CÁNCER

Mejor no beber ni una gota de alcohol

Un informe establece que el consumo de alcohol, ya sea leve, moderado o intenso, está relacionado con un mayor riesgo de distintos tipos de cánceres, como el de mama, colon, esófago y cabeza y cuello

Mejor no beber ni una gota de alcohol
Beber alcohol Pixabay/ Imagen ilustrativa

Ni una gota de alcohol. Y tampoco lo que se llama consumo moderado. La Sociedad Americana de Oncología Clínica (ASCO), en un artículo que ha revisado diferentes estudios que relacionan el consumo de alcohol y cáncer publicado «Journal of Clinical Oncology» es tajante: el consumo de alcohol, ya sea leve, moderado o intenso, está relacionado con un mayor riesgo de distintos tipos de cánceres, como el de mama, colon, esófago y cabeza y cuello.

En su artículo ASCO subraya que el alcohol es un factor de riesgo definitivo para el cáncer, y cita que entre el 5-6% de los nuevos cánceres y las muertes por cáncer en todo el mundo son directamente atribuibles al alcohol. Un dato, aseguran, particularmente preocupante, ya que muchas personas no reconocen el consumo de alcohol como un factor de riesgo para el cáncer, según recoge R.I. en ABC.

La sospechas de la relación entre alcohol y cáncer no es nueva. En 1988, la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer (IARC) declaró que el alcohol es un agente carcinógeno. El Informe Mundial sobre el Cáncer, publicado en 2014 por la Organización Mundial de la Salud, afirmaba que el alcohol causa el 3,5% de cánceres, lo cual supone 1 de cada 30 cánceres en todo el mundo e informes recientes indican además que la proporción de cánceres atribuibles al alcohol ha aumentado en los últimos años, debido a un incremento tanto en la prevalencia de personas que toman bebidas alcohólicas, como en la cantidad de alcohol consumido, sobre todo entre las mujeres, señala a ABC Josep Guardia, del Servicio de Psiquiatría del Hospital de la Santa Creu y Sant Pau de Barcelona.

En este sentido, Martín Lázaro, oncólogo médico del Complejo Hospitalario Universitario de Vigo, señala que debido a que se ha demostrado está relación, «la recomendación debe ser no beber». No hay olvidar que estamos hablando de un factor «evitable», como puede ser el tabaco, y por ello hay que insistir en «adoptar medidas para, al menos, reducir la ingesta entre la población.»

Entre el 5-6% de los nuevos cánceres y las muertes por cáncer en todo el mundo son directamente atribuibles al alcohol.

«Habitualmente no asociamos beber cerveza, vino y licores con un aumento en el riesgo de desarrollar cáncer», comenta el presidente de ASCO, Bruce Johnson. Sin embargo, «el vínculo entre el aumento del consumo de alcohol y el cáncer está ya establecido firmemente». Ahora, los datos de este informe van más allá., apostilla Guardia: «una sola consumición pequeña (un quinto de cerveza o una copita de vino, equivalentes a 10 gramos de alcohol puro), tomados cada día, aumentan el riesgo de cáncer de mama en un 6%. Y, cada 10 gramos más de alcohol al día, aumenta un 4,2% el riesgo de cáncer de mama en las mujeres. El efecto es por tanto acumulativo y se produce una relación dosis-respuesta. Es decir, a mayor cantidad de alcohol consumido mayor riesgo de cáncer, 20 o más años después del inicio de consumo de alcohol». Se calcula que para revertir el riesgo y equipararlo al de un abstemio, un bebedor debería interrumpir el consumo de alcohol durante 20 años.

Los cánceres vinculados al consumo de alcohol son el colorrectal, el de pecho, esófago, cavidad oral y faringe. Pero además, el consumo excesivo de alcohol no solo causa cáncer, sino que también puede retrasar o afectar negativamente el tratamiento del cáncer. Señala el oncólogo español que en estos casos desde luego que está «totalmente desaconsejado». Y otro dato que apunta Lázaro: el alcohol potencia en personas que fuman algunos cánceres, como el de laringe y el de cavidad oral.

Una sola consumición pequeña (un quinto de cerveza o una copita de vino, equivalentes a 10 gramos de alcohol puro), tomados cada día, aumentan el riesgo de cáncer de mama en un 6%. Se calcula que para revertir el riesgo y equipararlo al de un abstemio, un bebedor debería interrumpir el consumo de alcohol durante 20 años.

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