El Odin Teatret y su director Eugenio Barba representan en el teatro actual eso que tanto escasea, personas veteranas y experimentadas que consiguen seguir haciendo lo que les gusta encontrando el refugio (qué feo es eso de nicho) donde sobrevivir modestamente, combatiendo con humor y misericordia nuestro difícil paso por esta tierra. En un mundo y un país de listillos inmaduros que no saben de nada, salen al escenario sentados en una escueta hilera de sillas, cargados de canas y arrugas, a interpretar una pieza casi infantil, a cantar y tocar sus instrumentos, a recitar en varios idiomas, a ofrecer una hora de tierno hippismo trasnochado, de buenas intenciones, de nostálgico paréntesis por ese mundo soñado que nunca fue ni será verdad.
El Odin Teatret, fundado en 1964 e impulsado desde entonces por Eugenio Barba, un italiano que lleva sus 72 años con la facilidad de su chaleco, presenta en esta edición del Festival de Otoño de Madrid ‘Las grandes ciudades bajo la luna’, una pieza que lleva cinco años formando parte de su repertorio. Han actuado en cincuenta y ocho países y creado más de setenta espectáculos, muchos de ellos sobre la base de lo que llaman ‘trueque cultural’ con la intención de “desafiar los prejuicios, las dificultades lingüísticas y las diferentes formas de pensamiento, juicio y comportamiento”: actuaciones en comunidades marginadas como cárceles o pequeñas localidades, en las que entran en contacto con gentes y sitios con historias que contar.
‘Nació por casualidad -explica Barba- de un trueque que realizó nuestro teatro con un grupo de pacientes de un hospital psiquiátrico en Bielefeld, Alemania, en el 2003. Pensábamos presentarlo sólo una vez. Se ha vuelto, en cambio, parte de nuestro repertorio. El espectáculo describe sosegadamente escenas de destierro, de matanzas y abusos de la historia del siglo XX, acompañadas con cantos de poetas queridos. Nunca he creído que el teatro pueda prescindir de ser político. Para el Odin esto no quiere decir hablar de política, sino tener una política, una visión de cómo es el mundo y de cómo, en cambio, lo querríamos. Dos mundos, una sensación de impotencia que con el tiempo acaba traicionando a nuestra juventud. Llega el momento en que nos decimos: “es sabio resignarse, fueron todas quimeras. Tenemos derecho a estar cansados.” Pero se pueden cabalgar quimeras toda la vida sin nunca vencer, pero sin ser derrotados. De lo que se trata en realidad no es cambiar al mundo, sino de vivirlo dignamente. El factor decisivo, más que las circunstancias, es nuestra capacidad de usar instrumentos apropiados. Creo intensamente que el teatro puede ser usado como una moneda de cambio, y como un medio para subrayar la diversidad. En el 2009 el Odin cumplirá 45 años. Espero que sigamos siendo como un elefante centenario que sigue comportándose como un cachorro’.
Debo decir, para ser honesto, que el resultado final de ‘Las grandes ciudades bajo la luna’ no me pareció convincente. Demasiado ingenuo, difuso. Ni el militar de las tropas de pacificación internacionales, ni la mudita salida de una obra de Brecht, ni el negro zumbón, ni la afgana envelada, resultan convincentes mensajes. La música salva el conjunto, una música de alegres corazones que recordaba a la Pinguin Cafe Orchestra. Barba quiere lanzar un mensaje político sin que se note. Y al final ni se nota ni se entiende, afortunadamente quizás, porque reflexionar sobre lo malas que son las guerras es candoroso pero patético, e Hiroshima, Mostar y Bagdad no permiten articular más que otro tipo de mensaje, nada político sino vital, el mensaje que le pega transmitir al Odin Teatret, el mensaje de sobrevivir dignamente pegados a lo básico en el mundo de hoy.
Dirección, texto y escenografía EUGENIO BARBA
Interpretación
KAI BREDHOLT
ROBERTA CARRERI
JAN FERSLEV
TAGE LARSEN
AUGUSTO OMOLÚ
IBEN NAGEL RASMUSSEN
JULIA VARLEY
TORGEIR WETHAL
FRANS WINTHER
DONALD KITT
www.odinteatret.dk
