El infortunado había desheredado dos semanas antes del crimen a sus otros dos hijos
Andreu Coll Tur, de 19 años, y Francisco Abas, de 20, atacaron a golpes al empresario Andreu Coll Bennàssar, de 57, en su propio cuarto. Lo hicieron con la ayuda de un palo y al parecer de una piedra en la noche del domingo del pasado día 30 de junio en la finca de la localidad mallorquina de Alaró donde el primero vivía con su padre.
Sus otros dos hijos, Toni, de 21, y Ainara, de 23, residían con su madre en un chalet de Santa Ponça, tras el divorcio del matrimonio.
CAMBIÓ EL TESTAMENTO
Dos semanas antes del crimen el infortunado, que tenía contratado a su hijo en una de sus empresas de máquinas recreativas, le había legado toda su fortuna, la cual asciende entre bienes y efectivo a 50 millones de euros.
En este detalle podría radicar el móvil del homicidio, según los investigadores de la Guardia Civil, ante quienes el acusado narró en las últimas horas tras haber sido detenido el pasado miércoles junto con su amigo después del funeral, que actuó de tal guisa motivado por las «constantes humillaciones y vejaciones» a las que era sometido por parte de su progenitor, tanto en el trabajo como en el ámbito familiar: «Tuve un arrebato y perdí los nervios».
Sea como fuere el tren de vida de joven era harto envidiable, ya que cobraba un sueldo elevado y conducía un deportivo Audi TT que le había regalado su padre.
UNA MUERTE CRUEL
La reconstrucción de la noche de autos deja un escenario trágico. Se sabe que el joven entró en la habitación de su padre y que, sin apenas mediar palabra, le empezó a golpear en la cabeza con la ayuda de su amigo, que había llegado desde Zaragoza hacía unas semanas para pasar unos días de vacaciones.
El agredido intentó zafarse de sus atacantes, y por el rastro de sangre se deduce que corrió malherido por el pasillo, bajó las escaleras y trató ya en la sala del piso inferior de pedir ayuda por teléfono, algo que no logró ya que arreciaron los golpes hasta matarlo.
Acto seguido uno de ellos trasladó el cadáver en el Land Rover de la víctima hasta el camino de Es Cocons, en el término de Bunyola, seguido por otro en el Audi.
Tras dejarlo en el interior del maletero del primer vehículo, cerca del cementerio, se marcharon.
El Grupo de Homicidios tardó diez días en detener a ambos, tras haber encontrado en la finca restos de sangre en paredes y suelo, y después de haber constatado cómo el principal sospechoso incurría en claras contradicciones sobre sus movimientos aquella noche.
El juez ordenó el ingresó de ambos implicados en prisión a últimas horas de la tarde del viernes, tras haberles tomado declaración.