Hilliard Ensemble: ocho siglos de polifonía de cámara en el escenario

José Catalán Deus

The Hilliard Ensemble, uno de los más afamados grupos vocales de cámara del panorama musical de los últimos treinta años, fue incluido este año en Las Noches del Español, el ciclo de diez actuaciones variadas que el Teatro Español de Madrid ofrece en el mes de mayo como complemento musical a su programación dramática.

Se trataba ‘a priori’ de un acontecimiento, sobre todo para quien tuviera la suerte de presenciar en la pasada década su Officium, en colaboración con el saxofonista de jazz Jan Garbarek, polifonía del Renacimiento con improvisaciones de saxofón, que estuvo en muchos países europeos en los primeros puestos en las listas de ventas.
Yo pude presenciarlo en directo en Londres y nunca lo he olvidado. La colaboración con Jan Garbarek continuó en la secuela de Officium, el disco doble Mnemosyne, editado en 1999

Y conociendo también parte del repertorio de este Hilliard Ensemble, un cuarteto vocal británico dedicado a la interpretación de música antigua, dirigido por Paul Hillier, que se centra en la música de las épocas medieval y renacentista, pero que llega a la música contemporánea, trabajando a menudo con el compositor estonio Arvo Pärt, e incluyendo en sus conciertos obras de John Cage, Gavin Bryars, Giya Kancheli, y Heinz Holliger, estaba claro que se trataba de una cita obligada.

Los típicos errores de información de las programaciones españoles, cicateras en la información previa, impedían hacerse una idea del concierto que escucharíamos el diez de mayo. Se trataba de Echoes, Ecos del presente, una combinación de música medieval y actual que se prometía feliz., en un tránsito de ocho siglos entre la primera pieza
-Viderunt omnes, del mítico Pérotin (c.1160-1230)- y la última -Cathedral in the thrashing rain, de Stephen Hartke (n.1952).

Entre medias se escuchó Shiroi Ishi de Ken Ueno (n.1970), Oi Dex! Quam brevis de los Manuscritos de San Marcial de Limoges, Ergone conticuit, atribuida a Johannes Lupi (1506-1539), La voce delle creature de Luca Belcastro (n.1964), Tu solus qui facis mirabilia de Josquin Desprez (c.1440-1521), Wreath of stone de Jonathan Wild (n.1969), Se je fayz dueil de Guillaume le Rouge (c.1390-1451) y Prima mundi, también de esos Manuscritos de San Marcial de Limoges.

Fue un concierto demasiado exigente, para auténticos oidos virtuosos de la música vocal, que en sus facetas contemporáneas es endiabladamente difícil de seguir. El resultado fue frustrante. Este Hilliard Ensemble permanecía en la cúspide de sus etéreas voces sin permitir a los pobres mortales acercarse a sus trinos Es un experimento de conexión entre el pasado y el futuro que yo diría resulta fallido, aunque esperaré con fruición el disco que siempre sucede a sus actuaciones para juzgar con quizás más benevolencia.

Qué pena que en vez de este repertorio no nos ofrecieran en su Noche del Español por ejemplo su último disco con los motetes de J.S.Bach, grabado en 2003, o el anterior, Morimur, una exploración hondamente conmovedora de Bach y el tema de la muerte. En todo caso, el Hilliard en su formación actual, -Contratenor, David James, Tenor, Rogers Covey-Crump, Tenor, Steven Harrold, Barítono, Gordon Jones- tiene un estilo particular y una técnica depurada que resulta siempre impecable tanto en el repertorio medieval y renacentista como en los trabajos escritos especialmente para ellos por compositores actuales, un conjunto que se halla en la vanguardia tanto de la música antigua como de la nueva.

Su calendario de actuaciones es apretado y variado, ofreciendo más de cien conciertos al año con visitas habituales a Europa, Japón, Corea, sureste asiático, Australia, y Norteamérica. Su reputación como destacados intérpretes de música antigua data de los años 80 gracias al gran éxito que alcanzaron sus grabaciones para el sello EMI si bien ya desde sus inicios prestan también una importante atención a la música contemporánea. El concurso de composición de 1994 organizado por el propio conjunto produjo como resultado más de cien obras, un buen número de las cuales ha encontrado espacio en los programas de The Hilliard Ensemble. Del mismo modo organizan escuelas de verano con una plaza de compositor residente.

Hace diez años se estrenó la película canadiense Lilies, con banda sonora de The Hilliard Ensemble, y continuó la colaboración con Garbarek con la publicación de Mnemosyne. Ese mismo año conmemoraron el 5º centenario de la muerte de Ockeghem (ca.1410-1497) con programas especiales y el lanzamiento de su propio sello Hilliard Live. Entre sus colaboraciones con orquestas cabe destacar aquellas con la BBC Symphony Orchestra (Litany de Pärt), la London Philharmonic Orchestra con Kent Nagano (Miroirs des Temps de Unsuk Chin) o The Philadelphia Orchestra. Durante 2001 The Hilliard Ensemble fue la formación residente del Festival Internacional de Edimburgo.

El Hilliard Ensemble, uno de los principales conjuntos vocales de Europa, celebra su 33º aniversario esta primavera. En una entrevista, dos miembros del conjunto, Steven Harrod y Rogers Covey-Crump explicaban: ‘Procedemos de iglesias, catedrales y capillas de colegios universitarios. Allí es donde todos adquirimos nuestra formación básica, aprendiendo las destrezas de la lectura a primera vista y acostumbrándonos a escucharnos unos a otros más que a seguir a un director, que nunca hemos tenido, si exceptuamos algunas piezas de gran alcance en las que cantamos con orquesta. Musicalmente somos democráticos y discutimos entre nosotros las interpretaciones y la manera de hacer las cosas. El grupo ha disfrutado siempre con los retos que plantean la música antigua y la reciente. En cierto modo, no distinguimos entre ellas: nos interesan los dos extremos de la gama. A veces, acabado un concierto, la gente no está segura de cuál ha sido la música antigua y cuál la moderna. Quizá se deba, en parte, a que algunos de los compositores que escriben para nosotros lo hacen pensando en concreto en los sonidos de la música antigua. Nos gusta combinar música antigua y nueva siempre que podemos, aunque eso no haga muy felices a algunas personas. A la gente de diferentes países le gustan cosas distintas. En concreto, en Holanda y Japón se nos considera un grupo de música antigua, y por tanto quieren oírnos cantar esa música; y a los grupos de música nueva, cantar música nueva. Hay cierta oposición a que interpretemos las dos. En Alemania, donde trabajamos muchísimo, les gusta la mezcla, o al menos siguen pidiéndonos que volvamos para realizar programas mixtos. Nosotros preferimos cantar programas mixtos. La variedad resulta muy atractiva’.

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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