El religioso español, que vivió el desastre de Hiroshima, creó el Servicio Jesuita para Refugiados

Arrupe, ¿santo? Su causa de canonización arranca en Roma el 5 de febrero

Francisco: "La Iglesia necesita que aprovechéis el coraje y el ejemplo del Padre Arrupe"

Arrupe, ¿santo? Su causa de canonización arranca en Roma el 5 de febrero
El Padre Pedro Arrupe, sj Jesuitas

Arrupe fue elegido en 1965 en la clausura del Concilio, 28º Superior General de la Compañía de Jesús, y se pone en marcha, durante casi veinte años, "un proceso profundo y delicado de cambio que provoca grietas y cierta preocupación"

(Jesús Bastante).- El padre Arrupe, ¿santo? La posibilidad, impensable en tiempos de Juan Pablo II o Benedicto XVI, comenzó a tomar forma durante el pontificado de Francisco. El Papa argentino cita constantemente a quien fuera su prepósito general, la última vez durante la JMJ de Panamá, y parece decidido a apostar por su beatificación.

Tanto es así, que la causa de canonización de Pedro Arrupe arrancará en Roma, el próximo 5 de febrero (28 aniversario de su muerte), con una ceremonia que tendrá lugar en el Palacio Laterano, junto a la basílica de San Juan de Letrán, donde el vicario general de Roma, el cardenal Angelo De Donatis, presidirá una eucaristía de acción de gracias.

Vasco, nacido en Bilbao el 14 de noviembre de 1907, el padre Arrupe estudió medicina en Madrid, ingresó al noviciado en 1927 y fue ordenado sacerdote en 1936. Su primer destino fue Estados Unidos, luego Japón, donde permaneció durante veinte años.

 

 

El 6 de agosto de 1945, vivió la experiencia catastrófica del bombardeo atómico de Hiroshima, que lo marcará para siempre, como se puede leer en uno de sus escritos:

«Tan pronto como las baldosas y las explosiones de cristal y de vigas terminaron de caer y cesó el estruendo, me levanté del suelo y vi el reloj frente a mí, todavía sujeto a la pared, pero me detuve: parecía como si el reloj hubiera permanecido clavado. Eran las 8:10. Este reloj silencioso e inmóvil era para mí un símbolo. La explosión de la primera bomba atómica puede considerarse como un evento por encima de la historia. No es un recuerdo, es una experiencia perpetua, que no se detiene con el tic-tac del reloj. Hiroshima no tiene relación con el tiempo: pertenece a la eternidad».

Arrupe fue elegido en 1965 en la clausura del Concilio, 28º Superior General de la Compañía de Jesús, y se pone en marcha, durante casi veinte años, «un proceso profundo y delicado de cambio que provoca grietas y cierta preocupación», según apunta la biografía oficial.

Su sucesor en 1985, Peter Hans Kolvenbach, lo define como «un innovador que ha abierto muchos caminos nuevos, ha dado un impulso a un nuevo espíritu misionero en el mundo y ha iniciado una nueva forma de vida consagrada, siguiendo el ejemplo de los apóstoles».

Arrupe, de hecho, acentuó el servicio prestado por los jesuitas en todo el mundo, con especial atención a los más pequeños y por la justicia social. De África a Asia y a Europa, fue bajo su intuición que nació el «Servicio Jesuita a Refugiados«.

El 7 de agosto de 1981 de agosto, Arrupe sufrió una grave trombosis cerebral al regresar a Roma de un viaje a Filipinas y Tailandia. Como consecuencia, pierde buena parte de la capacidad de comunicarse y la movilidad del lado derecho. Murió el 5 de febrero de 1991, viviendo en oración esta vez de la enfermedad.

 

 

 

 

El Papa Francisco ha rendido varias veces homenaje a la «visión profética» del Superior General, recogiéndose en su tumba en la iglesia de Gésù en Roma y alentando así a los antiguos alumnos y estudiantes de escuelas o universidades jesuitas en septiembre de 2016: «La Iglesia necesita que aprovechéis el coraje y el ejemplo del Padre Arrupe».

Dos veces en sus homilías en Santa Marta, evocó esta anécdota contada por el padre. Pedro Arrupe, invitado por un hombre rico para recibir dinero para las misiones en Japón. La entrega del sobre tuvo lugar delante de periodistas y fotógrafos. Arrupe dijo que ese día sufrió una «gran humillación» pero aceptó el dinero «para los pobres de Japón». Cuando abrió el sobre, «había 10 dólares en él». Y el Papa arremetió contra «esta espiritualidad de los cosméticos, donde uno quiere parecer ‘bueno, hermoso’.

Por otro lado, el Instituto Universitario de Migraciones (IUEM) de Comillas, que celebra este año su 25 aniversario, el IUEM ha creado el I Premio Padre Arrupe a los Derechos Humanos.

Con él se busca reconocer la labor de personas e instituciones en la defensa y promoción de los Derechos Humanos en el ámbito de las migraciones y el refugio. La convocatoria permanecerá abierta hasta el 30 de marzo.

Para más información, consulta las bases en este enlace.

 

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Autor

Jesús Bastante

Escritor, periodista y maratoniano. Es subdirector de Religión Digital.

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