Apoteosis de una matrona aupada sobre musas y filósofos, por J.C.Deus

El Museo del Prado prorroga la exposición “Luca Giordano en el Casón del Buen Retiro” hasta el 1 de junio. Es una visita absolutamente imprescindible de la que nadie se arrepentirá. El plato fuerte es la bóveda central del edificio, decorada con el fresco gigante de Luca Giordano titulado ‘Apoteosis de la Monarquía española’. Rehabilitado ahora y acompañado de varias docenas de obras del artista napolitano establecido en España, será marco excepcional de la biblioteca del Centro de Estudios del Prado y ya no podrá ser visitado por el público en general después del 1 de junio. Se trata pues de una ocasión única.

La narración de esta apoteosis comienza en su lado este, por donde presumiblemente entraban los embajadores a los que iba destinado el mensaje. En la base de la bóveda y en su parte central, Hércules entrega el vellocino de oro a Felipe el Bueno, duque de Borgoña y fundador de la orden del Toisón de Oro, para que lo coloque en el collar de la orden. Su eje longitudinal pasa por la bóveda celeste y el Parnaso, hasta alcanzar, en el testero opuesto, la Monarquía Española, representada por una matrona situada sobre el globo del mundo. A sus pies, a la derecha, distintos pueblos se humillan reconociendo su primacía. La Herejía (dragón), el Furor bélico, el Poder Temporal (león con cetro), así como los reinos sometidos (armiños y coronas) y las riquezas ganadas en las campañas bélicas (monedas, joyas y objetos de oro y plata), completan el significado del conjunto. En la base de la bóveda, entre los lunetos, situó las musas acompañadas por filósofos, como muestra de que el poder de la monarquía se asienta en las artes y el conocimiento. Pero las palabras apenas dicen nada: hay que colocarse allí debajo.

Debido a que el interés por visitar el Casón durante estas Jornadas se ha mantenido estable desde su inicio el pasado 21 de febrero, habiéndose registrado incluso un incremento de visitantes en las dos últimas semanas, el Museo ha decidido proporcionar al público la posibilidad de seguir disfrutando, hasta el domingo 1 de junio, de la oportunidad de contemplar más de 50 obras del artista napolitano reunidas en torno a la Apoteosis de la Monarquía española que decora la bóveda del edificio. El horario de apertura continuará siendo, de miércoles a domingo, de 12.00 a 20.00 h. Acceso gratuito. Casón del Buen Retiro, entrada por C/ Alfonso XII, s/n

LA DÉCADA MADRILEÑA DE LUCAS JORDÁN

La bóveda del Casón fue pintada por Giordano 1634-1705), conocido en España como Lucas Jordán, hacia 1696. El artista había sido llamado por Carlos II en 1692 para decorar la escalera y las bóvedas de la Basílica de El Escorial (1692 – 1694), continuando después en el despacho y dormitorio (destruido) del monarca en el Palacio de Aranjuez; el Casón del Buen Retiro (c. 1697); la sacristía de la catedral de Toledo (1698); la Real Capilla del Alcázar (destruido) y San Antonio de los Portugueses (1699). La llegada de Felipe V en 1701 y el inicio de la Guerra de Sucesión provocó la vuelta de Giordano a Nápoles en 1702. Allí murió en 1705 dejando una obra ingente y una considerable fortuna.

El tema representado en esta bóveda es la Apoteosis de la Monarquía española, pintada durante el reinado de Carlos II, último representante de la Casa de Austria. En ella aparecen distintas escenas que ensalzan la grandeza histórica de España, el dominio sobre vastos territorios, su triunfo sobre la herejía o la fundación de la Orden del Toisón.

La valoración reciente de Luca Giordano ha subido en decibelios, consiguiendo de esta forma superar los dos prejuicios que habían arrasado la reputación artística de uno de los pintores del barroco italiano más importante. Su portentosa rapidez de ejecución, fue convertida por los envidiosos en sinónimo de superficialidad. Su sorprendente capacidad para imitar el estilo de otros artistas le supuso intensos intentos de las buenas gentes habituales para relegarlo a la condición de copista.

El comienzo de su recuperación crítica estuvo marcado por la monografía de Oreste Ferrari y Giuseppe Scavizzi (1ª ed. 1966), que aportaron un catálogo riguroso de su obra y una biografía elaborada a partir de datos históricos. La prueba más evidente de su rehabilitación ha sido la exposición celebrada en Nápoles en 2001, que posteriormente fue vista también en Viena y Los Ángeles. Luca Giordano mereció una versión española de esta exposición que tuvo lugar en 2002, esfuerzo muy oportuno ya que este artista permaneció diez años en España (1692-1702).

Aquí, la fortuna crítica de Giordano sufrió como consecuencia de diversos prejuicios que fueron ocultando la realidad histórica. El más importante fue el de rebajar su mérito considerándolo pintor fácil, capaz de arrastrar a los jóvenes españoles por una senda equivocada de cuadros efectistas, ajenos a la tradición pictórica española. También fue sencillo denigrar la figura de Giordano asociándolo con el monarca español. Carlos II, el Hechizado, personaje supuestamente pusilánime y débil, infantil y caprichoso, habría mostrado a lo largo de su vida una total indiferencia por el arte de la pintura y Giordano era culpable por ello. De alguna forma, la postración política, militar y económica que había caracterizado el reinado, tenía orrespondencia en el terreno de la pintura. La pareja formada por Carlos II y Luca Giordano podía proponerse como contramodelo de la que, durante el reinado anterior, habían protagonizado Felipe IV y Velázquez: un monarca sensible al arte de la pintura, que encontró en el sevillano al artista capaz de configurar la imagen del rey.

Paparruchadas de los expertos inexpertos, caprichos de críticos paniaguados, lugarejos comunes que se arrastran por las mentes seguidistas. Lo de siempre.

Alrededor del fresco más sobresaliente de los que realizara en España, la Apoteosis de la Monarquía española, la exposición incluye setenta y cinco piezas, entre dibujos, planos arquitectónicos, acuarelas, óleos y estampas, con los que se pretende ilustrar la pintura del artista en el Casón, su historia, significado, iconografía, así como su técnica de ejecución y sus sucesivas restauraciones. Además, a través de este conjunto -considerado por sus contemporáneos la obra más perfecta de las realizadas por Giordano en España-, el Museo quiere abordar también el estudio de toda la producción mural española del artista: la escalera y las bóvedas de la Basílica de El Escorial (1692 – 1694), el despacho y dormitorio (este último destruido) del monarca en el Palacio de Aranjuez; el Casón del Buen Retiro (c. 1697); la sacristía de la catedral de Toledo (1698); la Real Capilla del Alcázar (destruido) y San Antonio de los Portugueses (1699), una maravillosa iglesia en el centro de Madrid cuya boveda decorada por Giordano puede verse cualquier día.

La presentación de esta muestra en el Casón, en la que se incluyen 56 pinturas del artista napolitano, constituye el último capítulo de una larga investigación comenzada en 2001. El Museo ha programado al mismo tiempo la celebración de un Congreso Internacional sobre la pintura mural de Giordano.

LA DÉCADA CONVALECIENTE DEL CASÓN DEL BUEN RETIRO

El Casón cerró sus puertas en 1997 para emprender una reforma arquitectónica que puede ahora contemplarse y cuya novedad más importante ha sido la construcción de dos sótanos y la rehabilitación de su salón de embajadores, decorado al fresco por Luca Giordano. Su bóveda es el último vestigio de la decoración mural pintada por el artista napolitano y ha sido restaurada entre 2001 y 2006.

El Casón, junto con la Iglesia de los Jerónimos y el Museo del Ejército, es uno de los tres vestigios sobrevivientes del Palacio del Buen Retiro, edificado por Felipe IV en la década de 1630. El Casón era entonces un edificio formado por un salón central y dos vestíbulos que lo comunicaban con el palacio y los jardines. Su aspecto fue modificado radicalmente en la década de 1880, para darle el aspecto que ahora presenta. Entonces desaparecieron sus dos vestíbulos laterales, también decorados por Giordano, y su salón central quedó embutido en la citada ampliación. En la bóveda sobreviviente representó al fresco la Apoteosis de la Monarquía Española, que ahora se presenta restaurada y libre de los repintes que habían ocultado su calidad. En sus muros, entre las ventanas, aparecían escenas de la vida de Hércules, también desaparecidas en el siglo XIX, cuyo aspecto conocemos a través de copias pintadas por José del Castillo y de las estampas que los reproducían. Ocho de ellos se han reproducido en el salón para evocar el aspecto que ofrecía el conjunto. Lamentablemente, sólo conocemos el aspecto que presentaba el vestíbulo oeste, el que comunicaba con el palacio, donde Giordano representó al freso y en cuadros al óleo, diversas escenas de Fernando el Católico en la Guerra de Granada (1492). Tres de las pinturas allí dispuestas han sobrevivido y se exponen en el salón central. Además, pintó al fresco las cuatro virtudes cardinales (Justicia, Prudencia, Fortaleza y Templanza) y las cuatro partes de la tierra. Esta decoración ha desaparecido, aunque conocemos su aspecto a través de estampas del siglo XVIII.

RECORRIDO POR LA EXPO

En la Sala 1, ‘Luca Giordano y el Casón del Buen Retiro’, se exponen dos obras que habrá que mirar con atención: el retrato de su benefactor Carlos II, y su autorretrato procedente de la Colección Duquesa de Cardona. La Sala 2 se titula El Casón del Buen Retiro y la pintura de Giordano. La Sala 3 está dedicada a Giordano en Italia:

Luca Giordano nació en Nápoles en 1634. Hijo de un modesto artista, parece que tuvo su primera educación en el taller de Ribera, con quien, según sus biógrafos, permaneció durante ocho años. Existen noticias de un temprano viaje a Roma, en torno a 1652, donde se sintió especialmente interesado por el arte de la Antigüedad, el Renacimiento y Pietro da Cortona. A su vuelta a Nápoles desarrolló ya un estilo identificable, influenciado además por Mattia Preti y Rubens. Otro viaje determinante en su formación fue el realizado a Florencia y Venecia (1665), en el que el arte de Veronés dejó una fuerte impronta. Al final de la década de 1770 se consagró como pintor de grandes conjuntos murales, siendo el más importante de todos ellos la galería del Palacio Medici-Riccardi, de Florencia (1685). Su obra comenzó pronto a llegar a España, como pone de manifiesto la presencia de la Degollación de los inocentes (núm.), presente en El Escorial ya en 1667. De hecho, la carrera de Giordano estuvo desde el inicio ligada a los españoles residentes en Nápoles y, más tarde, comprometida con proyectos para el rey de España. Su Mesina restablecida para España (núm.), constituye la primera manifestación pública de la hispanofilia que le acompañó toda la vida.

En la Sala 4 se exponen obras de tamaño reducido y técnica suelta que habitualmente reciben el nombre de bocetos, sin que tengamos la constancia de que todos lo sean. Tres de ellos (de un conjunto de cuatro) corresponden al friso de la escalera del monasterio de San Lorenzo de El Escorial, erigido con motivo de la victoria del ejército español frente a los franceses en la batalla de san Quintín, que tuvo lugar el día el 10 de agosto de 1557, día de san Lorenzo. Estos bocetos se encuentran entre las primeras obras españolas de Giordano y en ellos dio lo mejor de sí mismo, al ser las piezas que debía aprobar su nuevo soberano. Además, en esta sala se muestran dos retratos ecuestres de Carlos II y Mariana de Neoburgo, su segunda mujer, tratados con una técnica delicada, casi de miniatura, que ha hecho dudar de su carácter de boceto preliminar, y dos escenas religiosas (Santa Brígida salvada de un naufragio por la Virgen y la Asunción de la Virgen), cuyo destino final es desconocido.

La Sala 5 se titula ‘Luca Giordano alla maniera di…’. A lo largo de su carrera, Giordano desarrolló una sorprendente habilidad para imitar a otros artistas. Para ello no sólo reproducía su estilo, también reutilizó soportes, llegando a desarrollar sofisticadas técnicas que envejecían artificialmente el aspecto de sus pinturas. Además, en ciertas ocasiones falsificó la firma de los artistas imitados, como puede comprobarse en dos de las sagradas familias imitando a Rafael que aquí se muestran, que portan el monograma del maestro de Urbino. En ocasiones excepcionales llegó a esconder su propia firma para poder demostrar, llegado el caso, su autoría.

Esta práctica constituye hoy uno de las características más desconcertantes de su pintura. No cabe duda de que Giordano utilizó esta habilidad para aumentar su prestigio, al mostrarse capaz de engañar a los más acreditados conocedores residentes en Nápoles; o, al propio Carlos II, al poco de su llegada a Madrid. Sus clientes, que en los primeros años se sintieron burlados por esta práctica, terminaron encargándole durante su etapa española obras “alla maniera di”, consideradas ya entonces pruebas innegables de su talento.

La Sala 6 es la de sus pinturas españolas. Giordano residió en España desde 1692 hasta 1702, trabajando para Carlos II en diferentes conjuntos murales y en numerosas obras al óleo. Aquí su estilo evolucionó hacia una paleta más clara y una pincelada más suelta y jugosa, soluciones que anticipan la pintura de la centuria siguiente. Su regreso a Nápoles se produjo como consecuencia de la escasa demanda de pinturas existente por la Guerra de la Sucesión, que llevaría al trono español a Felipe V, el cual, a pesar de todo, tuvo a este artista en alta estima. En Nápoles continuó trabajando para el rey de España, en proyectos como los cuadros que debían completar la decoración de la capilla real del Alcázar, encargo realizado en 1703 y que no pudo concluir como consecuencia de su muerte. Falleció el tres de enero de 1705.

Muchos pintores españoles se sintieron fascinados por su pintura, de entre los que destacan Miguel Jacinto Meléndez (1679-1734 y Antonio Acisclo Palomino (1655-1726), que tuvo un trato frecuente con el napolitano, consecuencia de lo cual es la biografía escrita en su Parmaso español pintores laureado (1724), testimonio imprescindible para recrear la presencia de Giordano en España. Sin embargo, el más importante de los pintores que se dejaron seducir por la pintura de Giordano es Francisco de Goya (1746-1828), que se sintió fascinado por este artista desde su primera juventud. En sus cartones para tapices de los años 1770 y 1780, se advierte una indisimulada voluntad de aproximarse a sus modos, claramente perceptible en detalles como los tipos físicos infantiles. Sin embargo, es en sus frescos donde la relación resulta más evidente.

Y llegamos al salón central, al monumento desconocido. Giordano pintó en la bóveda del Salón Central del Casón la Apoteosis de la Monarquía Española (c. 1697). Debajo de la cornisa representó dieciséis escenas de la vida de Hércules, desaparecidas en 1835. Conocemos su aspecto a través de unos bocetos pintados por José del Castillo en 1777, que fueron grabados por Nicolás Barsanti y Juan Barcelón poco tiempo después. Ocho de estos grabados han sido reproducidos en sus ubicaciones originales, para evocar la decoración perdida. Giordano representó en la bóveda la historia de la monarquía española desde sus orígenes míticos.

La Sala 7 finalmente, ‘Del Museo de Reproducciones Artísticas al Prado del siglo XXI’ cuenta la evolución del magnífico edificio desde que en 1879 pasó a ser Museo de Reproducciones Artísticas o Museo Helénico, por iniciativa de Antonio Canovas del Castillo. En1970 se convierte en una dependencia del Museo del Pradoy en 1971 se dedica a las pinturas del siglo XIX del Prado. En 1981 fue la instalación del Guernica, de Picasso, que en 1992 se traslada al Museo Reina Sofía. Regresa al Casón la pintura del siglo XIX.

Durante el periodo comprendido entre 1997 y 2007, el Casón ha sufrido un proceso de reforma en el que se han renovado sus cubiertas, construido dos sótanos y modificado su salón central, donde se han abierto de nuevo sus ventanas originales y se ha restituido la balconada que lo recorre interiormente. Su próximo destino será alojar el Centro de Estudios de Museo del Prado compuesto por los Departamentos de Conservación, el Archivo del Museo, la Escuela del Prado, destinada a la formación de futuros conservadores; así como la Biblioteca, cuya sala de lectura será ubicada debajo de la bóveda de Giordano.

Más información sobre la exposición y sobre el fresco de Giordano
en “A fondo”, www.museodelprado.es

Jornadas de Puertas Abiertas hasta el 1 de junio
de miércoles a domingo en horario de 12 a 20h.
Acceso gratuito.

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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