. El primero, la visita a las religiosas de Ceceñas donde buscó el encuentro con la monja Leonor Micheo, hermana del jesuita Alberto Micheo, fallecido hace un año y de quien Alberto Sousa Abascal dijo que había sido como un padre para él. Y en Anaz, al ver la casa donde nació su abuelo «se emocionó», recuerdan sus primos.

Recorrió Liérganes y también visitó la catedral de Santander, acompañado por el deán, José Vicente Pérez. De Cantabria se llevó varios recuerdos, como la reproducción en cerámica de la fachada de la casa donde vivió la familia de su abuelo en Liérganes (la conocida como ‘Casa Abascal’), un libro sobre el Año Jubilar Lebaniego y otro, con páginas en blanco, en el que todos sus familiares le escribieron una frase cariñosa. Y se llevó también, en la memoria, las canciones porque para finalizar la comida, sus primos le cantaron a coro tres tonadas montañesas. Y consigo va todo lo que le han contado, como que su abuelo, cuando venía a su ‘tierruca’, se hospedaba en el hotel Bahía pero, enseguida, se iba al pueblo a visitar a su hermano y a recorrer con él los lugares de la infancia y reunirse con sus familiares.

«Una gran experiencia»

En la despedida, el general de los jesuitas explicó que «ha sido una alegría muy grande estar con mi familia y reunirme con tantas personas. Su cariño ha sido una experiencia importantísima». La figura de su abuelo sigue «muy viva. Fui su primer nieto y nuestra relación fue muy, muy cercana. Hablábamos mucho. Cuando me ordenaron sacerdote, él ya tenía problemas de movilidad y yo le llevaba la comunión todo los domingos. Tuvimos gran relación y me dio gran lección de vida. Fue un hombre muy sabio. Pasó de los 103 años de vida y siempre decía que no se podía morir porque tenía mucha gente a quien querer. Conoció a cinco generaciones».

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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